El aire olía a piedra húmeda. El laberinto, finalmente, había quedado atrás. Nos encontrábamos en su salida, exhaustos, pero de pie. El eco de la batalla aún latía en nuestros cuerpos. Mis ojos recorrieron a mis compañeros: Keiden, Sara, Maika e Hinty. Ninguno había salido indemne. Sus ropas estaban desgarradas, y en su piel quedaban cicatrices frescas, recuerdo vivo de las pruebas que cada uno enfrentó. Todos… excepto Hinty. Su piel parecía intacta, como si la prueba nunca lo hubiera tocado. Conocía bien ese truco: sin duda había usado alguna de sus pociones de sanación.
Respiré hondo, dejando que el alivio se filtrara en mis palabras:
Troy: —Me alegra verlos con vida… y de este lado.
Sara asintió, con una media sonrisa que ocultaba el cansancio en sus ojos.
Sara: —A mí también me alegra.
Hinty soltó una risa nerviosa, quebrada por la tensión acumulada.
Hinty: —Yo pensé que no lo lograría… pero lo conseguí.
Keiden, aún jadeante, miró alrededor con el ceño fruncido.
Keiden: —También estoy feliz, pero no entiendo… ¿por qué salimos solo los cinco? ¿Dónde están Elda, Klior y Nick?
El silencio pesó unos segundos. Sentí cómo Aelyndra, ardía en respuesta, guiando mis palabras.
Troy: —Aelyndra me dijo que el laberinto fue diseñado para que solo nosotros cinco pudiéramos atravesarlo.
Hinty alzó las cejas, sorprendido.
Hinty: —Entonces… no fui el único que habló con el dragón que Thalorion dijo que llevábamos dentro.
Maika: —Al parecer no, Hinty. Yo también escuché y vi a Nyssariel. Pero… a mí no me habló de lo mismo que a Troy. No me dijo nada sobre el destino de los demás. ¿Qué pasará con ellos?
Tragué saliva. La respuesta pesaba como una sentencia en mi garganta.
Troy: —Se quedarán atrapados en el laberinto… hasta que encontremos los huevos de los dragones y logremos hacerlos eclosionar.
El rostro de Keiden se endureció como piedra. Su determinación era un fuego vivo.
Keiden: —Entonces no perdamos más tiempo. Vamos ya a buscar esos huevos.
Sara: —Estoy de acuerdo. No debemos retrasarnos… pero, ¿por dónde debemos empezar?
Maika miró hacia la montaña imponente que se erguía ante nosotros.
Maika: —Si el camino no ha cambiado en todos estos años… entonces es por allí. Síganme.
Se adelantó con paso seguro hacia una escalinata tallada en la roca, que ascendía hacia la cumbre. La montaña parecía viva. Apenas dimos los primeros pasos, un estruendo nos sacudió. Provenía de la salida del laberinto.
De inmediato, los cinco adoptamos posición de batalla. La tensión se apoderó del aire. El suelo tembló bajo nuestros pies, y entonces… un brinco atravesó el silencio.
Ante nosotros cayó una criatura majestuosa: una loba enorme, de pelaje marrón brillante como la madera bañada por el sol. Uno de sus ojos resplandecía con un verde esmeralda imposible de ignorar. La reconocí al instante.
Troy: —¡Esperen! —grité, levantando la mano para detenerlos antes de que descargaran sus ataques.
El aire vibró cuando la loba comenzó a transformarse. Sus músculos se encogieron, su pelaje se desvaneció en destellos de luz, y de pie, ante nosotros, quedó una figura humana. Su rostro me arrancó un nudo en el pecho.
Era ella. Klior. Mi hermana.
La abracé con fuerza, aliviado de verla sana y entera. La emoción se apoderó de mí; después de todo lo que habíamos vivido dentro del laberinto, verla allí, de este lado, era como despertar de una pesadilla.
Troy: —Klior… —dije sonriendo mientras aún la sostenía—. Me alegra verte de este lado. Cuéntame, ¿cómo lograste pasar?
Maika: —Sí, Klior, cuéntanos —dijo con voz firme—. Según Aelyndra, solo nosotros podíamos atravesar el laberinto por ser los elegidos.
Klior respiró hondo. Había algo distinto en sus ojos, una nueva fuerza, un brillo que no tenía antes.
Klior: —Eso no fue un simple laberinto… —murmuró—. Fue una prueba. Una prueba de batallas. Cuando entré, el pasillo se desvaneció a mi alrededor y me encontré en un campo infinito, cubierto por tormentas. Frente a mí apareció un gigante, un ser hecho de piedra y relámpagos, que controlaba los elementos. Cada paso suyo hacía temblar la tierra. Me desafió a probar mi fuerza. —Klior apretó los puños al recordarlo. —La lucha fue brutal. El viento, el fuego y la roca se mezclaban en una danza mortal. Pero logré vencerlo usando mi instinto, no solo mi poder. Y cuando cayó, el suelo se abrió, dejando paso a una nueva criatura… un lobo alfa. Era más poderoso que papá… —dijo con respeto y nostalgia—. Porque no era cualquier lobo. Era un Lobo Original. Su mirada atravesaba mi alma. Peleamos bajo la luna roja durante lo que parecieron horas, y cuando lo derroté, me reconoció como su heredera. Desde entonces, llevo su marca… soy la nueva alfa de los lobos que custodiaban el paso. Pero no terminó ahí —continuó, alzando la vista hacia el cielo—. Justo cuando creí haber terminado, la oscuridad se quebró frente a mí. De las sombras surgió un dragón… majestuoso, imponente, con escamas negras como la noche y destellos dorados que parecían contener estrellas. Su presencia me hizo temblar.
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Editado: 11.10.2025