P.O.V: Nebraska Grey
—Con cuidado —me besa la mejilla y luego me aplica más perfume.
—Sí. ¿Si me da frío?
—Te pasará su chaqueta —me guiña un ojo y me empuja fuera del departamento.
—Si se me levanta el vestido y se ve algo te culparé a ti.
—Ya —grita desde la puerta mientras voy al ascensor—. No te voy a esperar a que llegues, pero me envías un mensaje.
—Sí.
—Suerte —sonrío y la pierdo de vista cuando las puertas se cierran.
Presiono el piso de recepción y rezo a quien sea, la cosa es que ansío que esta noche vaya y todo salga de la mejor manera posible. El ascensor se demora siglos o al menos eso creo, la ansiedad me está matando y nada de lo que sé que debo hacer, ayuda a relajarme. Me miro al espejo y todo me ha quedado muy bien, mi maquillaje se ve genial y por suerte las pestañas no me quedaron falsas con el nuevo rizador que compré.
Las puertas se abren y algo insegura salgo de él, Carmen me llama a donde ella está, su lugar de recepción. La miro y voy hacia allá.
—Dime.
—Ese chico es demasiado guapo ¿No te habías casado?
—Así mismo me fueron infiel durante la luna de miel —le susurro y ella abre la boca sorprendida—. Ahora voy a salir con ese chico, pero sólo será algo de amigos.
—Está muy guapo, yo que tu aprovecho.
—Carmen.
—Es cierto, ahora sale que te está esperando.
Algo nerviosa tomo aire y me giro hacia las puertas de la entrada, el portero al ver mi intención de salir abre la puerta para mi y yo puedo ver a Edward recostado en la puerta del copiloto de su Chevrolet Camaro color negro, reconozco el modelo del auto porque lo he visto en Transformers.
Viene con un jeans negro que se ciñe a su cuerpo, unas nike blancas, una camiseta gris que parece tipo sueter pero relajado, no hubiese pensado que su estilo seríe ese. Lleva una chaqueta denim negra que le queda muy bien.
—Hola, Nebraska —saluda sonriendo de medio lado mientras se acerca y levanta su mano para tomar la mía.
—Hola, Edward —saludo de la misma manera y le tiendo mi mano.
La toma entre las suyas y la lleva a sus labios, posando un beso suave en el dorso de esta, podría derretirme aquí mismo. La baja lentamente y me mira a los ojos.
—¿Lista?
—No me puedo arrepentir —sonríe.
—El restaurante está cerca ¿Vamos caminando o quieres ir en auto?
—Caminando está bien, sé que hay buenos restaurantes por la zona —digo sonriendo tratando de ocultar lo nerviosa qué estoy.
—Vamos —hace un gesto y avanzo a su lado—. ¿Conoces el restaurante Charleston?
—Sí, es mi favorito —admito sonriendo, de hecho, he ido muy poca veces pero han sido muy buenas.
—¿De verdad? —asiento con la cabeza mientras avanzamos por el muelle, la sensación es extraña y quizás se deba a que ambos estamos nerviosos.
La brisa que nos acompaña se siente bien aunque sospecho que luego de la cena habrá bajado mucho más la temperatura, miro hacia el puerto o el camino para no caer. Con tacones no es mucha la diferencia de altura, hay varias personas recorriendo la zona el día de hoy.
—¿Eddy? —miro a la chica pelirroja, teñida seguramente porque sus cejas son cafés oscuras.
—Haysel —susurra mi acompañante y la chica se acerca confiada a besar ambas mejillas del chico.
Realmente no sé cómo reaccionar, ni idea de quién es ella y el chico a mi lado deja mucho que pensar. Pronto llega un chico y la abraza por la cintura, no es tan alto cómo Edward pero sí que tiene presencia. Me quedo viendo atenta la situación hasta que me canso porque la pareja miran a Edward solamente.
Ruedo los ojos y miro al chico a mi lado, necesito que reaccione y que no esté mirando al otro con cara de asesinarlo. Pero es solo cuando cierro los ojos que tengo en consideración que la chica puede ser su ex o hasta su amante, ni idea.
—¿Ella quién es? —me señala y me mira de pies a cabeza alzando una ceja.
—Su cita —digo hastiada—. O eso era, permiso.
Paso al lado de la chica y avanzo hasta un banco que hay cerca de ahí, nada sale cómo uno lo planea, pasé horas alistándome y preparándome mentalmente para esto. Me siento y miro hacia el puerto, me quito la garra y acomodo mi cabello dejándolo suelto. Suspiro pesadamente y espero a ver que mierda hace Edward ahora, no soy quien para juzgar, pero por lo menos me hubiese considerado como presente en la escena.
—Mierda —me quejo y llevo mis manos a mi cabello para jugar con él.
Pensar en que al llegar a casa sufriré para quitarme la cinta, todo lo que una paga sólo por una salida cuando a ellos no les cuesta nada. Las lanchas y botes vienen llegando ahora que está anocheciendo, sonrío al ver a las parejas, sobre todo a las que vienen con niños pequeños. Cada vez más lejanos y cercanos los sueños.
—Nebraska —vuelvo mi vista hacia él, que camina hacia donde estoy, hasta caminar se le da bien—. Lo siento por eso, es que es alguien importante de mi pasado y no saldrá de mi futuro aunque así lo quiera.
—Ella no me molesta —digo sin verlo, no porque esté ocultando algo, en realidad es que es más importante la familia que pude tener—. Fue el hecho de que no me consideraste, me hiciste a un lado cuando lo más bien podrías haberme presentado.
—Lo siento —susurra y se planta frente a mí, tengo que inclinar la cabeza para verlo a los ojos—. ¿Sigue en pie la cena?
—Si prometes que saldrá bien —señalo desafiando su voluntad.
—Eso espero —musita y me tiende la mano.
Me amarro el cabello con la garra nuevamente y espero haya quedado tan bien como la hice en un principio. Tomo su mano y me jala para levantarme, la distancia que queda entre nosotros es mínima, ambos nos miramos a los ojos y soy yo quien da un paso atrás.
—¿Vamos?
Asiente y avanzo a paso tranquilo, el llega a mi lado y caminamos a la par del otro sin decir nada. Llegamos al restaurante y abre la puerta por mi sin darme el espacio que quiero, y ese sería casi dos metros lejos de mi, me pone nerviosa sentirlo cerca de mi. Como Mont dijo, presiona su mano en mi espalda baja, solo roza mi piel desnuda por unos segundos, pero eso es suficiente para dar vueltas mi mundo.