Shane
Era horrible ver a esos Imperfectos atrapados en una batalla y la siniestra sonrisa de Mireya que hacía al ver como el último Imperfecto por el que apostó logró escapar.
—Wow —el cinismo estaba aplicado en sus palabras, como sí no hubiese otra forma en que su retorcida mente pudiese expresar la frialdad que su corazón emitía— esa sí que es una forma de esconderse.
—Sí, Madre —Riley, en cambio, no estaba convencida de lo que veía, ya que todavía seguía molesta por el hecho de que su madre la humilló de la misma forma que solo Marron solía hacerlo conmigo.
La única diferencia entre ambas era que Riley actuaba como una niña berrinchida porque eso era ella.
Una horrible bestia, como su madre.
—Oh sí —a la que deseaba poder ver en la arena— eso sí que debió doler—corriendo y sufriendo el dolor que disfrutaba ver a través del cristal.
—Y que lo digas —Marron también estaba sorprendida—. El muy idiota quedó degollado antes de que pudiera correr a una de las salidas.
—Por eso te dije que era una buena idea dejarlas al descubierto. De esa forma creerán que tienen la oportunidad para escapar.
—Nunca dudé de ti.
—Mejor duda por la estúpida que apostó a ese perdedor —sería una lastima decirles que esa "estúpida" fui yo—. Quizás perdió unos veinte millones —La vil y vulgar perdedora que iría a su nuevo hogar a lado de un Imperfecto, la compañera más odiosa del mundo y solo quince millones de créditos.
Un pésimo comienzo para la hija de Marron, la miembro del Sexo Perfecto que ganó tres veces esa cantidad en el primer combate.
—Sabes, Marron. Con un botín así creo que me voy a volver loca.
—¿En serio? —mi madre como siempre se mostró interesada en Mireya, ya que era la forma en que ella podía entrar dentro de su retorcida cabeza adicta al dinero— ¿Pues cuántos de los tuyos sobrevivieron?
—Seis, sí cuentas al que reviví. Y tú.
—Cuatro. Pude haber ganado otro, pero lo atacaron por la espalda.
—Lo importante es que ganaste dinero —esas eran las clásicas palabras que Mireya usaba para referirse a su poder— y tu Riley.
—Tres. Pero por su apariencia yo diría que no gané nada.
—Los libros no se deben juzgar por sus portadas, Riley —dijo Marron.
—Ya lo sé. Pero mira estas asquerosas caras..., pareciera como sí no se hubiesen dado un baño en años.
—Los Imperfectos viven en familias numerosas y dentro de lugares reducidos, es lógico que cosas simples como una regadera o lavarse los dientes tres veces al día no sea prioridad para ellos.
—Sí. Por eso dicen que se regalan barras de jabón en sus cumpleaños.
Peque qué mitó más tonto.
Héctor me confirmo que los Imperfectos sí se bañaban.
Sí esa era la forma en como Riley veía a los Imperfectos antes de seleccionarlos entonces no queria imaginarme lo que les haría al estar con ellos.
—Pero creo que ya es hora de irnos —Marron se mostró impaciente al ver que el gran salón ya se estaba vaciando—. No queremos ser las únicas que se queden aquí viendo a los guardias recogiendo cadáveres.
—Ustedes vayan adelantándose —Dijo Mireya—. Yo las alcanzó
—¿Mireya? —y mi madre se mostró sorprendida— ¿No vas a venir no nosotras?
—Me encantaría, pero recuerda que tengo un pequeño premio que quisiera conocer primero.
—Pero lo reviviste hace unas horas, madre. Creo que deberías darle tiempo en lo que se adapta al proceso de sustanciación.
—Cinco horas fueron más que suficientes. Además tiene unos ojos tan son hermosos, y ese cabello me hace pensar en tantas cositas que podría hacer con él en cuanto llegué a casa.
—Solo espero que no lo uses como tu organizador de armario.
—Es un trabajo muy importante. Cada prenda merece ser cuidada a detalle y sí esos idiotas no saben responder a tales ordenes uno debe actuar acorde su categoría. Pero no creo que tengamos tiempo para discutir esas tonterías. Las veo en una hora, chicas.
—Sí madre —Riley tomó la respuesta como un momento en que su madre no iba a estar ahí para molestarla.
Un gran alivio,
Tanto a ella como para mi porque solo tendría que caminar a lado de Riley y mi madre en un pequeño trascurso de solo cinco minutos.
Cinco hermosos minutos que me traían paz.
Ellas solían ignorarme cuando platicaban entre sí porque se entendían, como sí Marron fuesen su verdadera madre.
Riley siempre admiró a Marron porque tenía un cargo mayor al que ella iría a heredar. Y no necesitaba ser una "experta" para darme cuenta de que Marron sería capaz de decirle a Riley "como quisiera que tu fueras mi hija" porque ella podía plasmar lo que yo no era.
Momentos así eran los que me hacían desear haber nacido como un miembro del Sexo Imperfecto porque ellos no tenían que lidiar con el destino de Shane Whintinfield. Una Imperfecta atrapada en la vida de un miembro Perfecto que ahora debía cumplir con la parte de tener que ir al gran Sótano.