Dolor y sangre

Una carta sin remitente

A la mañana siguiente me desperté agitado. Había tenido una pesadilla... o mejor dicho, un recuerdo.

En el sueño, mi padre le gritaba a mi madre por no hacer bien la comida. Yo, con apenas seis años, intenté protegerla, pero lo único que conseguí fue recibir un golpe en la mandíbula tan fuerte que me dejó una cicatriz hasta el día de hoy.

Se sintió demasiado real, como si realmente hubiera vuelto a tener seis años y mi padre estuviera aquí. Mi madre nunca hizo nada por defenderme, ni a mí ni a mi hermana. Yo era quien la protegía desde que nació. Mi padre nunca fue tan duro con ella, pero conmigo sí.

Toc, toc...

—Mifu, ¿sigues enojado por anoche? Perdóname, ¿sí?

—Nabi, vete. No estoy de humor para tus tonterías.

Oí cómo bufó antes de bajar las escaleras. Yo me levanté y me cambié de ropa. Ni siquiera me había dado cuenta de que había dormido con la ropa de ayer.

Eran las diez y había quedado en encontrarme con Timothy en el parque a las doce. Aunque, conociéndolo, seguro llegaría tarde.

(12:20 PM – En el parque)

Elías:

—Timothy, ¿en cuánto llegas? Ya pasaron veinte minutos...

Timothy😎:

—Amigo, lo siento. No podré ir hoy, perdóname. Mi madre me pidió que la ayude a arreglar el garaje. Lo siento.

Elías:

—Siempre con tus excusas. Seguro te cruzaste con una chica y por eso no vienes.

Timothy😎:

—Disculpa, princeso. Para la próxima, llego. 👋🏻

Guau, no lo podía creer. Estaba solo en el parque sin hacer nada. Decidí irme, pero me choqué con alguien.

—Disculpe, no lo había visto.

—No se disculpe, fue mi culpa.

Me había chocado con una chica. Parecía de unos 23 años, baja, de piel muy blanca y con un suave castaño en su pelo.

—No, fue mía, estaba distraída y no lo vi. ¡Oh no! Derramé mi café sobre su camisa, perdóneme de verdad. Tenga mi número, se lo voy a compensar.

—No pasa nada, señorita. No necesito que me compense, esta camisa es vieja, no se preocupe.

Normalmente le habría aceptado el dinero, pero no sentí que fuera correcto hacerlo, aunque fuera mi camisa favorita.

—En serio, tenga mi número. Debo irme. ¡ME LLAMO ISABELLA!

Y se fue. Me quedé ahí, con su número en la mano, sin saber qué hacer con él. ¿Así que se llamaba Isabella, no? Además... ¿por qué me interesaba tanto? Suspiré y miré mi camisa. Tenía que regresar a casa a lavar este desastre ahora.

De camino a casa, sentí de nuevo como si alguien me observará, seguro fue mi imaginación pero estoy seguro que ví una silueta en el reflejo de la ventana de una cafetería. Me gire de inmediato pero no había nada, genial.. Ahora veo cosas.

Decidí apresurarme a casa, no quería que pasará nada que no quisiera.

Al llegar a casa, fui corriendo a darme una ducha. Me saqué la camisa... No pensé que estuviera tan manchada, pero sí lo estaba. Esa torpe chica... Isabella.

Fruncí el ceño. ¿Cómo es que recordaba tan rápido su nombre? Ni siquiera me importaba.

Al terminar de ducharme, me miré en el espejo. ¿Estaba tan pálido en serio? Tal vez debería tomar un poco de sol.

—¿Elías, demoras mucho? ¡¡Me hago pis!! ¡¡Apurateee!!

Tks... Qué pesada, no puedo usar el baño ni diez minutos.

—Ya salgo...

Salí del baño y vi llegar a mi madre del trabajo. Pasé por su lado y me dirigí a la cocina por algo de comer.

—Elías, espera.

—Dime, ¿qué necesitas?

—Hoy, después de que te fuiste, dejaron una carta para ti. No decía de quién era ni de dónde venía.

¿Una carta?... ¿Qué estamos, en los 90?

—De acuerdo, gracias, mamá...

Eso fue incómodo. Normalmente le digo "madre". No quiero tener nada que ver con ella, sinceramente.

Agarré la carta y busqué algo en la nevera. No había nada extravagante, solo sobras del día anterior y unas cuantas cervezas. No era de beber, pero sentía que me lo merecía. Así que decidí agarrar una y sentarme en la mesa junto a mi hermana.

—Mifu, ¿te perdiste en otra galaxia o vas a abrir la carta?

—¿Eh? Ah, sí...

—¿Eso es cerveza? ¿Desde cuándo bebes a la hora de comer, hermano? ¿Estás bien...?

—Sí... Tranquila, Nabi. Solo quería relajarme un rato.

Di un sorbo a la cerveza y fruncí el ceño. Está muy fuerte... o tal vez ya me desacostumbré.

Me apoyé en la mesa y mi mente volvió a mi camisa manchada. Espero que la mancha de café se quite.

Mañana comienzo a trabajar y no quiero que esté arruinada por...

"Isabella."

Tks... Otra vez. ¿Por qué recordé tan fácilmente su nombre?

—Elías... ¿me estás escuchando?

Tragué saliva y la miré.

—¿Qué?

Me señalo con una papá frita

—¿En qué piensas que estás tan concentrado y sonriendo?

¿Sonriendo?

Frunci el ceño y, de manera inconciente toque mis labios, como si pudiera borrar la expresión que ni sabía que tenia

—No, no es nada. Debe ser el alcohol.- Forcé una sonrisa

- ¿Estás seguro? Estas raro...

- Sí ...Iré a mi cuarto, estoy cansado. Tuve un día muy largo y agotador.

— Esta bien Mifu, descansa.

Al entrar en mi habitación, un escalofrío recorrió mi espalda. La ventana estaba abierta, aunque juraría haberla cerrado.

Fui cautelosamente a cerrarla... ¿Habrá sido el viento?

Me recosté en mi cama, saqué mi celular y me quedé mirando la pantalla por un rato.

¿Debería agregar su número y mandarle un mensaje?

Qué demonios estoy pensando... No quiero que me compense ni nada por el estilo.

Me giré en la cama, intentando olvidar el absurdo pensamiento de escribirle, y recordé la carta.

Decidí abrirla y leerla.

"Elías,

¿Creíste que no te encontraría?

Tu pasado está marcado, Elías. Todo lo que hagas, te perseguirá, y tarde o temprano, nos volveremos a encontrar. Y te aseguro que no será un encuentro agradable.

Nos vemos."

¿Qué demonios es esto? ¿Una broma? ¿Será que la envió mi padre o será alguien más?... No entiendo qué es esto.




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