Donde Coincidimos

Capítulo | 32

P.O.V: Nebraska Grey

—Aska, le enseñas el trasero a Edward.

—Descuida, le he enseñado más que eso —digo riendo y Kansas suelta una carcajada por mi respuesta a Dan.

—No sé de donde sacaron esas insolencias, nosotros jamás dijimos algo así en casa —reprende mamá mientras que vuelvo a mi lugar en las piernas de Edward.

—¿Por cuanto se van a quedar?

—Todos tienen libre el lunes así que tenemos mañana por completo para compartir —avisa papá que sonríe relajado, jamás lo había visto así, incluso toma la mano de mamá por sobre la mesa.

—En ese caso, les dejo mi cama a ustedes —señalo a mis padres y mis hermanos—. Creo que ahí caben todos y yo duermo con Edward y Justin.

—¿Qué tal se te da ser la madrastra?

—Sí ¿Eres buena o mala? 

—Ustedes están mal viviendo de los cuentos infantiles —señalo a mis hermanos que se ríen—. Pues, el niño me quiere más a mi que a su propio padre.

Terminamos la cena entre risas y lágrimas de felicidad y antes de ir a dormir, siento ese alivio, por fin no hay peso en mis hombros y la sonrisa no me abandona, esto es de lo mejor. Con Edward dejamos todo ordenado antes de ir a la habitación. 

—¿Vas a dormir con mi camiseta? —asiento mientras me quito el vestido—. Me agradó tu hermano.

—Es un caso —niega divertido pero al final me da la razón—. Mis padres te aceptaron.

—¿Dudabas que no me aceptaran?

—Si no lo hacían se tendrían que acostumbrar —señalo besandolo y peinando su cabello.

—Estaba muy nervioso.

—Tanto así que comenzaste a provocarme con tus manos en medio de la cena —digo con los ojos entrecerrados.

—Era para canalizar —excusa que me hace reír.

—Claro, mejor vamos a dormir.

—¿Cómo vamos a dormir? —pregunta y ambos miramos el cuerpo pequeño de Justin.

—Podríamos abrazarnos primero y luego ya lo dejamos en medio de nosotros —señalo haciendo un puchero, quiero estar con él.

—Me parece perfecto, Nebraska Grey —asiento y muerdo su labio.

Hacemos lo que dije y respirar su perfume me calma demasiado, sobre todo porque he soltado todo peso que cargaba y ahora me siento cómoda, me siento cuidada y protegida. Cuando siento que ya estoy por comenzar a soñar, me muevo y paso el cuerpo de Justin hacia el medio de nosotros, el pequeño me sorprende cuando se gira y pega a mi cuerpo aun dormido.

—Prométeme que si nos llegamos a separar o nos pasa algo a futuro, no abandones a Justin, este era el riesgo que no quería correr.

—Oye, yo soy la defensora de la infancia, si no hubiese estado segura, no hubiese aceptado conocerlo tan fácilmente y sé que tú tampoco lo hubieses expuesto —asiente con calma y puedo sonreír.

—Que duermas bien, Nebraska Grey,

—Descansa, Edward Lewis.

Apaga la luz de la lamparilla y yo suspiro antes de acomodarme para dormir mejor.

***

Despierto por los besos de dos personas, sonrío recordando la noche anterior y me dejo querer por ellos.

—¿Le traemos desayuno a la cama a Nana?

—No, tdu shi —río relajada y abro los ojos, me giro y abrazo a Justin que se ríe cuando beso sus mejillas.

—Buenos días, cariño —saluda Edward acariciando mis labios con los suyos.

—Buena, Nebraska Grey —susurra aplastando a su hijo entre nosotros para besarme, él pequeño sólo se ríe porque claramente es un juego.

Nos acostamos abrazando a Justin y Edward aprovecha para posar una de sus manos en mis caderas. Sonrío y me desperezo buscando el reloj de pared para ver la hora, soy consciente de que soy la anfitriona y tengo que despertar antes para poder atenderles lo mejor posible.

—Iré a preparar su biberón —avisa Edward y se pone su jogger y la sudadera antes de salir de la habitación.

—Voy al baño, ten cuidado —asiente y yo me levanto para salir de la habitación.

Abro la puerta y la dejo entreabierta, salgo y escucho la voz de Dan y de Kansas en la cocina, me pongo alerta  porque sé que ahí está Edward.

—Si le llegas a hacer algo malo a nuestra hermana te la vas a ver con nosotros —amenaza Kansas diciendo lo mismo que hace Dan.

—Oigan, amo a su hermana cómo no se imaginan, si alguno debe sufrir prefiero ser yo, a verla llorar por otra persona que no sea ella —hay una punzada que expande alivio y felicidad en mi pecho—. No le voy a hacer nada malo, el que perdería soy yo, porque perdería a un ángel.

—Eres tan cursi que me dan ganas de llorar porque eres perfecto para mi hermana.

—Eso o son las hormonas, Kansas.

—Dan, arruinas todos los momentos especiales —gruñe molesta y me dan ganas de reír porque de seguro la quiere golpear.

—Escuchar conversaciones ajenas no es correcto, Nebraska —doy un salto y llevo mi mano al pecho.

—Mamá, me asustaste —sonríe relajada y me abraza antes de besar mi mejilla.

—Tus hermanos me volvieron loca anoche planeando cómo le llamarían la atención a Edward para amenazarlo por ti.

—Están mal de la cabeza —digo en un suspiro—. Me visto y les ayudo con el desayuno.

—Bueno, tu padre te está esperando en la oficina —suspiro ofuscada—. Oye ¿El pequeño?

—Edward le está preparando su leche, la toma antes de levantarse.

—Me gustaría conocer al pequeño.

—Descuida, pasaremos todo el día juntos así que tendrás tiempo de conocerlos —abro la puerta de mi habitación y me encuentro con la cama y ya todo ordenada—. Tu y tu manía con el orden.

—Ya me conoces —niego sonriendo y voy al baño para poder darme una ducha rápida antes de vestirme.

Me ducho con calma y con la puerta cerrada porque nadie conoce de privacidad en este lugar, terminando salgo del baño envuelta en una toalla y voy al vestidor, pero me encuentro a Edward y Justin en mi cama mientras visten al pequeño.

—¿Por qué están aquí? —inquiero confundida.




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