Dolor y sangre

Capítulo 10

El viernes por la tarde, el jefe nos dejó salir más temprano porque se había cortado la luz por la zona. Yo me encontraba en la salida sin saber que hacer. No me quejaba, muy rara vez salíamos temprano. Esperé a Isabella para volver juntos, ella salió a los segundos con otro grupo de ejecutivos quejándose de la situación. La miré de reojo y me saludo con la mano dedicándome una amable sonrisa. Nos dirigimos a su auto color carmesí y nos subimos.

-Perfecto, ¿te llevó a casa o quieres que te deje en algún lugar en particular?

Le dediqué una cara de pocos amigos y ella sonrió.

-De acuerdo entonces vamos a casa.

El camino aunque fuera corto me pareció muy largo. El aire frío me daba en la cara, ya se acercaba el invierno y eso me encantaba. Miré a Isabella, ella se encontraba atenta a la carretera tarareando la música que emitía la radio. Dudé un rato pero me decidí a preguntar.

-Oye Isa..

Ella me miró de reojo sin dejar de prestar atención a la carretera.

-Dime

-Cuando lleguemos, ¿tienes algo que hacer?

Ella pensó por unos momentos, crei que me iba a decir que estaría ocupada.

-No, ¿por qué?

-¿Quieres ver alguna película en casa?

Ella sonrió por la pregunta y me miro levemente.

-Pues claro que quiero, no tengo nada que hacer sinceramente.

Y así terminamos, al llegar a casa me dirigí rápidamente a mi habitación para sacarme este horrendo traje. Me coloqué un suéter azul y unos pantalones de algodón. Baje rápido hacia la Sala y espere a Isabella. Ella traía un un jersey beige y unos pantalones de algodón con unicornios. Me reí por dentro y la mire de arriba abajo.

- ¿Y las palomitas?

Ella me miro con curiosidad.

-¿Qué palomitas?

-¿Cómo qué que palomitas? no se puede ver una película sin palomitas. -le reproche moviendo los brazos como desquiciado.

-Pero no hay palomitas Elías..

Me levante de un salto y me dirigí a agarrar mi chaqueta negra de cuero.

-¿A donde vas?

La observé con determinación y me dirigí hacia la puerta.

-Ya te dije, no se puede ver una película sin palomitas. Ire a comprar al súper de la esquina.

En realidad pensé que iba a comprar solo palomitas, pero también compre refresco, golosinas y algunas papitas. -¿Qué? Hay que estar preparado siempre, ¿no?- llegue a la casa y coloqué todo en la mesita de café frente a Isabella que me esperaba con una manta cubriendola.

Encendí el televisor y me senté junto a ella, tapandome con la manta.

—¿Qué preferís? Marvel, Disney, Pixar...

Tomé una pausa para respirar y proseguí:

—DreamWorks. Podría estar toda la tarde. ¿Cuál preferís?

Se recostó junto a mí en el sillón y puso su mano en el mentón, como si estuviera pensando muy seriamente.

—Mmmm... ¿y si vemos alguna de superhéroes?

—Perfecto, entonces pongo Marvel —dije, esbozando una sonrisa. Amaba las películas de acción, y sobre todo las de Marvel. Amaba a Iron Man o al Capitán América. Eran geniales.

Fui nombrando las películas mientras me deslizaba por el catálogo:

—¿Cuál querés? Está Hulk, Capitán América, Pantera Negra, Iron Man...

Me interrumpió y me observó con curiosidad.

—¿Qué es eso?

La miré sin entender a qué se refería.

—¿Qué es qué? —pregunté, confundido. Había hablado tanto que ya no sabía qué no había entendido.

—Ese tal Iron Man.

La miré incrédulo. ¿Cómo demonios no conocía a Iron Man? ¿Cómo demonios no conocía a uno de los mejores superhéroes de la historia? No me lo podía creer. ¿No tuvo infancia o qué onda? Esta mujer me va a sacar canas verdes.

La observé por un largo rato, hasta que se movió, mostrando incomodidad.

—¿Por qué me mirás así? En serio, no sé qué es eso. No conozco a ese tal Iron Man.

No... en serio no estaba de joda.

Y yo no podía permitir que siguiera humillándose. Pobrecita, sin conocimiento de la vida.

—De acuerdo, voy a solucionar esto —me acomodé frente a ella para que me pudiera escuchar—. Bien, Iron Man es... Tony Stark. Un genio, millonario, filántropo, sarcástico y con estilo. Literalmente todo lo que alguien como yo aspiraría a ser si no tuviera traumas familiares y cuentas por pagar.

A ella se le escapó una leve risita, pero yo proseguí en mi papel de profesor.

—El tipo fue secuestrado por unos mafiosos en una cueva. Bueno, terminó con un aparato en el pecho porque sin él se moría. Y armó una armadura de metal en la cueva para escapar.

Ella me observaba con mucha atención mientras hablaba.

—Llegó a su casa, después armó una nueva armadura mucho más genial, de color rojo, y se volvió superhéroe. Pero no es de esos buenos buenitos, ¿entendés? Tiene una oscuridad que lo hace real. Como... como si no supiera del todo si merece ser bueno.

Al decir eso, no sé por qué, pero la miré. Ella me observaba con los ojos bien grandes, atenta.

—Y después está todo el rollo con su padre, el legado, las decisiones que toma... todo lo que lo transforma. No es solo un tipo con un traje, Isabella. Es el corazón de todo. Es... —me detuve—. Bueno. Tenés que verlo. Hay tres películas, y después están las de Avengers, donde están los otros superhéroes, que son como quinientos.

Después de hablar, pasé la mano por mi pelo y me acomodé en el sillón, viendo cómo me miraba.

—¿Qué me mirás? ¿No te entró toda la información o qué?

—Nunca pensé que te gustara tanto algo —dijo, riendo.

—Y yo nunca pensé que alguien no conociera a Iron Man —dije, cruzándome de brazos, mostrándome indignado—. Y acá estamos.

—Bueno, ponela, profesor Stark.

Me propuse a colocar la película.

No cruzamos palabra alguna. Ya me había visto esta película miles de veces, me sabía cada uno de los diálogos y cada parte en la que venía una canción, pero me encantaba igual, aunque esta vez se sintió diferente. Siempre solía verla con mi hermana, y esta vez no era la ocasión.




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