Aaron Kravchenco.
No sé qué tan seguido sucede el sentir que tu vida, no es realmente tu vida. Es decir, sé cómo me llamo, de donde vengo y que se supone que hare en el futuro, a simple vista debería tener una clara percepción de quien soy. Por supuesto eso no es así.
Ser un peón es la verdadera normalidad de mi vida, siempre controlaron cada aspecto que me involucraba, que debo comer, que debo vestir, que estudiare, controlaron cuando nací, ahora controlan con quien me casare y probablemente, en unos años, controlaran cuando moriré. Es una idea simple y algo a lo que me he resignado, pero no quita el sabor amargo.
Los presentes sonríen y aplauden, nos miran como el espectáculo principal, el circo de la nueva era.
Deslizo el anillo en el dedo de mi prometida, me sonríe con complicidad y aunque su rostro muestre eso, sus ojos me dicen lo mucho que odia todo esto, a mí y este compromiso de porquería.
Los aplausos terminan, mis labios tocan la piel de su mano y con la mejor de las caras sonreímos a los presentes. Siempre hay que dar el mejor espectáculo.
Detrás de toda esta actuación, de esta fiesta lujosa, de cada aplauso y sonrisa, lo único que hay es crueldad, el deseo de poder y el deseo de superioridad ante los demás.
Con un movimiento discreto los lacayos nos indican que salgamos del centro de la pista, la atención que recibimos ha sido suficiente y es hora de los negocios. Hanako, mi prometida, suelta mi mano rápidamente y sin ningún tipo de sutileza se retira hacia donde se encuentra el circulo de su familia, doy un vistazo rápido correspondiendo el saludo de su madre y sin querer darle mucha importancia me dirijo hacia la barra, donde ya se encuentra Jenks junto a la pequeña arpía.
-No es por amargar su noche, pero parece que tu madre te busca pequeño solecito.
La mirada que mi amigo me lanza no me intimida y aunque ella parece saber que su madre no la busca decide captar mis intenciones y retirarse, no sin antes provocarme un poco.
-Claro, te veo después Jenks.
Desliza su mano que parece demasiado pequeña ante el pecho de Jenks, atrae su cuello y de la forma más lenta posible posa sus labios en su barbilla, el no hace mucho esfuerzo por darle alcance y aunque parece distante, la tensión es palpable y los ojos oscuros del tipo frente a mí me dan la advertencia que necesito para no intervenir de más.
Rebeca me da el intento de una sonrisa antes de por fin desaparecer entre las personas, Jenks la mira alejarse y parece querer consumirla por completo, toco su hombro intentado que su atención este en mí.
Conozco a Jenks de toda la vida, aunque vivían apartados, aunque parecían demasiado superiores para nosotros, compartimos el mismo peso, así como el mismo odio hacia esta vida. Pero ser su mejor amigo me permite conocer ese lado oscuro que no quiere dejar salir, ese lado que nadie pensaría que tiene. Porque su fachada te da una impresión diferente a lo que realmente es, ese disfraz de cordero convaleciente es la coartada perfecta para pasar desapercibido. Es una herramienta inteligente, el problema es que ni siquiera el mismo acepta ese lado suyo. Lo reprime tanto que en algún momento se convertirá en un problema.
-No entiendo tu actitud infantil. -dice después de darle un trago a su vaso- Rebeca es igual que nosotros.
-Jenks, tu obsesión con ver lo bueno de todos no te deja ver la realidad. -clavo mi mirada en la suya- en algún momento te va apuñalar, porque es una víbora que solo sabe destilar veneno. Son tan iguales que no aceptas el hecho de que no es la inocente que aparenta.
Rebeca solo tiene veinte años, es alguien demasiado joven aún y quiza como alguien mayor la este juzgando muy pronto, pero es una realidad que las mujeres de esta organización solo tienen dos puestos, o son víctimas o son verdugos y nadie quiere ser el tapete de los grandes, cuando el poder está a tu alcance siempre vas a querer llegar a él. La vida le ha dado la oportunidad de compartir el poder, esa pequeña víbora no la desperdiciaría.
- ¿Qué es tan importante como para que no pueda beber? – decide cambiar el tema y siguiendo su juego, dejo pasar la incomodidad.
-Yuko nos llevara a un lugar, debemos aprovechar que los lideres están ocupados.
Paseo mi mirada por todos en el lugar, veo a mi padre hablar con algunos socios, desde personas repudiadas y cuestionables, hasta empresarios reconocidos o figuras relevantes en el mundo. Parece irreal que estén reunidas en un mismo lugar. Hacia el otro lado de la pista, pasando el cumulo de personas logro ver a Yuko, me mira mientras bebe lo que parece ser whisky y con un movimiento de cabeza me pide que me acerque.
Toco el codo de mi amigo y caminamos pasando por los invitados, saludamos a otros, recibimos las felicitaciones como si de verdad el compromiso nos alegrara y dejando sonrisas falsas logramos cruzar el jardín.
Veo la espalda descubierta de Yuko desaparecer entro algunos arbustos y sin pensarlo la sigo, con Jenks detrás. Cuando se detiene logro ver a los demás y siendo escondidos por un muro de plantas y algunas de las telas que hacen parte de la decoración ella nos habla.
-Viendo que terminamos más de los esperados nos dividiremos en dos grupos, porque no podemos desaparecer al mismo tiempo -sus ojos conectan con los míos y el intento de una sonrisa se queda atascado en mi rostro, hay más personas presentes- Alana junto a Koning y Kravchenco vienen conmigo, la camioneta nos espera atrás de la mansión, Hannah tu iras con Patrick y Luhan, ya el transporte sabe a qué hora recogerlos.