Melody me había vuelto a atrapar en la oscuridad.
No había nadie a mi alrededor.
Solo soledad.
¿Acaso había muerto?
¡No!
¡No podía ser cierto!
Todavía sentía el frió que invadía mi ser.
El miedo me mantenía cociente, como una compañía en medio de la oscuridad, viendo como mis alrededores eran iluminados por pequeños fragmentos de luz.
—¡Wayne! —como un resplandor — ¡Eh! —que me llevó a otra dimensión.
Un lugar del que solo necesite de unos segundos para poder reconocerlo.
—¡Púdrete! —mi mente se conecto con el momento en que veía a Wayne alejarse.
Incluso mi mano estaba suspendida, como sí no hubiese pasado un solo segundo del momento en que traté de detenerlo.
No podía ser posible.
Había regresado al punto donde mi sueño fue interrumpido.
Wayne se alejaba y yo me quedaba mirándolo dentro de un comedor repleto de miembros que me veían como un idiota.
—Uy, Selwin. Tu y Adam, —gritaban cosas que no tenían sentido—, haber para cuando te animas a salir del closet, amigo —y otros solamente se reían, de la misma forma que Nick solía hacerlo cuando Tyler se acababa el desayuno.
No era más que un bobo vagando dentro de una dimensión fantasma, como un niño viendo a sus hermanos por no saber lo que era el sexo Perfecto.
—¡Ya basta! —quería tanto encontrar un solo minuto de paz...
...pero los miembros solo me ignoraron.
Ring
Era obvio que para ellos solo era un idiota al que era necesario ignorarlo durante el lapso que tomaban sus cosas y se alejaban del lugar, dejándome en un escenario repleto de mesas, bandejas con alimento...
—Oye —...y la compañía de un miembro que juraría había aparecido de la nada— no piensas ir a clases.
—¿Qué?
Era un miembro del Sexo Imperfecto, o al menos eso parecía.
Su postura era robusta y tenía piel arrugada, como la de nosotros, pero poseía curvaturas similares a las de un miembro del Sexo Perfecto. Sus labios eran de color rojo, las uñas no se veían como sí estuviesen arregladas y las pestañas eran demasiado oscuras, como sí no estuviesen bien pintadas.
Solo los miembros del Sexo Perfecto tenían derecho a usar tales cosas porque los hacían mantener su belleza, en cambio este miembro no parecía darle importancia a su imagen. Ademas tenía detalles que lo hacían parecer un Imperfecto, como verrugas, manchas en la piel y ese cabello canoso.
Parecía ser el padre.
—¿Qué esta pasando, Libby? —pero eso no fue todo.
Un segundo miembro apareció de la misma forma que él primero.
Este tenía la piel oscura, estatura alta y era demasiado delgado.
—Es este tonto, Ruth. Se quedó parado.
—¿En serio? —Ruth también tenía arrugas adornando su rostro y demasiadas canas—. No si tienes razón, se quedó tieso.
—¿Qué hacemos con él?
—Quizás deberías llamar al director. Con eso de las normas disciplinarias que no impliquen violencia en castigos a menores, creo que tal vez el director nos daría un nuevo ayudante con los platos durante la próxima semana...
—¡No! —pero ahora era yo el que debía de parar.
Tenía la tensión en mi cabeza por saber que debía encontrar a Wayne y la única forma de hacerlo era siguiendo las reglas de este minúsculo universo.
—¿Te encuentras bien, chico? —solo que hacerlo sería imposible.
Ruth tenía su mirada fija en mi, como Mireya en todos esos momentos de terror.
Podía responder que sí e irme, pero Ruth no parecía ser de esos miembros que se dejaban convencer con una simple palabra.
—Mira niño, por como veo parece que estas algo desubicado, y sería muy egoísta de mi parte no aprovechar esa situación para convencer al director a que te coloque en la cocina, como nuestro ayudante. Tener a alguien lavando platos y pelando patatas nos ayudaría mucho, pero creo que lo mejor es que vayas a la enfermería. Tal vez sufres de algo por culpa de lo que comiste.
—¡Ruth!
—Créeme, Libby. Cuando se trata de trabajar con chicos es mejor hacerlo con delincuentes que valgan la pena y no con tipos como este—supuse que ya iba a ser todo.
Me alejé de la mesa y caminé a la entrada.
—¡Oye! —pero Ruth me detuvo— Sí April pregunta, dile que no comiste mis albondigas.
—Esta bien —Y eso fue el fin...—No puede ser —...de una pequeña aventura que me llevó a una nueva.
Atrapado dentro de un pasillo oscuro repleto de puertas, algunas eran grandes y otras pequeñas como sí se tratasen de lockers. No había nadie recorriendo los caminos y me era imposible reconocer el lugar que recorrí a lado de Wayne.
Cualquier ruido que hiciera podía atraparme en una trampa, por eso tuve que caminar detenidamente hasta dar con lo único que se me hizo familiar.
La puerta plateada que tenía el dibujo de un miembro del Sexo Imperfecto.
El señalamiento que nos conducía al baño.
Él único donde estaría seguro.
—Ya era hora de que llegaras —o al menos eso creí.
Melody
—¿Esta segura de esto? —Rick temía demasiado por la vida del chico que veía atrapado dentro de si mismo.
Los signos vitales decían que estaba muerto, pero su cerebro decía lo contrario.
—Va a estar bien, Rick. No tienes de qué preocuparte.
—Es que no lo entiendes.
—Lo entiendo perfectamente. Hace unos meses creías que era tu hermano y ahora...
—¡No está respirando!
—Pero su sistema neuronal sigue funcionando.
—¿Cómo puede ser eso posible?
—Por la droga que le aplicamos. Tiene un efecto especial que nos hace parecer muertos, pero nuestros cerebros siguen activos. Es por eso que están durmiendo sin tener que respirar.
Hubiera deseado traer un electroencefalograma para que Rick pudiera ver todo el trabajo que hacía el cerebro de Selwin.
Tanto él como la chica que dormía sobre la segunda camilla estaban teniendo sueños que los mantendrían con vida hasta que la droga perdiera su efecto, pero también veían los recuerdos de su verdadera vida pasada.