Dominados

24

Connor

—Déjenlo junto al escritorio..., Perfecto..., —Sí Melody planeaba dejarme aquí hasta que mi corazón no latiera más y darle mis órganos a un miembro del Sexo Perfecto ya no era algo que me importara.

Melody resultó ser como todos los demás miembros del Sexo Perfecto.

Traidores...,

Mentirosos...,

Falsos...,

Manipuladores...,

Seres rencorosos controlados por el odio.

Pero para ser sincero ¿qué podía esperar de alguien cuya voz podía ser la única compañía que tendría hasta que mi cuerpo no pudiera más?

Todavía tenía la manta sobre mi cabeza, no podía cerrar los parpados y veía las siluetas de los guardias, sin hacer algún otro movimiento, como sí estuviesen tiesos; quizás Melody los drogó con la misma sustancia que Mireya usó en mi para convertirme en su marioneta.

—Muy bien, chicos, creo que es hora de actuar —los guardias retiraron la sabana—antes de que el primer efecto termine.

¿Primer efecto?

¿Qué quiso decir con primer efecto?

Mi cuerpo seguía tieso y no veía a Melody; solo las siluetas de los guardias siendo apocadas por el resplandor de la lampara que me iluminaba.

Los tipos lucían altos y fornidos.

—Por favor traten de no mover lo. Ahora colóquenle la dosis en el brazo derecho. Y no hablen, recuerden que puede reconocer sus voces.

¿Reconocer sus voces?

¡Un segundo!

¿Acaso eran quienes creo que eran?

—Ahora —Uno de los guardias tomo de mi brazo derecho e inyecto una sustancia que comenzó a hacer efecto—Listo, Connor. Con esto te vas a sentir mejor.

Shane

La profesora Towrences me pidió leer el ensayo que hice sobre los teoremas de Alice Einsteine, sin cometer errores en la pronunciación.

—Muy bien, señorita Wintinfield. Puede empezar—pero hacerlo era imposible.

Alice Einsteine escribió teoremas sobre la relatividad y su muy extraña formula "E=cm2" con palabras que solo podían ser dichas por Stephanie Hawkins.

—No se pronuncia así, señorita Wintinfield—era como sí me obligaran a caminar sobre una cuerda con los ojos vendados.

Alice Einsteine era todo un caso.

Todos los miembros que hablaron con ella juraron no entender nada de lo que decía por su rapidez en la pronunciación; Incluso pienso que sí ella hubiese nacido y muerto en las mismas fechas que Marcie Twain ella se habría ido en ese cometa haley.

—Señorita Wintinfield, por favor deje balbucear —Towrences podía detectar cada error que cometiera, como sí reconociera la diferencia entre la letra "B" y la "V" —Alice Einsteine se sentiría apenada de tal trabajo, señorita Wintinfield.

—Lo sé, profesora —y con eso mi día se fue a la mierda

—Vuelva a su asiento.

—Sí, profesora —exentar todas las materias era de un gran requerimiento.

Towrences era de las profesoras que solían criticar cualquier detalle en los trabajos, en especial cuando se trataban de pronunciación, porque solo así ella sabría quienes sí prestan atención y quienes no.

Pero no todo estaba perdido.

Antes de que terminará la clase Towrences me dijo que todavía tendría la oportunidad de exentar si entregaba un ensayo de quince mil palabras sobre los teoremas de Stephanie Hawkins con respecto a los agujeros de gusano y la teoria de las cuerdas; con excelentes argumentos y sin un solo error de redacción.

Un trabajo que por lo general me tomaría una semana hacerlo.

—Y lo quiero para la próxima clase —mañana.

—¿La próxima? —sería imposible hacerlo con tan poco tiempo.

—¿Algún problema? —pero a Towrences no le importaba.

Su mirada reflejaba un cinismo que me mantenía congelada.

—No, profesora —y no podría escapar de él.

En otras palabras me iba a quedar trabajando hasta las cinco de la mañana.

—Muy bien, ya pueden retirarse —y esa solo fue la primera clase.

Todavía faltaba seis horas.

Debía complacer a otros cinco profesores que solo esperaban verme fallar para así reírse de Marron, pero mi desesperación había llegado a un punto critico porque ahora debía a hacer mi última prueba de fertilidad.

El momento de mi vida que definiría sí tendría o no la capacidad de tener hijos.

Ser madre era una gran responsabilidad.

Me faltaban nueve o diez años para criar un miembro del Sexo Perfecto y tenerle un legado que pudiera darle, pero la idea de dar en adopción a mis primeros progenitores me aterraba, por el gran numero de Imperfectos que veía todos los días trabajando como esclavos.

Sí todos teníamos una madre entonces quienes eran las madres de los miembros que veía en las entradas vigilando, limpiando los pasillos, cargando los libros de Riley o sirviendo bocadillos para miembros que ordenaban asesinarlos cuando no les agradaba el sabor.

BANG

Eso era lo que me hacía dudar.

Sería correcto darle vida a un bebe que tal vez no iría a ser feliz en esta supuesta sociedad progresista.

Bang.

El régimen se encargaba de que el setenta por ciento de los miembro que nacieran fuesen Imperfectos, de esa forma nuestro sexo podría mantenerse libre de ser sobre poblado, a diferencia de los Imperfectos.

Ellos vivían en grandes comunidades y eran obligados a crecer en vez de nivelarse.

—Usted es Shane Whintinfield —dijo el guardia que vigilaba la entrada.

—Sí.

—Por favor pase al consultorio, la doctora la vera en cualquier momento.

—Gracias.

Las pruebas de fertilidad duraban un lapso de seis meses.

Debíamos de dar muestras de sangre e ingerir medicamentos especiales para que nuestros sistemas reproductores estuviesen nivelados, y así existiera un sesenta y seis por ciento de probabilidades de que mis hijos fuesen miembros del sexo Imperfecto. Aunque también estaba la probabilidad de que resultara ser estéril.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.