Domenico Cavalcanti

CAPÍTULO 5

FLORENCIA, ITALIA

DOMENICO

 

No debería de sorprenderme que Giulia no me hiciera caso respecto a la prueba de embarazo, fue lo primero y casi que lo único que le pedí explícitamente que no hiciera, pensé que había quedado claro en el viaje a Canaima, pero al ver el resultado negativo entiendo ese semblante distraído que me di cuenta de que tenía desde que entré y por el informe de seguridad ya sabía que Sara había comprado esa prueba. ¿Paranoico? Sí, tal vez.

Es negativo porque no es momento de que ella lo sepa, porque aún no hay las suficientes hormonas en su cuerpo para que sea detectado en orina, en sangre sería otra cosa, pero su ida al hospital me alertaría y ella lo sabe.

—¿Por qué no van con su abuela a terminar de poner la mesa y ya mami y yo las alcanzamos? Sara, por favor. —le pido a mi suegra.

—Sí, mis princesas, vamos. Tengo algo para ustedes en la cocina.

Sara toma a las niñas y se las lleva, doy un paso hacia Giulia que retrocede un poco y noto como traga con dificultad.

—Estoy esperando una respuesta, Giulia, ¿qué es esta prueba? ¿Por qué hacer lo que expresamente te pedí que no hicieras? —le cuestiono.

—Tan solo pensé que… Mi cuerpo se siente raro y yo pensé que esta vez sí, pero ya vi que no y me duele… —admite y sacudo la cabeza.

—¿Ves por qué te pedí que no lo hicieras, Giulia? ¿Por qué por una vez no puedes hacerme caso y confiar? ¿Por qué siempre quieres hacerlo todo a tu manera? —le reclamo.

—¡Fue solo una prueba, Domenico! —exclama.

—Bien sabes que no fue solo una prueba, Giulia, sabías perfectamente lo que estabas haciendo al pedirle a tu mamá que te la comprara y venir hasta aquí para hacértela, ¿por qué no puedes simplemente esperar a que sea el momento? ¿Es tan difícil?

—¡Sí, claro que es difícil! —resalta alterada y la tomo del brazo para ir al jardín y que las niñas no escuchen.

—Baja la voz, ¿quieres? Las niñas están ahí. —le pido.

—Pero si quién está con sus ojos violeta eres tú, no yo. —señala y sacude la cabeza—. Lo siento, me alteré de repente y sé que no debí, pero…

—¿Qué? No lo entiendo, Giulia, solo eso te pedí que no hicieras, precisamente para evitar esto. —señalo entre nosotros.

—Mi cuerpo se siente diferente, tan solo pensé que… ¡Dios, lo siento, Dome! —Quiere tocarme, pero no la dejo.

—Entiende que no es a tu tiempo ni al mío, que no puedes forzar esto para que pase más rápido solo por como tú te sientes, Giulia. ¿Quieres explicarme por qué la prisa ahora? Pensé que todo estaba claro ya.

Muerde su labio, cosa que hace cuando está nerviosa y siento mi energía revolverse.

»Una sola cosa te pedí: paciencia, que te olvidarás de las pruebas y disfrutaras del proceso y de nuestras hijas, ¿es eso tan difícil, Giulia? Esto solo provoca dolor entre nosotros. Si Viola no consigue la prueba, ¿cuántas más te ibas a hacer hasta que saliera lo que tú quieres?, ¿tan siquiera ibas a decírmelo?

—¿Crees que no me preocupa que no me hago más joven y las posibilidades? ¿Crees que no me arrepiento cada día de…?

—No lo digas, tan sólo deja a Ángel tranquilo dónde está.

—¿Ángel? ¿Lo nombraste sin decirme nada? —Me reclama.

—¿Y acaso tú me consultaste cuando te deshiciste de él? —le rebato sin poder controlar las palabras que salen de mi boca y ella da un paso atrás. Sus ojos se llenan de lágrimas—. Lo nombré porque mientras a ti te da miedo y él sabe que no lo amaste, es un ser que merece un nombre más que bebé o angelito del cielo o lo que sea, es un ser parte tuya y mía que merece un respeto y alguien que lo honre e intente comprender el porqué de su existencia aquí con nosotros y lo que quiere decirnos.

—Yo…

Ella no puede decir nada más porque se deshace en llanto y rompe la distancia para abrazarme, me quedo inmóvil porque estoy tan cargado que no puedo ser consuelo para ella en este momento, Giulia parece notarlo por cómo se aleja y busca mi mirada.

—No me siento en condiciones de darte confort, Giulia, no en este momento. Y te amo, pero…

—Me equivoqué otra vez, porque parece que es lo único que hago últimamente contigo y…

—Detente ahí. —alzo mis manos—. No empieces con el plan de víctima esta vez y asume tu responsabilidad, acepta que de nuevo fuiste a mis espaldas porque no confías en el proceso, ¡admítelo!

—¡Bien, lo admito! —exclama alterada—. ¡No confío en el jodido proceso que no termina de pasar!

—¿Por qué la prisa? ¿Qué hay ahora que no hubo antes, Giulia? —Sujeto sus hombros y ella se echa hacia atrás.

—No me mires así que me das miedo, Domenico. —murmura y lo sé, sé que mi mirada no es la más amable en este momento porque mi energía está revuelta y el violeta de mis ojos es más oscuro. Mi brillo es diferente—. ¡Necesito saber que no estoy dañada! —exclama y la suelto con brusquedad al caer en entendimiento de sus palabras.

—¿Qué? —parpadeo incrédulo a lo que acaba de decirme—. ¡Vaya! ¿Así que es eso? Yo pensé que era de verdad tu deseo de ser madre, pero me queda claro una vez más que todas tus razones para embarazarte son egoístas.




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