P.O.V: Edward Lewis
Termino de vestir a Justin que está completamente inquieto, hoy según él va a comer galletas de chocolate porque la chica del teléfono se lo prometió, bonita manera de presentar a mi novia y a mi hijo. Mira el teléfono cada cinco minutos y yo espero que Nebraska no haya olvidado lo que dijo.
—Vamos a desayunar —señalo bajandole de la cama.
—¿Va a venid?
—Bebé, ella tiene que trabajar, tal vez venga más tarde —digo viendo la hora mientras bajamos las escaleras.
—¿Ed ninda?
—¿Qué?
—Ella ¿Ed ninda?
—¿Si es linda? —asiente con la cabeza y corre cuando llegamos a la planta baja—. Es muy linda.
Suena mi celular y corre a la cocina mientras me mira atento, es Nebraska. Parpadea atento cuando atiendo la llamada.
—Hola.
—Hola, oye ¿Me puedes poner al teléfono a Justin?
—Amanecí bien, Cariño, gracias por preguntar —musito irónicamente y la escucho bufar, me encanta.
—Eso ya me lo dijiste por mensajes, Edward Lewis. Ahora ¿Puedes poner a Justin al teléfono?
—Justin, es ella.
—¿Hoda? —su ilusión me hace sonreír con ternura, pero a la vez me dan muchos nervios.
—Hola Justin, soy la chica que te llevará las galletas de chocolate.
—¿Lad vad a tdaed?
—Sí, pero va a tener que ser después del almuerzo porque yo trabajo ahora en la mañana. ¿Te parece si te las llevo a la tarde?
—Ya.
—¿Sí?
—Shi, pedo no de odvides.
—No me voy a olvidar, sólo dile a tu papi que me envíe la dirección de tu casa.
—Ya, papi —me pasa el celular aunque yo ya he escuchado todo, sonrío y tomo el celular.
—Dime, cariño.
—¿Qué tipo de galletas le gustan?
—De chocolate —la escucho bufar y no evito la risa que sale de mi.
—¿Cualquiera de chocolate?
—No lo sé —admito.
—¿Por qué mejor no le preguntas a su mamá cuál es la galleta que ella le compra? Por favor, quiero agradarle.
—Vas a comprar a mi hijo.
—No lo digas así, suena muy feo.
—Está bien, hablo con ella y te envío un mensaje.
—Bueno ¿Algo más que le guste a tu hijo?
—No lo sé.
—¿Lo conoces o no?
—Nebraska Grey, si lo vas a conocer, quiero que lo conozcas por ti misma.
—Bueno. Ya entendí.
—Oye —la escucho hacer un sonido nasal para señalar que me escucha—. ¿Cómo vas a venir, cariño?
—En mi auto —dice orgullosa, aunque no le creo, ella no sabe conducir.
—Pero no tienes y tampoco sabes conducir.
—Tengo porque Josh me pagó con el y ayer le pedí a mi hermano que me enseñara, cuando me veas llegar a tu casa verás.
—Bueno, te espero.
—Por favor, enviame tu dirección también.
—Claro, cariño.
Corto la llamada y me encuentro a mi hijo a mi lado, me mira fijamente y frunzo el ceño porque tiene sus ojitos entrecerrados.
—¿Ella ed du amida?
—¿Si es que es mi amiga? —asiente—. Es una amiga más que amiga, no lo entenderías, pero si quieres le puedes preguntar a ella.
—Ella va a taed mi gadedas.
—Sí, te va a traer galletas, pero ahora conformate con esas de animalitos.
Las acepta y comienza a comer mientras preparo su leche de la mañana, pongo música y comienza a “bailar”, mi hijo es un amor. Le escribo a Haysel y a penas me contesta le envío los mensajes a Nebraska que no me contesta, supongo que es porque está trabajando cómo desde que la conocí. Preparo mi desayuno y algo más porque se supone que mi amigo va a venir, o al menos eso dijo anoche.
—Papá.
—Dime.
—Una adana.
—¿Qué?
—Mida, men —voy donde está y lo veo tomando su biberón, apunta hacia donde están sus juguetes y veo a la “adana”.
—¿Estaba ahí? —asiente y lo tomo en brazos—. Vamos a buscar el insecticida.
—Ed uda adana muy dande.
—Sí, es una araña muy grande ¿Le hiciste algo a la araña? —niega y sigue tomando su leche—. Quédate en la silla.
Lo dejo y voy a buscar algo con qué matar la araña, rápidamente llego donde está y la mato sin piedad, sé que ellas por algo viven en el planeta, al igual que nosotros, pero es que si estando aquí pone en riesgo la vida de mi hijo, entonces prefiero la integridad de mi hijo a la de la araña.
Cuando termino de revisar si es que hay más o no, llaman a la puerta. Voy a abrir y me encuentro con que es mi querido mejor amigo, pasa cómo si nada sin saludarme y va directo a la cocina.
—Hola, Campeón ¿Cómo estás?
—Mien. Da amida de papi, me va a tdaed gadedas de cochodade.
Mi hijo completamente independiente, pide ayuda y se baja de la silla para luego ir corriendo a la sala, mi mejor amigo se sienta en un taburete y le sirvo un buen desayuno preparado por mi, frunce el ceño y me interroga con su mirada, sé que le entendió lo que dijo mi hijo, su hija habla igual y ya se acostumbró, la cosa es que debe estar cuestionando a que amiga se refiere mi hijo.
—Nebraska le va a traer galletas de chocolate como las que le dio su mamá.
—Pero el chocolate le puede hacer mal —pensé que se iba a referir a por qué Nebraska es amiga, pero bueno, no espero más de Niall.
—Lo sé, pero es que convenció a Nebraska con su voz de niño inocente.
—¿Vas a dejar que se conozcan? —parece que acaba de caer en cuenta, evito reír porque o si no se va a fastidiar.
—Sí.
—Amigo, no es por nada, pero ¿No es muy pronto cómo para que tu novia conozca a tu hijo? Lo digo por el bien del pequeño, ya sabes que las relaciones no duran mucho y es un niño que si se encariña con ella —el tiene una predisposición al mal que es increíble.