Aaron.
La brisa hace que mi cabello se alborote un poco, pero es fresca y tambien un poco fria, al parecer se acerca el inivierno. Desde donde vivimos se logra ver gran parte de la ciudad, las murallas que rodean el terreno nos cubren de ellos, pero a ellos nada los oculta de nosotros.
—Escuché algo de lo que sucedio hoy.
No me molesto en mirar, sé de quien se trata. Su cuerpo delgado se posa junto al mio.
—Creo que todos estan en alerta estos días. —paso la mano por mi cara, necesito un dencanso— Quiero que todo este estúpido asunto de nuestro liderazgo termine pronto.
Giro un poco mi cabeza para intentar detallarla. Su cabello largo revolotea debido al viento, lleva maquillaje y eso le agrega un poco mas de belleza, aun con la expresion seria de su rostro, es una gran cara de poquer.
—Encontre esto —su mirada conecta con la mia— parece que nunca lo perdí, solo olvidé donde lo escondi.
Estiro mi mano para que ella pueda observar el pequeño objeto que sostengo y la comisura derecha de su boca sube un poco. Es linda.
—Entonces te di una paliza en vano.
Sonrío ante el recuerdo. Fue la mejor paliza que he recibido.
—Supongo que en ese momento si la merecia.
La veo estremecerse un poco, el atardecer ha dado paso a la noche y por lo tanto al frio. Guardo el pequeño pin en mi bolsillo; bajo su atenta mirada me deshago del sueter que uso y entonces lo dejo sobre sus hombros, aprovechando para rozar la piel helada de sus hombros palidos que se encuentran descubiertos, lo hago sin despegar mis ojos de los suyos, con el corazon galopando cual bestia e intentando que no note el temblor de mis manos.
Como el deseperado que soy no dejo que se aleje tan facil, acerco un poco mi cuerpo al suyo y la encarcelo entre mi cuerpo y la prenda que la cubre; me tomo mi tiempo observandola, los ojos intensos que parecen mas grandes gracias al maquillaje, la nariz pequeña que se encuentra roja por el frio al igual que sus mejillas, la cicatriz casi invisible cerca de su comisura, los labios pequeños y la respiracion temblorosa, igual que la mia.
Cuando termino mi escrutinio mis ojos vuelven a los suyos y mis manos bajan lentamente hasta estar de nuevo cerca de mi cuerpo.
—¿No te gustaria que todo fuera diferente?
La pregunta me toma de sorpresa, aunque la burbuja en la que estamos se mantiene. Sigo sin alejarme a una distanca prudente de su cuerpo.
—Me gustaría que muchas cosas fuesen diferentes.
Sutilmente mis dedos tocan los suyos, es un toque minimo, pero la temperatura calida de mi mano se topa con su piel fria y resulta en una sensación agradable.
—Yo...
—Señorita.
Los dos giramos rapidamente y la mirada apenada de una de las empleadas me regresa a la realidad, doy un paso atras y Yuko se cruza de brazos volviendo a su usual expresion seria, hace un gesto con su cabeza que le indica a la chica que puede continuar.
—La necesitan en el despacho del señor.
—De acuerdo.
Carraspeo antes de poder decir algo y mientras la mujer se aleja Yuko vuelve a mirarme.
—Nos veremos en unas horas, al pareces hay un anuncio importante que revelaran en el casino.
Asiento despacio.
—Bien, nos vemos.
Baja los pocos escalones de la muralla y se aleja a paso lento, con el andar tan elegante que la caracteriza. No quito mi mirada de su espalda mientras más se acerca a las puertas de la mansión y es ahí donde me topo con los ojos penetrante del viejo Nakamura, con el menton en alto y los brazos tras su espalda me da una advertencia silenciosa que deberia darme escalofrios, pero vivir con precaución esta comenzando a cansarme.
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Como es de esperar la inauguración es un éxito, hay periodistas cubriendo el evento, figuras públicas y empresarios de renombre se pasean por el lugar, para el ojo público esto es solo un casino. Bajo del auto cuando llega nuestro turno de ingresar, hay muchas cámaras y el flash me ciega un poco, pero intento mantener la compostura.
—¿Todo en orden? —le susurro a Hanako en un intento de amabilidad.
—Estoy bien.
Su respuesta es cortante, pero no haré un drama por eso. La ayudo a bajar del auto mientras le ofrezco una sonrisa y enredo su mano en mi brazo derecho, aunque nuestra relacion sea unicamente por la alianza, puedo admitir que es alguien muy llamativa; hoy usa un vestido color jade muy lindo que resalta mucho su figura, es sencillo pero elegante, además tiene un toque de brillo sutil que resalta con el disparo de los flashes. No sé nada de moda, pero quien se encarga de su ropa es bueno.
—Hoy puedes permanecer conmigo si lo prefieres. —A lo lejos logro ver la enorme espalda de mi amigo— No quiero que tengas problemas con el señor Nakamura.
—Esos problemas son asunto mio.
Su cuerpo queda frente al mio, no debo inclinarme mucho para poder escucharla mejor, somos casi de la misma altura gracias a sus zapatos. Su mirada seria conecta con la mia.
—Intentemos ser lo mas lejanos posible, ya es suficiente con tener que casarnos. —La molestia en su voz no pasa desapercibida para mi, pero decido no insistir.
—De acuerdo, no te obligare a nada.
Aun con su mano enredada en mi brazo derecho caminamos hacia el circulo de su familia, donde su madre nos recibe con una sonrisa.
—Me gusta que combinen sus atuendos —toca mi corbata del mismo color que el vestido de mi compañera— Lucen cada vez mas como una pareja comprometida.
—Aaron debe retirarse. —Su cuerpo se aleja dos pasos y toma la mano de su madre que aún me toca— Ven, quiero saludar al abuelo.
Sin pretenderlo un suspiro bastante profundo sale de mi, correspondo a la despedida de quien sera mi suegra y entonces miro a mi alrededor. El ambiente es bastante ligero, todos ríen, beben e interactuan entre ellos, hay muchos vestidos elgantes y personas de buena reputación aqui.