Eran las tres de la mañana y Nicole estaba exhausta. No sabía ni cómo había logrado llegar a su habitación. Cesar la había matado con el entrenamiento, pero eso era exactamente lo que ella necesitaba. Él era el único capaz de prepararla para la conexión.
Encendió la luz y se encontró a Nate tumbado en su cama. Había estado despierto esperándola ahí.
El joven entreabrió los ojos.
—¿Cómo ha ido? —preguntó entre bostezos.
Nicole sonrió de forma adorable. No tenían una relación, pero sabía que él se preocupaba por ella de verdad y, por ahora, era suficiente.
—No ha estado mal —respondió mientras se tumbaba en la cama junto a él.
Nate se puso de costado y la rodeó con su brazo. Ella se pegó a él, le gustaba sentirlo cerca. Le hacía sentirse protegida.
—¿Estás segura de lo que vas a hacer?
Los ojos del chico se iban cerrando poco a poco.
—Sí, sabes que es lo que quiero desde niña.
Él la abrazó con más fuerza. No estaba de acuerdo con su decisión. A decir verdad, le aterraba poder perderla a causa de esa decisión, pero sabía que no debía interponerse.
—Está bien... Sabes que cuentas con mi apoyo.
Ella se giró y besó de forma dulce sus labios. Él esbozó una sonrisa. No sabía cómo, pero ella siempre lograba sacarle esa faceta suya tan escondida.
—¿Y tú? —preguntó ella curiosa.
—Sabes que tomé esa decisión hace años. Escogeré un Grifo.
Nicole se rió, sin duda era la única criatura posible para Nate. Una criatura majestuosa y orgullosa. Se llevarían bien.
—¿Quieres comentar algo? —preguntó algo burlón cuando la escuchó reírse.
Ella volvió a besarle.
—Que cuando lo consigas quiero que me lleves un día a lo alto de la montaña que veo desde mi ventana.
Él bostezó, estaba muerto. Trataba de seguir la conversación, pero estaba realmente agotado.
—Descansa —le dijo ella abrazándolo también.
—No, tranquila, estoy bien.
Hacía mucho que no estaban tan a gusto los dos solos. Es cierto que estaba muerto de sueño, pero no quería desaprovechar ese momento.
—¿Qué vas a hacer cuando tu padre y tu hermano se enteren?
Ella dudó un segundo. La verdad es que no lo tenía muy claro.
—Bueno, se enterarán el día que haga mi elección y ya sabes que no hay marcha atrás, así que...
El joven rió levemente. Sin duda esa chica era increíble. Eso sí, no quería ni imaginarse cómo se lo iba a tomar Bruno.
—Y si me dicen algo me pondré detrás de ti para que me defiendas —bromeó entre risas.
Nate hizo el amago de reír, pero tenía tal cansancio acumulado que ya no podía ni con su alma.
Cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.
—Te quiero —dijo justo antes de dormirse.
La joven abrió los ojos y lo miró ilusionada. ¿Lo había dicho? No sabía si el joven era consciente o no de lo que acababa de ocurrir, pero ella se sentía tan feliz de escucharlo por primera vez...
—Yo también a ti —susurró ella y volvió a cerrar los ojos.