Doloroso amor

18

El ensordecedor sonido del reloj molestando el sueño de Ernesto haciendo que este soltara un gruñido de molestia, sacando su brazo derecho apagando el molesto aparato.

Con pereza quita las sábanas que cubren su cuerpo dejándole expuesto ante el frío, sentándose en la orilla de la cama este se pone lo que son sus pantuflas e ir al closet a buscar su vestimenta para ir a trabajar el día de hoy.

Teniendo ya su ropa lista voltea y observa a Rosa su pareja, la futura madre de su hijo, ahora se está dando cuenta que Rosa no es tan atractiva como le miraba años atrás, no ahora simplemente la ve como una mujer cualquiera, pero no puede arrepentiste asta estas alturas pues la mujer está en espera.

Soltando un sonoro suspiro se encamina al baño para ducharse y no ir con olor a cama a la oficina.

Adentrándose en la lluvia artificial los recuerdos azotan su cabeza haciendo que su columna sintiera un sudor frío que lo recorriera, cerro sus ojos solo para mirar un poco más aquellas escenas vividas en la madrugada, sus manos aun sentían el cuerpo de la dama con la que comparte votos matrimoniales.

Fantaseando un poco con su esposa.

Por un lado, está Sofía dormida plácidamente aún, sus facciones tan delicadas hacen que parezca un ángel, su piel es delicada, su sueño siempre fue ligero así que cuando se escuchó es estruendoso ruido del despertador de Ernesto la hizo brincar por un pequeño susto.

Rápido a levanta provocando un pequeño mareo, tomando sus Sienes, y tapando sus ojos para evitar que la luz le pegue directamente a sus adormilados luceros.

Regresando en sí, y sin que los rayos del sol le molesten suelta un pequeño gruñido por despertarse tan temprano.
Volteando si rostro al reloj y marca las 6:30 am, volviendo a dejarse caer de espaldas en la mullida colcha y en el tan relajante colchón, tapándose hasta el rostro recordando lo que pasó en la noche anterior.

Y tomando una almohada poniéndosela sobre su cara y está suelta un grito de enojo e impotencia.

Tiene tanto coraje retenido que solo grita, está decidida no más, ya no lo verán la cara de estúpida y menos el idiota de su marido.

Decidida se levanta y camina al baño a partir de este momento, sí aunque ya lo ha dicho muchas veces no se quedará a qué la rescate un príncipe azul, aunque Luciel le ha llamado la atención no caerá ante los encantos. Porque, aunque no le crean ella es inteligente, tiene todo lo que un hombre quiere, inteligencia, hermosura, un carácter dócil que cuando está se siente atacada saca sus uñas como leona, pero sobre todo eso amorosa, dulce, tierna lástima que el idiota de su marido no se dé cuenta de lo que está perdiendo con sus idioteces, pero recordando nuevamente el beso su estómago se contrajo, su pálpito se aceleró y su corazón dolió y con ello se dio el suficiente valor para hacerlo que tiene planeado.

Saliendo de la ducha y con los músculos menos tensos de como los tenía, sosteniendo la toalla en su cuerpo busca un conjunto que le quede perfecto y salir a las calles, pues irá a buscar a Steven el amigo de Ernesto y por lo tanto de ella, pues él es abogado e irá a qué la asesore para su divorcio y tal vez y solo tal vez le diga cómo está el rollo del bufet para ella comenzar a tomar las riendas de ello y llamar a su hermano que se haga cargo de la empresa.

Ernesto quería guerra pues le dará guerra, lo de la noche fue la gota que derramó el vaso, lo solo profana con su amante su casa sino que ahora también la besa y abraza con sus manos sucias.

Se le hace repugnante que después de tocar a esa víbora se atreva a tocarla es el colmo que después de 10 años, después de tanto tiempo este se digna siquiera a mirarla.

No más, se termina de vestir y se ve frente al espejo y se dan cuenta de que no es fea, tiene buen cuerpo y como no si siempre fue al gym y aunque esta comiese lo que comiese su figura nunca se distorsiono pues está en sus genes.

Por otro lado, Ernesto después ser ducharse y vestirse le echa una última mirada a Rosa que aún duerme plácidamente en la cama y, para colmo su mente le juega mal nuevamente y se imagina a Sofía dormida con un vientre hinchado.

Sacude su rostro y restriega sus manos en él y sale de la habitación a paso apresurado y de igual manera caminando por en pasillo de las habitaciones sin percatarse que Sofía bajaba a la par de él.

Con el sonar de los tacones Sofía con toda elegancia baja las escaleras y no es por presumir pero ella tiene un oído muy agudo, podía escuchar los pasos de alguien tras de ella y volteo pensando que era su a de llaves, pero no fue así, es su detestable esposo.

Con una mueca en su rostro y con un poco de coraje termina de bajar sin prestarle la mínima atención al tipo que viene tras de ella.

Ernesto frene a su comportamiento tiene una mueca de confusion ante los actos de la mujer delante de él.

Más no pierde el tiempo y paso apresurado baja las escaleras y la toma del brazo haciendo que está gire, y está volte. El toque le quemo al instante que lo sintió y arrebatando de su agarre su brazo y frunciendo su entrecejo lo encara.

- Que demonios quieres Ernesto, no vez que voy apresurada. - sus facciones aunque esté enojada la hacen ver aún hermosa.

- Bueno yo...- no termina pies el tampoco sabe el porque la tomo, solo fue un movimiento involuntario.

- Tu que Ernesto deja de joderme la existencia y ya déjame en paz.

Se voltea para seguir caminando, pero la voz de Ernesto la detiene de nuevo.

- Sofía - ella detiene su paso para escucharlo pero no se voltea - sobre lo de anoche.

Cuando menciona aquello si corazón es un vuelco y sus ojos se agrandan pero aún así no voltea y sigue escuchando.

- Bueno yo... Em... Quisiera que - no termino pues Sofía hizo sus propias conclusiones ante lo que trataba de decir y voltea.

Con una mirada fría, un semblante serio para ella, sus ojos ya no derramaron lágrimas, solo demostraban, coraje, resentimiento, dolor y desepcción y solto - Ya se lo que quieres decir pedazo de idiota, no soy estúpida, olvídalo y de igual manera yo, solo te digo una cosa esa fue la gota que derramó el vaso y solo atente a las consecuencias de todas tus estupideces.




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