Domadores | #1 |

Capítulo 36. Resaca

Una leve brisa despertó a Nicole. Entreabrió los ojos, vio a Óscar junto a ella y se giró en la cama. Quería dormir un poquito más. Un momento, ¿Óscar? ¿Qué hacía él en su cama?

Abrió los ojos y se incorporó. Miró la habitación. Una estantería perfectamente ordenada, un armario abierto lleno de trajes caros, un zapatero a rebosar con los mismos zapatos una y otra vez, varios cuadros de criaturas... Ese no era su cuarto.

Bajó su mirada y comprobó más tranquila que estaba vestida, aunque esa camiseta no era suya. Más bien juraría que era de Óscar. ¿Qué era lo que había pasado? La cabeza le iba a estallar... No podía haberse acostado con él...

—Buenos días —dijo él alegremente.

Ella forzó una sonrisa, tenía que salir de allí ya.

—Yo, esto... Óscar, no sé qué ha pasado, pero...

—Oh, no, no. No ha pasado nada de eso —respondió él ruborizándose—. No quería dejarte sola y por eso has dormido aquí, pero yo he estado en la silla toda la noche hasta ahora —añadió crujiendo su espalda.

Estaba destrozado.

Ella respiró aliviada. No recordaba nada de lo ocurrido desde el momento en el que Clo los abandonó en el concurso para irse con Hugo, y mucho menos se acordaba de qué pintaba Óscar en todo este asunto, pero paso a paso. Por ahora estaba contenta sabiendo que no había pasado nada.

—Bueno, yo me voy a clase —dijo levantándose de la cama.

—Nicky, tu ropa —le mencionó él saliendo tras ella.

Nicole miró el torso desnudo de su profesor. Estaba perfectamente definido, parecía una escultura griega... Sacudió su cabeza. No era el momento. La ropa, sí, debía cogerla. Salir así no era una buena idea.

Se vistió, le devolvió la camiseta y se fue corriendo a su habitación.

—¿De dónde vienes?

Genial, el que faltaba...

—¿Quieres que me de un infarto?

Él la miró serio, no pensaba dejarla marchar sin una buena respuesta.

—Nate ahora no, me duele todo. Además tengo que darme una ducha y vestirme para estar lista para los entrenamientos.

La cabeza le iba a estallar. Pero ¿qué era lo que había hecho ayer? ¡Que dolor!

—No te preocupes, puedo esperar —aseguró él mientras entraba en su habitación.

—Sí, si, tú pasa como si fuese tu casa.

—¡Nicole, espera! —gritó María que corría por el pasillo hacia ella.

Genial, ¿qué querría? ¿Por qué todos la molestaban en ese momento? Solo quería darse una larga, relajante y calentita ducha...

Se quedó mirando a la chica, quizás la interrupción no le venía tan mal después de todo.

—Claro, pasa —le dijo alegremente—. Nate, luego nos vemos. Tengo que hablar con María —añadió con una enorme sonrisa.

Él salió de la habitación bastante molesto. Esa anormalidad cada día le caía peor.

—¿Qué ocurre? —preguntó Nicole mientras lanzaba pequeñas corrientes de aire a su sien para tratar de minimizar el dolor de cabeza.

—¿Puedes hacer eso también conmigo?

—Al grano, ¿qué ocurre?

—¿Qué pasó ayer? No recuerdo nada...

A buena se lo estaba preguntando. Ella se había despertado en la cama de su profesor con su camiseta puesta, así que... Como para recordar algo de lo sucedido.

—Pregúntale a mi hermano. Él está más acostumbrado a beber —dijo esperando que con esa respuesta fuese suficiente y se marchase, pero no fue así.

María se sonrojo, ¿cómo se lo iba a preguntar a Bruno? ¿Y si había hecho algo vergonzoso?

—¿No puedes hacer algún hechizo para que recupere mis recuerdos?

Nicole comenzó a reírse.

—¿Quién te crees que soy?, ¿Dumbledore? —preguntó entre risas.

La verdad a ella siempre le había gustado más Snape, pero bueno.

—Ve a por mi hermano —le dijo empujándola fuera de su habitación.

Por fin podría darse una ducha tranquila y a solas.

María se marchó hacia su clase. Con un poco de suerte no había hecho mucho el ridículo anoche.

—Hola pequeña mariposa, ¿sigues tan cariñosa como ayer? —se burló Bruno.

¿Pequeña mariposa? ¿Cariñosa? Oh no...

—¿Tan malo fue? —interpeló sin poder mirarle a los ojos.

—¡Que va! Fue divertidísimo. Abrazaste a Nate, interrumpiste a la directora, casi te metes en tu primera pelea...

—¡No sigas! —vociferó avergonzada.

No sabía que le daba más miedo, haber abrazado a Nathaniel o haber interrumpido a la directora...

—Bueno tengo que irme a entrenar. Nos vemos luego en tus entrenamientos pequeña mariposa.

—¿Por qué me llamas así? —preguntó confusa, pero él prosiguió su camino entre risas.



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En el texto hay: internado, romance, magia

Editado: 09.09.2018

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