Eran las dos de la tarde. El doctor acababa de darme el alta para ir a casa. Sinceramente, me parecía una pavada haber estado aquí tanto tiempo, considerando que solo fueron un par de golpes.
Isabella estaba guardando mis cosas. No eran muchas, pero igual agradecía que me ayudara tanto.
Salimos del hospital, y la luz del sol me cegó. En serio, esto era una mierda.
Subimos al auto de Isabella. Todo estuvo en silencio. No dijimos nada. Me sentía agotado, así que cerré los ojos… y cuando los volví a abrir, ya estábamos en casa.
Giré la cabeza y la vi: Isabella me observaba meticulosamente.
Le guiñé un ojo, y ella apartó la mirada al instante, sonrojada.
Una carcajada se me escapó, y bajé del auto.
Me acerqué a la puerta con mis cosas. Intenté abrir, pero estaba cerrada. Suspiré y esperé a que Isabella la abriera. Cuando llegó a la puerta, introdujo las llaves y la abrió, entré después de ella y me sentí aliviado. Deje mis cosas en la mesada y me recosté en el sofá.
-¿Qué quieres comer, Elías? - me pregunto mientras revisaba los cajones buscando ingredientes.
¿Y si esta vez yo cocinaba y le devolvía el favor por cuidarme tanto? No sería tan difícil cocinar algo.
-Isabella dejame a mi, yo cocino
Se recostó en la mesada y me señaló la cocina en indicación de que podía.
-¿Que vas a cocinar profesor stark?
-Dejame ver nena- abrí los ojos como platos al notar cómo la había llamado y me sonroje un poco por mi comentario.
-Lo..lo siento, no quise decir eso.
-No pasa nada- dijo soltando una leve sonrisa junto a un leve sonrojo.
Revise los muebles buscando ingredientes para cocinar algo, encontré los suficientes para poder hacer una pizza de jamón y queso, mis favoritas. Luego de hacer la masa, me remangue la camisa y me puse a amasar, Isabella se sentó frente a mi en la mesa y me miraba con mucha atención, podía notar lo hipnotizada que estaba viendo cada movimiento, ya pensé que se me había muerto.
Rato después metí la pizza al horno y espere junto a ella, se estaba quedando dormida en la mesa con la mano apoyada en su mejilla.
-Se ve muy tierna- se me escapó la frase y pude ver como me miraba de repente. Me puse muy nervioso, sentía como mi corazón se aceleraba como desgraciado, que idiota, Elías ¿cómo pudiste decir eso en voz alta?
-¿Qué dijiste? - me miró adormilada y con un chorro de baba en la comisura de su labio inferior.
Me quedé mirando sus labios por cierto tiempo y mi cara se relajó al darme cuenta de que no había escuchado lo que dije, o por lo menos eso esperaba. Cuando la pizza estuvo lista la puse sobre la mesa y la serví.
-No pensé que supieras cocinar-Dijo ella mientras tocaba la pizza con un cuchillo, como si fuera a cobrar vida de repente.
-Hay muchas cosas que no sabes de mi, Sinclair y pienso empezar a contarlas.- dije mientras le daba un mordisco a la pizza y deguste su exquisito sabor.
Ella la probó y me miró un la comisura de sus labios levantada y los ojos como platos.
-¿Esto está rico?
-¿Enserio dudabas de mis habilidades culinarias? - Dije mientras me reía entre dientes.
-Sinceramente si, pero esta buenísima
-Auch, pero me alegro que te guste.
Dijo algo pero no llegue a escuchar por lo bajo que lo dijo. Mientras comíamos el golpe de la lluvia en las ventanas nos interrumpió. Isabella miro para afuera y todo cansancio que mostrará en el rostro se esfumó.
-¡¡Elías, esta lloviendo!!- dijo con una alegre sonrisa.
-Si, me di cuenta.
Se acercó a la puerta y aunque pensé que la iba a trancar, la abrió.
-¿Qué hacés Isa?- dije confundido con sus acciones.
-Voy a mojarme- dijo divertida y salió corriendo descalza a la calle.
-Estás loca- grite apoyándome en el marco de la puerta, viendo como se mojada bajo la lluvia y daba vueltas como niña chica. No se que fué, pero sentí un impulso de ir con ella y eso hice. Salí tras de ella empapándome al instante, ella paro de girar al verme afuera y nos quedamos quietos bajo la lluvia. Isabella me miraba con los ojos brillantes, nunca los había visto brillar tanto.
-Gracias por cuidarme y estar conmigo en mis momento difíciles- logre pronunciar, acercándome un poco más.
-Gracias por estar conmigo y no dejarme- dijo ella después acercándose también.
No se cuando, ni como, pero Isabella se inclinó hacia mi y me besó. No fue se esos besos llenos de deseo, ni esos pasionales, fue uno tímido y cálido. Sus labios estaban mojados al igual que los míos, fue rápido pero lo suficientemente como para paralizarme. Ella se alejó al instante sonrojada y sorprendida por lo que había echó.
-Lo siento, no se porque hice eso
-No pasa nada, dije mientras me tocaba mis labios con los dedos. Ella se fue corriendo hacia adentró apenada y yo me quedé ahí, perplejo de lo que había pasado. Demonios Isabella Sinclair, ¿que me hiciste?, pensé mientras una sonrisa se formaba en los labios.