Dolor y sangre

Capítulo 15

Desperté con una extraña calma en mi mente. Por primera vez en mucho tiempo no me carcomían los pensamientos y mi mundo ya no se derrumbaba. Solo silencio. Solo paz y calma. Me estiré un poco y me quedé acostado mirando al techo, la lluvia aún seguía pero era más calma, como todo en mi interior. Agradecía esa sensación, últimamente cada despertar era una pesadilla. Pero ahora, al recordar todo lo que sucedió anoche, mis labios formaban una gran sonrisa. Recordar su beso bajo la lluvia. El temblor de su voz. Su declaración. No paraba de retumbarme esa frase que me dijo “poco a poco me estoy enamorando de ti, Elías Devereux.” esa frase me tenía loco y me encantaba que ella pudiera provocarme eso con tan solo unas palabras.
Me levanté lentamente y me senté en un extremo de la cama, agarré mi celular y revise mis notificaciones, no había nada interesante la verdad así que decidí levantarme sin hacer ruido, no sabía si Isa estaba despierta o no, pero necesitaba verla.
Salí de mi habitación y baje las escaleras, al entrar en el living me encontré con ella, descalza y cubierta con una manta, su pelo estaba en un moño desarreglado, tenía un libro sobre su regazo y estaba con las piernas cruzadas, tenía un café sobre la mesa y la manera en que leía atentamente su libro me cautivó.
No podía creer lo maravillosa que se podía ver una persona leyendo. Y no era solo porque fuera ella, sino porque sin intentarlo me hacía sentir mil cosas, verla feliz tan solo leyendo me llenaba de alegría.
Ella no lo sabía, pero mientras leía, se mordía el labio en las partes que no le gustaban. Otras veces cruzaba las piernas, otras sonreía o simplemente cerraba el libro tapándose la boca para contener la emoción por algo que hizo un personaje, a veces lloraba y otras fruncia el ceño cada vez que se enojaba. Pero verla así, tan auténtica, tan ella. Viviendo mil vidas cada vez que leía y yo comenzando al fin la mía gracias a ella.
-¿Te pasa algo?- Preguntó sin apartar la mirada del libro cómo si leyera mi mente.
Sonreí y me apoye sobre el marco de la puerta.
-Nada…solo estaba viendo algo lindo.
Ella apartó la mirada del libro y nuestras miradas se cruzaron, me dedicó una dulce sonrisa y mantuvo su mirada un segundo más de lo necesario, luego la apartó bajando la cabeza. Sin preguntar me senté junto a ella y pase un brazo sobre sus hombros.
-¿Qué lees Chispita?
Ella me miró de golpe, sorprendida y se le escapó una carcajada.
-¿Chispita? ¿Desde cuándo me llamas así, Elías?
-Desde ahora, porque cada vez que te veo, siento que enciendes algo dentro de mi.- dije. Después carraspee y la miré de reojo - Pero sí, también porque eres muy ardiente- Mentí
Ella se sonrojo y me pegó un empujón alejándose un poco de mi. Agarre su taza y tomé un sorbo para probar. Estaba frío.
-¿Hacé cuánto te hiciste este café, linda?
-No lo sé, me desperté hace un par de horas.
-¿Cuanto es un par de horas para ti? -le pregunté girandome hacia ella
-No se, creó estoy aquí desde las ocho
-¿Desde las ocho?- pregunte arqueando una ceja -¿y no pensaste en volver a acostarte?
-Estaba muy entretenida con el libro- dijo encogiéndose de hombros -además no quería despertarte
-Podrías haberme ido a despertar- dije en voz baja acercándose -no me hubiera molestado que lo hicieras
Y ahí nos quedamos, en ese silencio que no era incómodo para nosotros pero si hermoso. Ella con la cabeza recostada sobre mi hombro mientras leía y yo admirando su belleza. Me enderece y ella también lo hizo, Isabella giro su cabeza en mi dirección y quedamos frente a frente. Acomode con uno de mis dedos un mechón rebelde detrás de su oreja, ella tuvo un leve sonrojo rojizo de esos que me enamoraban. En ese momento lo supe, algo dentro de mí me indicó que ya era el momento indicado que había estado esperando hace tiempo. Le hice una caricia con los dedos en la mejilla y me incliné hacia ella dándole un sincero y verdadero beso, no uno impulsivo sino uno que decidí dar.
Fue lento y cálido. Fue mi manera de demostrarle lo que sentía sin palabras, sus labios eran dulces y sabían a café frío, tenían algo nuevo que antes no podía probar...
amor
Al separarnos ví como sus hermosos ojos abiertos de par en par, resplandecían como dos diamantes, llenos de vida como si estuvieran descubriendo el mundo por primera vez.
-Isabella Sinclair, quiero que seas la chispa que me encienda cada vez que me apague, que seas la chica que por más fuerte que seas, yo sea tu refugio y tu lugar seguro. Te amo y te has vuelto muy importante para mi, eres mi mayor debilidad y no sabes lo aterrador que es eso. Pero aunque eso llegará a destruirme quiero ser el personaje principal de tus libros, el hombre de tus sueños y tu chico- Ese fue el mayor acto de amor y valor que tuve por alguien, le entregue mi corazón y toda mi existencia.
Ella me miro con los ojos húmedos, pensé que había dicho algo malo pero me alegro entender que ese no era el motivo.
-Entonces quiero ser tu debilidad y que seas mi chico Elías, porque quiero que seamos un desastre juntos.
Su hermosa cara cambió de una hipnotizada a una de terror.
-Oh no
-¿Qué pasó linda?- la mire con una ceja levantada
-¡Hoy tenemos una cena con mi madre en dos horas!
Me separé un poco para mirarla mejor
-¿¡Qué!?
-Te lo iba a decir el día del accidente, pero tuviste el accidente y después lo de anoche y se me olvidó- respondió con esa inocencia que demostraba solo conmigo
- Isabella Sinclair, primero me besas, me enamoras y ahora ya quieres presentarme a tu madre...vas muy rápido, linda y eso me encanta- le sonreí de lado y volví a besarla.




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