Donde Coincidimos

Capítulo | 8

P.O.V: Nebraska Grey

Golpeo el saco practicando con ambas manos tal y cómo dijo Edward que está enfrascado en una pelea reñida con Avery, que de vez en cuando se ríe, aunque el chico lo único que hace es esquivar y cuando la golpea no la deja caer porque la atrapa antes.

—Último, si gano ya sabes —dice la chica sonriente.

—No vas a ganar, Niña.

Dejo de golpear el saco y los quedo viendo, Avery lo nota y le susurra algo al chico, quien niega con la cabeza y lanza un golpe pero la chica no cae e incluso se ríe. Ellos dos harían que una pelea sea interminable, sobre todo porque él da demasiadas chances. Sigo golpeando el saco cuando noto que ninguno ganará y al final se van a cansar solamente.

—Gané hijo de puta —escucho el grito de Avery y los enfoco, Edward en el suelo y ella haciendo un baile ridículo—. Aska.

—Dime —la miro sonriendo porque su alegría es contagiosa—. Con Eddy apostamos y le gané. ¿Aceptas una cita con él?

—Cállate, Niña —dice él antes de tomarla de un pie haciéndola caer.

—¿Aceptas, Aska? —no se da por vencida.

—Nebraska —Edward se levanta y se apoya en las cuerdas como hace rato, se ve muy sexy así y más con el cabello desordenado—. ¿Aceptas ir a una cita conmigo?

—Di que sí —grita Avery y pronto noto que hemos captado la atención de los que estaban en la sala.

—Di que sí —gritan todos divertidos y mirándome, Ed sonríe de medio lado y viendo al suelo niega con la cabeza.

—Acepto —digo sonriendo y él busca mis ojos tan rápido que creo no se esperaba una respuesta positiva de mi parte.

El grito de emoción de Avery se escucha por todo el lugar y los demás ríen y silvan para acompañarla, por lo feliz que se ve la chica creo que no es muy común en ella el ganar. Edward cruza los brazos y moja sus labios mientras me mira y asiente con la cabeza antes de tomar agua. Por mi parte vuelvo a golpear el saco.

Las personas se van yendo, partiendo por Avery que me abraza antes de irse. Me canso demasiado y me alejo del saco, busco a Edward y lo encuentro charlando con un chico en la colchoneta azul. Se ve concentrado y la paz en él es evidente, en algún punto debe haber sentido que lo miraba, porque alza su mirada y nuestros ojos se encuentran.

—¿Te vas? —me pregunta y asiento con la cabeza, Mont debe estar a nada de terminar—. Ya voy.

Me siento esperándolo porque le dice algo más al chico que si golpea al aire y luego se despide sonriendo y prometiendo volver. El encontrarnos solos era lo que más me preocupaba, sobre todo porque anoche con lo que dijo mi mejor amiga mi mente no paró de maquinar y tuve sueños que ojalá no se vuelvan a repetir.

—¿Dónde me llevarás? —cuestiono divertida.

—¿Por la cita? —su pregunta me resulta tierna aunque he de admitir que me siento tan nerviosa que tiemblo.

—Claro.

—¿Quieres ir? —pregunta asombrado.

—Pruebame que todos los hombres no son iguales —sonríe de medio lado liberando mis manos.

—Mañana a las 9 de la tarde noche —dice decidido y a mi me sorprende que sea tan pronto.

—Bien —accedo buscando la voz—. ¿Dónde?

—¿Te paso a buscar?

—Está bien, 300 de International drive —asiente—. ¿Me vas a decir que tienes en mente?

—Será sorpresa —sonrío de medio lado y pronto escucho que alguien tose disimuladamente.

—Perdón por la interrupción —Mont mira de pies a cabeza a Edward—. Aska ¿Nos vamos?

—Claro.

Me despido de Edward con un asentimiento de cabeza y fijamos la fecha, sigo a Mont que me mira sorprendida y sin decir ni una sola palabra.

—¿El? —asiento—. ¿Y qué esperas para tirartelo?

—¿Puedes dejar de decirlo así? Además vamos a tener una cita mañana.

—¿Qué? —asiento nerviosa—. ¿Estás depilada?

—Mont —riño sacando nuestras cosas y luego nos vamos en taxi a mi departamento.

Llegamos a mi departamento y voy directo por la cava de vinos. Saco una botella y sirvo en dos copas, hoy prepararé pechuga de pollo en cubos con arroz primavera, así que el vino blanco es el que mejor le va.

—¿Cómo fue que eso pasó?

—Apostó y perdió, algo extraño pasó ahí —asiente mientras pico el pollo—. Acepté y pues, mañana es domingo así que él no tiene turno en el gimnasio y yo no trabajo.

—¿Cómo te vas a vestir? No le preguntaste nada.

—Mierda, tienes razón —digo sorprendida y dejando el cuchillo en la mesa—. ¿Qué me voy a poner?

—Ni idea, pero de seguro te lo quita —dice Mont sonriendo con fingida inocencia.

—Mont —riño aunque no puedo evitar reír relajada—. Además no lo siento correcto, me estoy divorciando.

—Mira, si hubieses amado a Josh como corresponde, no estarías dando este paso así de fácil —señala sacando la ensalada de la nevera.

—Ya, pero es que me siento traicionada y no lo he visto, no hemos hablado y siento que si le llego a dar una oportunidad nuevamente podría caer. 

—Dime la verdad —pide y echo los pollos al sartén antes de verla a los ojos.

—Cuando vino, mi corazón dio vueltas al verlo, pero fue mi estómago quien lo rechazó por lo que me hizo, pero es que es el pecho quien da las oportunidades al amor —confieso con ganas de llorar, aun me duele—. Siento que si tu no hubieses estado las cosas no habrían sido iguales.

—¿Entonces por qué aceptaste la cita? —su voz es conciliadora y toma mis manos por sobre la barra.

—No lo sé, es que él hace que las cosas se den fácil, me siento tranquila a pesar de que mi estómago se siente raro y mi yo interna se desmaya a su lado, en cierto punto me pone nerviosa y muy ansiosa cuando está cerca —bufo frustrada y ella sonríe con cariño—. No sé porqué acepté, en realidad, pero quiero descubrirlo.

—No te voy a decir lo que pienso porque querrás echarme de tu casa, pero lo único que diré es que debes tener mucho cuidado.




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