La puerta sonó tres veces y se abrió sin esperar respuesta. Nicole se giró para ver quién era.
—Nate, ¿qué haces aquí?—le preguntó al joven de ojos verdes.
—Oh, venga, no me digas que estás enfadada —dijo con una pícara sonrisa mientras se iba acercando a ella.
—¿Enfadada?, ¿por qué? Oh, ya lo recuerdo, porque no me has defendido con mi hermano —dijo ella dándole la espalda.
En realidad no lo estaba. Adoraba a Bruno y se pasaban el día picándose, pero sí que le gustaba que Nate sacase la cara por ella.
—Venga, ven aquí —dijo cogiéndola de la cintura y atrayéndola hacia él.
—Vete con tu amiguito, seguro que ya le echas de menos —respondió ella para molestarlo.
Trató de resistirse a su abrazo, pero entonces él comenzó a besar su cuello suavemente. Después la giró y comenzó a besar apasionadamente sus labios.
—Te he echado de menos —susurró él, y ella no pudo evitar sonreír al escucharlo.
Nicole empezó a deslizar sus finas manos por el torso del chico para quitarle el jersey y dejar al descubierto sus musculados brazos. Él la apretó contra su cuerpo y siguió besándola.
—Nicky, ¿estás ahí? No sabes lo que me ha dicho la Mantis —Se escuchó una voz detrás de la puerta.
"Mantis" era como Claudia llamaba a la directora porque estaba convencida que esta mataba a sus parejas, o al menos las hacía desaparecer. Esa señora era bastante intrigante y nunca permitía que nadie indagase sobre su vida privada, ¿quién hacía eso? A todo el mundo le gustaba hablar de sí mismo, estaba en la naturaleza de las personas.
Nicole y Nathaniel se apresuraron a separarse por si Claudia entraba sin esperar a que le abriesen. Nicky se miró en el espejo para asegurarse de que no había evidencias en su cuerpo, ni en su pelo, de lo que hacía unos segundos había sucedido, o había estado a punto de suceder.
—Mi hermanita tan oportuna como siempre —dijo Nate asqueado.
—Pasa —gritó la morena.
Claudia entró y miró extrañada a su hermano mayor.
—¿Qué haces aquí? —preguntó confusa.
—Estaba preocupado por ti y ha venido a preguntarme si sabía algo o si seguías en el despacho —mintió Nicole tratando de sonar convincente.
Nathaniel se encogió de hombros y ella sonrió, parecía que se lo había creído.
—Me ha obligado a estar con los nuevos para enseñarles todo esto y solucionar sus dudas durante un mes —Hizo una pausa—. ¡No quiero hacer de canguro! —exclamó con cara de pocos amigos.
Los jóvenes no pudieron reprimir una carcajada. No se imaginaban a Claudia cuidando de los pobres niños, era más un castigo para ellos que para Clo.
—Bueno, que disfrutes de tu labor, yo me voy a entrenar un rato.
Las chicas se despidieron de Nate y comenzaron a hablar de todo lo ocurrido.
—Por cierto, pensaba que no te atreverías —dijo Nicole haciendo referencia a lo ocurrido en el discurso de apertura.
Claudia se mordió el labio inferior y se encogió de hombros.
—Me quitó mi asiento en las clases de herbología —dijo inocentemente.
Ambas comenzaron a reírse.
—Nicky, era un buen sitio, tú lo sabes.
Nicole no podía creérselo. Isabel no le caía bien, era una de esas personas que todo lo hacía perfecto. La niña bonita de la directora. La sacaba de quicio, pero, ¿acostarse con su novio por un asiento? Eso era demasiado hasta para Claudia. Ella siempre tenía una manera desmesurada para devolver las cosas, pero aún así la quería. Se conocían desde niñas y, cuando la conocías, no era tan malvada. O quizás sí, pero con ella no lo era y eso era lo que le importaba. Claudia siempre daría la cara por ella, eso lo tenía más que claro. Era alguien realmente importante en su vida.
—Bueno, lo hecho, hecho está, pero tengo una duda, ¿a ti te gusta? —preguntó.
—¿Hugo?, ¿estás loca? No sabes el asco que me dio acostarme con él, pero tenía que devolvérsela —respondió restándole importancia a lo sucedido.
Nicole negó con la cabeza. Isabel y Hugo llevaban juntos desde críos. Eran la pareja perfecta del Morsteen. Aunque si se había acostado con Claudia no debía de quererla tanto. Casi se podría decir que le había hecho un favor sin darse cuenta.
—Deja de ser tan santurrona e invítame a un café.
—Eres lo peor Clo. Lo sabes, ¿verdad?
—Venga, vamos a por nuestros hermanos y les convencemos para que paguen ellos —dijo tirando de Nicole hacia el pasillo.