Dominios mágicos

10 - El pasado no está muerto, solo duerme.

De repente, la voz de mi abuela rompió el silencio como un trueno en medio de una tormenta contenida. Su presencia, se alzó con la fuerza de una sentencia.

Elda: —Creo que te estás confundiendo, niña —dijo con firmeza, clavando sus ojos en Maika—. Él no es ese tal Jeff. Se llama Troy. Y tú, Thalorion… —agregó, girando lentamente la mirada hacia el anciano—, ¿nos puedes explicar qué rayos son los Arennos y los Varnoks?

El eco de sus palabras rebotó por las paredes del cuarto como si el propio mundo contuviera el aliento.

Al oír eso, los ojos de Maika se abrieron aún más, con una mezcla de asombro, confusión y algo que solo podría describirse como vértigo. Dio un paso atrás, tambaleándose, como si una oleada invisible la empujara.

Maika: —¿Cómo que no eres Jeff...? —susurró—. Eres... idéntico a él. Y usted, señora... ¿cómo es que no sabe que son los Arennos y los Varnoks? ¡Han estado atacándonos desde hace cinco años!

Su mirada voló hacia Thalorion con una mezcla de miedo y desconfianza.

Maika: —¿Y tú...? ¿Cómo es que te ves tan... anciano? —preguntó con un hilo de voz quebrado por el desconcierto.

Thalorion, aún con la cabeza baja, parecía una estatua agrietada por siglos de carga silenciosa. Durante un momento, nadie se movió. Luego, su voz emergió, trémula como las primeras gotas de una lluvia largamente contenida.

Thalorion: —Es verdad, Maika… —comenzó, sin poder alzar la vista—. Todo lo que estás diciendo es cierto.

El anciano respiró hondo, como si tragara el peso de los años no vividos.

Thalorion: —Logramos expulsar a esos seres —continuó—, los Arennos y los Varnoks, gracias al sacrificio de Nyssariel y los demás. Fue una guerra que desgarró los cimientos del equilibrio. Pero tú... tú fuiste protegida aquí, sellada en este lugar, fuera del tiempo, para que cuando todo comenzara de nuevo, pudieras guiar a estos cuatro chicos… y preparar sus almas para lo que se avecina. Porque ellos —agregó con una pausa cargada de gravedad— son la última esperanza para evitar que el ciclo se repita.

Las palabras de Thalorion golpearon como un martillo de verdad sobre el alma de Maika. Su rostro se tornó tan pálido como la lámina de un pergamino. Retrocedió aún más, apoyándose en el lugar donde había dormido con las manos para no caer. Su respiración se volvió irregular.

Maika: —¿Y hace cuánto... pasó todo eso? —preguntó con voz temblorosa—. Te lo suplico, Thalorion… dime la verdad. Toda la verdad.

Thalorion alzó lentamente el rostro. Sus ojos, aunque marcados por la edad y el peso de los siglos, brillaban con la firmeza de alguien que sabía que el tiempo de las revelaciones había llegado.

Thalorion: —Te contaré todo, Maika —dijo con solemnidad—. No solo a ti, sino a todos los que están aquí. Se han ganado el derecho a saber la verdad… y el deber de cargar con ella.

Hizo una pausa, mirando a cada uno de nosotros con intensidad.

Thalorion: —Pero no podemos hacerlo aquí —añadió con voz grave—. Esta cueva fue construida con un solo propósito: proteger a Maika durante su sueño. Su estructura está ligada al sello que la mantenía oculta del tiempo y del enemigo. Ahora que ha despertado… esta cámara no tardará en colapsar. El cuarto ya ha cumplido su función. Y pronto… dejará de existir.

Todos nos quedamos en silencio por un segundo. El aire, antes cargado de energía, comenzaba a vibrar con una especie de pulso que parecía surgir desde lo más profundo de las paredes. Grietas finas, casi imperceptibles, comenzaban a aparecer en las runas talladas en el techo de piedra.

Sin necesidad de más palabras, todos asentimos con la cabeza. Era tiempo de marcharnos.

Salimos del cuarto sagrado uno por uno, con el corazón latiendo fuerte en el pecho. Al llegar a la entrada de la cueva, la majestuosa cascada que la cubría rugía con más fuerza que nunca, como si la misma naturaleza intentara sellar lo que alguna vez protegió. La salida estaba completamente cubierta por un muro de agua indomable, inquebrantable.

Fue entonces cuando Hinty se adelantó. Su figura se volvió más erguida, y su expresión, normalmente despreocupada, se tornó seria. Tomó dos de sus frascos de cristal, los que llevaba siempre en su cinturón. Caminó hacia el borde de la caída y, con manos precisas, los sumergió en el agua que fluía desde lo alto. Posó sus manos sobre los frascos y sus ojos se le iluminaron al activar su poder, y un brillo comenzó a emanar de sus manos.

Hinty: —Las hice más poción aumentadora, ya saben que hacer —dijo mientras extendía las dos pócimas recién creadas. Una para Klior… y una para Sara.

Klior tomó la suya sin dudar. El líquido resplandeciente parecía contener el fulgor de un rayo atrapado en un frasco. Apenas lo bebió, sus ojos brillaron intensamente, y extendió las manos hacia la cascada. Una onda de energía se liberó desde su cuerpo, y el agua comenzó a separarse en un arco perfecto, abriendo un pasaje efímero entre la cortina líquida.

Sara, por su parte, bebió la suya con determinación. Su cabello se agitó como si una brisa invisible lo recorriera, y alzó ambas manos al cielo. Una ráfaga de viento cálido envolvió nuestros cuerpos, levantándonos suavemente del suelo. Con un grito claro y fuerte, Sara nos impulsó hacia el vacío con su magia aérea, y cruzamos la cascada antes de que volviera a cerrarse con estruendo tras nosotros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.