Donde Coincidimos

Capítulo | 22

P.O.V: Nebraska Grey

Salgo del edificio y lo veo esperando recostado en la puerta del auto, tiene los brazos cruzados y me mira con una media sonrisa, esa que me encanta, me acerco soltando mi cabello bajo su atenta mirada.

—¿Qué tal su día, Señorita Nebraska Grey? —pregunta con ese tono seductor mientras me toma de la cintura con una mano y con la otra acomoda mi cabello tras mi hombro.

—Ahora mucho mejor, Señor Edward Lewis —murmuro dejándome hacer contra su cuerpo, mi brazo libre rodea su cuello.

Nuestros labios se buscan como todos estos días que hemos podido estar juntos, nos separamos porque somos conscientes del lugar en el que estamos. Sus ojos recorren mi rostro sonrojado, yo me dedico a admirar lo hermoso que es.

—¿Qué sorpresa me tienes? —pregunto sonriendo, con este chico jamás dejo de hacerlo.

—Alisté tu departamento de la mejor manera posible —susurra en mi oído.

—¿Mi celular?

—En el auto.

—Entonces vamos —susurro dejando pequeños besos en su boca.

—Vamos, Señorita Nebraska Grey.

Doy un paso atrás y este abre la puerta para mi, me acomodo en el asiento y lo observo rodear el auto para montarse en este. Al subir busca mi celular y me lo entrega, vino hace unas horas a buscarlo porque quería hacer algo lindo en la cena y no ir a restaurantes como estos días luego del trabajo. 

—¿Está todo bien? —pregunto por su ansiedad, toma mi mano y la aprieta de vez en cuando.

—Sí —asegura sin verme, cuando siempre lo hace a pesar de que le digo que no lo haga cuando conduce.

—¿Seguro?

—Noop.

Sonrío y acaricio su mano para que se calme, hoy en el trabajo fue uno de esos días en los que te cuestionas cómo llevaste a tu paciente, me siento demasiado cansada y por eso mismo agradezco que Edward decidiera que nuestra cita fuera en mi casa, eso sí es que ya se le pueden llamar “citas” a nuestras salidas diarias.

—Oye —lo miro fijamente, me encanta su perfíl—. ¿Se puede alegar apoyo psicológico en un juicio de tutela de un niño?

—Edward, te estás aprovechando de mi trabajo —le recuerdo y este deja salir una risita relajada—. Se puede si alguno de los padres sufrió violencia en manos de la otra parte, también si es que se cuestiona la estadía del niño en manos del otro padre pero ese apoyo iría para el niño, también si es que hay violencia en la casa donde el niño vivirá. 

—¿En violencia estra física y psicológica?

—Si, ambas son iguales a los ojos de la ley —aprieta mi mano faltando poco para llegar a mi departamento. 

Entra al aparcamiento porque ahora es él quien utiliza el lugar del departamento, apaga el auto y bajo cerrando la puerta con cuidado, el lunes la cerré un poco fuerte y se enojó conmigo, casi que ni me quería abrazar pero a mi favor juega que es muy débil al contacto físico, solo que ahora tengo que tener cuidado con su auto.

—¿Así estuvo bien?

—Casi, muy brusco diría yo —dice sonriendo divertido. 

Lo tomo de la mano y así vamos al elevador de las residencias, Edward besa mi sien, hoy voy con zapatillas de plataformas así que igual no quedo ni baja ni alta en comparación a él. Se abren las puertas y entramos juntos, me abraza por la espalda porque esa es su manera favorita de apresarme en sus manos, así lo dijo.

—Oye, me estás provocando antes de tiempo —susurra en mi oído.

—¿Cómo que te estoy provocando? —pregunto divertida apoyando mi nuca en su hombro.

—Estás moviendo tu trasero y lo sabes hacer muy bien —dejo salir una carcajada y besa mi mejilla presionando mi abdomen.

—Me declaro inocente —suspiro mientras descanso.

—¿Estás muy cansada?

—Si comemos y dormimos no tengo problema —susurro y esté se ríe en mi oído.

—Me gusta tu plan, podríamos cenar en la cama.

—¿No me quieres cargar?

—Ven aquí —me suelta y abre los brazos.

Acomodo mi bolso y doy un salto para rodear su cintura con mis piernas, me abraza mientras que rodeo su cuello con mis brazos y beso su mejilla, sonrío y luego recuesto mi sien en su hombro respirando en su cuello. Pasa un brazo por debajo de mi trasero y el otro lo mantiene rodeando mi cintura, busca mi celular cuando se abren las puertas del ascensor.

—No me toquetees tanto —digo entre risas.

—¿No te gusta?

—Es que me gusta mucho —dejo un beso en su cuello porque sé que le gusta eso, es su punto débil.

—Me está provocando, Señorita Nebraska Grey —susurra mientras avanza conmigo en brazos.

—Lo sé, Señor Edward Lewis.

Pasa el celular por el lector y entramos a mi departamento, vamos directo al living y se sienta en el sofá, me acomodo y me inclino a besar sus labios mientras lanzo mi bolso a nuestro lado, sus manos van a desnudar mis piernas cosa que no le cuesta mucho por la falda que estoy usando.

—Tenemos que cenar, Señorita Nebraska —murmura repartiendo besos por mi rostro mientras mantengo los ojos cerrados—. Tienes que comer, hoy no almorzaste.

—Lo sé —susurro abriendo los ojos para encontrar los suyos brillando al verme—. Podrías ser mi cena.

—Hasta hace poco estabas cansada.

—Lo sé, pero se me pasó el cansancio —murmuro mientras que sonríe de lado.

Me levanta de su cuerpo con demasiada delicadeza, se levanta pero se inclina a besar mi frente antes de tenderme la mano para ayudarme a hacer lo mismo que él. Tomo su mano sin dudarlo aunque ya estemos en mi departamento, me lleva a la zona de la cocina y me obliga a sentarme en un taburete.

—¿Vas a calentar la cena en el microondas? 

—¿Quieres comerla fría?

—No, caliente es mejor —sonrío de medio lado, él me dijo algo similar hace unos días y ahora se la devuelvo.

Niega con la cabeza divertido, muerdo mi labio al momento en que se quita la camiseta después de guiñar un ojo en mi dirección. Obviamente esto no se queda así, me quito el top quedando sin nada en el torso, me paso su camiseta y luego me quito la falda quedando solo cubierta por su prenda mientras dejo las mías sobre la barra.




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