Dominados

22

Connor

Mamí te va a cuidar.

Como odiaba escuchar esas cinco asquerosas palabras que mi dueña decía al momento que cruzaba por la puerta; la señal que captaba mi cuerpo para hacerme perder todo el control.

—¡Vamos, Príncipe! —deseaba tanto el poder escapar— ¡no pares! —Alejarme de esa horrible cara que solo me hacía tener pesadillas— ¡AHHHH! —. Pero no podía—. ¡Más! —Ella era quien tenía el control de mi.

Podía obligarme a sujetarla, quitarle la ropa, chupar su cuello, acariciar su espalda o incluso penetrarla al ritmo de una sensación que ni siquiera era natural. Besarla directamente en los labios era asqueroso. Su piel era demasiado arrugada y se sentía seca como sí estuviese dañada por algún tratamiento, pero eso no importaba porque ella lo disfrutaba.

Un profundo mar de pasión, placer y la lujuria, sin tener algún deseo por eliminarme.

Quizás esa sea la única ventaja que tenía.

Normalmente un Imperfecto se le tiene prohibido tener cualquier contacto indebido con un miembro del sexo Perfecto.

Incluso podía sentirme invisible porque no estaba violando ninguna regla.

—¡No pares! —pero no era así.

Todo ese supuesto "placer" era falso porque no era una persona sino un muñeco obligado por una miembro del sexo Perfecto a actuar hasta el instante que se iba.

—Nos vemos luego Príncipe —por fin.

La señal que me devolvía la movilidad.

—¡Ahhhh! —y los deseos de vomitar—, ¡Por Dios! —luego de haber tocado esa arrugada piel— ¡Arrggggg! — y sus asquerosas y sudadas lonjas—. ¡Que asco!

¡No se supone que los Imperfectos tenemos prohibido hacer un contaco con los Perfectos!

¡Yo siempre les fui leal!

¡Por qué me estaban torturando de esa forma!

Encerrándome en este reducido lugar y obligándome a perder el control de mi mismo cada vez que ese miembro me decía "Mami te va a cuidar".

¿Cuidar de qué?

¿Del vomito con el que manche la cama...?

¿...o del mareo que me causó toda esa adrenalina falsa?

¿Esta era la forma de tratar a un Imperfecto leal?

¿A alguien que nunca les hizo daño?

¿Separarlo de su familia y forzarlo a vivir así?

¿Solo?

Y obligado a permanecer en silencio mientras que el personal de limpieza entraba.

Ellos tenían la orden de no hablarme o dirigirme la mirada mientras que iniciaban su rutina, ya que para ellos era muy común ver tanto vomito o sangre.

—Hola Connor —nadie podía hacerlo a excepción de Melody— ¿Cómo te fue hoy? —porque ella tenía la obligación de mantenerme con salud.

—Solo quizo besos franceses.

—Me imaginó como se debió sentir.

—¿A qué te refieres?

—Él último Imperfecto tuvo que arrancar los botones de su camisa con sus dientes —Melody era uno de los pocos miembros del Sexo Perfecto que comprendía mi situación.

Cada vez que me solicitaba ella tenía que acudir diez minutos después junto al equipo de limpieza para así verificar mi salud; asegurarse de que no sufriera algún caso de sobre peso y darme constantemente medicinas para el rendimiento sexual.

—Veo que tienes mucha tensión.

—Oirla gritar es una completa pesadilla.

—Hay que tener cuidado. Para que se suba tu presión, déjame ver tu historial..., sí.

—Qué pasa.

—Hoy cumples seis meses aquí. Tu cuerpo no estaba acostumbrado a demasiada actividad sexual, así que debemos tomar las precauciones. ¿Haz tenido fatiga Últimamente?

—Soy un esclavo.

—Me refiero en tus sueños. ¿Haz soñado con algo extraño?

—La verdad no. De vez en cuando sueño que aun estoy en la arena, en el momento que veo a Nick escapar, antes de que cerrara mis ojos y terminara aqui.

—Aja. ¿Y has hecho algo nuevo?

—¿Qué cosa podría hacer?. No puedo salir de aquí y los Imperfectos solo tienen permitido traerme ropa limpia o comida.

—¿Y qué es lo que te han traído?

—Ensaladas, carnes blancas, malteadas, barras energéticas...

—Y por como veo te ha servido muy bien.

—Graciosa.

—No, es en serio. Se nota que las ensaladas han hecho su trabajo en tu físico.

—Mi dueña quiere que consuma la menor cantidad de calorías. A veces solo me da un par de manzanas.

—Todos los especialistas en la salud recomiendan eso para una vida sana, Connor.

—Preferiría el jugoso sabor de los huevos con tocino que prepara Padre todas las mañanas.

—El tocino y el huevo tienen mucho colesterol. Y sus grasas son muy dañinas.

—Pero saben deliciosos.

—Lo sé, Connor, pero uno se tiene que hacer sacrificios por la salud— Melody podía decirme cualquier mentira—. Lo mejor es acostumbrarse —Pero sus ojos delataban una profunda tristeza al ver el sufrimiento por el que estaba pasando—Pero sabes algo, hoy no creo que vaya a ser un mal día.

—¿Por qué?

—Te trajeron gelatina.

—¿Y eso qué?

—La gelatina es un elemento perfecto para la frustración.

—Y también uno de los pocos privilegios que tengo.

—Exacto. No prefieres comerla en vez de quejarte.

—¿En que me ayudaría?

—En animarte. Los postres siempre nos ayudan en los momentos más difíciles.

—Pero solo es gelatina.

—Sí. Una dulce gelatina, Connor.

No me sentía con deseos de comer.

Había besado a una boca con un muy asqueroso aliento.

—Vamos —pero era obvio que Melody me estaba tentando con lo único bueno a lo que tenía derecho—. Solo será un bocado, Connor —y como tal me tuve que dejarme llevar por la sorpresa.

Una pequeña facción del dulce sabor a limón bañando mi paladar

—¡Oh! —Un pequeño recuerdo que me condujo al momento en que veía las rebanas de pan tostado con mermelada.

Eso era una dulce sensación.

—¿Connor? —que trajo consigo un segundo efecto.

Todo comenzó a dar vueltas.




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