—Tic tac, tic tac. Se te acaba el tiempo —dijo Claudia dedicando a María una sonrisa burlona.
Se lo pasaba en grande burlándose de la pobre chica, bueno de ella y de cualquiera que se le atravesase. María avanzó rápidamente hasta donde se encontraba Bea, no quería seguir escuchando más insultos ni provocaciones.
—Clo, no seas tan dura. Recuerda tus primeros días —le recriminó Bruno de forma bastante relajada.
—Perdona, pero en mi primer día aquí ya sabía que era una Domadora y controlaba gran parte de la magia de los distintos elementos. Además, ¿desde cuándo eres tan santurrón? —se burló la domadora.
—No te metas con él. Pobre, está enfadado porque ayer salimos de fiesta sin él —respondió Nicole mientras abrazaba fuerte a su hermano.
—Ni me digas. Todavía me duele la cabeza... En serio, no recuerdo casi nada —comentó Claudia.
Nicole y Nate se miraron y sonrieron aliviados. Se habían salvado, pero sabían que no iban a durar mucho tiempo más así. Tarde o temprano alguien los descubriría y tendrían que hacer frente a sus sentimientos, y a Bruno.
—¿Podemos dejarnos de tonterías y centrarnos en lo importante? —se quejó Nathaniel.
Todos se giraron sorprendidos hacia Nate.
—¿Qué? —preguntó encogiéndose de hombros—. ¿A quién le importa si la anormalidad lo consigue o no?
Todos se rieron, no había nadie como él.
—Está bien, vayamos a la siguiente clase —respondió Nicole.
El aula estaba casi vacía. En el centro el Sr. Quemada, quien, a parte de la asignatura de Criaturas mágicas, también impartía algunas de agua.
—Llegáis pronto —dijo el profesor sorprendido—. Bueno así podéis ir preparando ya la clase. Señorita Jaquinot, venga un momento por favor.
Bruno lo miró serio. No le gustaba la forma en la que trataba a su hermana. Era demasiado cercano.
—Si quieres decirle algo puedes decirlo delante de nosotros —advirtió Bruno.
—Jaquinot, no olvide que se está dirigiendo a su profesor —respondió el señor Quemada.
—Y tú a mi hermana —espetó el domador.
Bruno lo miraba de manera desafiante, pero el Sr. Quemada no se iba a dejar pisotear ni mucho menos por un niñato como él.
—Aquí las cosas se hacen como yo digo. Si tiene algún problema con eso es libre de hablar con la directora al respecto —sentenció el profesor con una firme sonrisa.
—¡Bruno, ya! —exclamó Nicole agarrando del brazo a su hermano—. En serio, ¿qué te pasa últimamente?
Él la abrazó fuerte y aprovechó el momento para advertirle al oído que no se fiase del profesor.
Nicole avanzó hasta donde estaba el Sr. Quemada.
—¿Qué ocurre?
—Lo lamento, ayer no pude retener a Nathaniel mucho tiempo. ¿Conseguiste hablar con mi hermano?
Nicole negó con la cabeza.
—Quizá sea lo mejor. Nicky, en serio, deberías olvidar ese tema —le dijo colocando una mano en su hombro.
Bruno no aguantaba más, ¿quién se creía para tomarse esas confianzas con su hermana?
—¿Vamos a empezar ya o qué?
La clase había comenzado a llenarse. Nicole volvió a su lugar junto a los Domadores.
María entró tímidamente y se posicionó junto a Bruno.
—Bien, veo que ya os habéis dividido en Aqua y Domadores. Ahora quiero que hagáis parejas para el siguiente ejercicio.
Los cuatro jóvenes Domadores se dividieron con sus respectivos hermanos. María de nuevo se quedó sola.
—Bruno, ponte con María para que le puedas ayudar—Hizo una pausa—. Señorita Jaquinot, usted hará la práctica de hoy conmigo—añadió el señor Quemada mientras disfrutaba de la cara de molestia de Bruno.
La ira de Bruno comenzaba a subir rápidamente por su cuerpo. ¿Es que acaso ese tipo tenía una especie de obsesión con su hermana? Ella lo miró para tranquilizarlo. Quería explicarle la relación que mantenía con el profesor y confesarle que eran buenos amigos, que no había nada más, pero si se sinceraba él descubriría su secreto, y eso era algo que la joven no se podía permitir. Al menos no tan pronto.
—Bien, ahora que cada pareja se acerque a uno de los pozos. Quiero que consigáis crear burbujas que se eleven. ¡Venga, es muy fácil!—aniñó el profesor a sus alumnos.
Claudia y Nate tardaron apenas dos segundos en conseguirlo. Nicole también lo hizo de forma rápida. Bruno le permitió a María probar primero, pero tras varios minutos seguía sin conseguirlo, era imposible que lo lograse. Esa chica era un desastre con la magia.