Nicole miraba aterrada la escena. Nathaniel la había empujado para ponerse en medio de ella y el huargo. Estaba dando su vida por ella. No podía ser, ella había sido tan cruel con Nate y aún así él lo daba todo por ella... No podía permitirlo, pero ¿qué podía hacer?
Un extraño ruido proveniente del pozo llamó su atención. Un enorme tentáculo salió de allí, agarró al huargo por el cuello y se lo llevó dentro.
Los aullidos de la criatura eran desgarradores y cada vez se oían más lejos.
—¡Retirada! —gritó el líder de los repudiados al ver el tentáculo del kraken.
Sabían que si la criatura del profesor Quemada podía acceder al lugar estaban más que perdidos. No había ser capaz de hacerle frente, precisamente por eso habían planeado el ataque en el bosque, porque allí no había agua, pero habían olvidado por completo el pequeño pozo.
Cuatro de los repudiados comenzaron a correr y se perdieron entre la espesura del bosque. El quinto cayó de rodillas y comenzó a gritar de dolor. Su conexión le ardía. Se veía como se había vuelto una mezcla entre roja y naranja y le estaba abrasando esa parte del cuello. Se llevó las manos a la herida y en cuestión de segundos se desmalló a causa del dolor. La criatura había muerto y con ella la conexión.
Óscar apareció corriendo junto a María, quien avanzó hasta Bruno y trató de ponerlo en pie.
—¿Estás bien? —le preguntó el profesor a Nicky.
Estaba verdaderamente preocupado por ella, aunque en verdad era la que mejor estaba.
Ella asintió con la cabeza y miró a Nate que estaba ileso gracias a la aparición del kraken.
—¡Sois unos inconscientes! —se quejó el profesor Quemada—. Es la segunda vez que os salvo en menos de veinticuatro horas. ¿Cómo se os ha ocurrido adentraros aquí? Si no llega a haber un pozo no podría haberos ayudado, y el dragón de la directora no puede acceder aquí por culpa de los árboles.
Nate y Nicky se miraron entre ellos, Óscar tenía razón. Estaban vivos de milagro, bueno, mejor dicho le debían su vida a él.
—Bruno necesita ayuda —pidió María.
Todos se giraron. Con la adrenalina del momento se habían olvidado de él. Nicole ayudó a María a ponerlo en pie, pero entre las dos apenas podían cargar con él.
—Yo me encargo —se ofreció Nate y creó una cama de aire para levantarlo y llevarlo hasta el internado—. ¿Y con este qué hacemos? —preguntó señalando al repudiado.
—La directora y vuestros padres se lo llevarán al consistorio para juzgarlo y ver qué hacen con él —respondió mientras el tentáculo cogía el cuerpo y se lo llevaba dentro del pozo.
—Gracias por tu ayuda Óscar, nos has salvado —dijo Nicole avanzando hasta dónde estaba él.
Óscar le dedicó una bonita sonrisa. No le importaba tener que salvarla mil veces, pero al resto sí que le resultaba algo tedioso.
Nathaniel miró a María asqueado, ¿de verdad no podía haberle pedido ayuda a otro? Sí, les había salvado, pero ahora ese tipejo iba a estar haciéndose el héroe con Nicky...
—No sabía que María y tú os llevaseis demasiado bien —dijo la chica algo extrañada de que hubiese recurrido a él en busca de ayuda.
Óscar esbozó una divertida sonrisa. ¿Eso que notaba eran celos? Sacudió la cabeza, debía quitarse esos pensamientos.
—La chica ha entrado en el Morsteen gritando: "¡Malos, Bruno, pozo!" —respondió recordando la escena entre risas—. He venido yo porque mi kraken podía acceder desde el pozo de forma rápida y eficaz.
Tenía sentido. Nathaniel, sin embargo, lo miró sin estar del todo convencido. La quimera del señor Jaquinot también podría haber acudido...
—Nicky, ¿podemos hablar? —le pidió el joven para interrumpir la conversación.
—Nate, ahora quiero ir a la enfermería con mi hermano y asegurarme de que está bien —explicó ella mientras miraba a Bruno—. Pero vente si quieres.
—¿Y yo podría ir también? —preguntó de forma tímida María.
Nicole afirmó con una sonrisa y todos se dirigieron a la enfermería donde los esperaba Clo preocupada.
Nicole la miró, estaba despeinada y con el pintalabios algo corrido. No hacía falta ser muy listo para averiguar qué había estado haciendo, pero, un momento, ese no era su carmín... De hecho tenía leves marcas de pintalabios también por el cuello.
—¿Cómo está? —preguntó preocupada.
Nicole dejó de lado sus conjeturas. Ahora tenía que centrarse en su hermano que estaba tumbado en la cama de la enfermería y no dejaba de quejarse porque quería irse.
Nate comenzó a explicarle a Clo todo lo ocurrido y Nicole aprovechó el momento para avanzar hasta la cama y coger la mano de su hermano.