Capitulo 5
El sol apenas se asomaba entre los edificios altos de Seúl. El cielo estaba claro por primera vez en días, como si la lluvia hubiese limpiado algo más que las calles.
Sol-a se despertó temprano. No por obligación, sino por una necesidad inexplicable de moverse.
No pudo sacarse de la cabeza aquel encuentro, ese rostro que no se borraba ni con café ni con canciones.
Tampoco tenía nombre.
No sabía quién era ese chico de mirada intensa y voz grave. Solo sabía que desde aquel choque fugaz... algo había cambiado.
Después de un desayuno ligero, se puso su ropa deportiva -oversize, gris con detalles azul marino-, amarró su cabello en una coleta baja y tomó su bolso. Tenía una clase de ensayo vocal en el distrito de Gangnam, pero decidió caminar las primeras calles antes de tomar un taxi.
Mientras caminaba, escuchaba una playlist de sonidos suaves, alternando con grabaciones suyas: frases melódicas, ideas sueltas, letras sin dueño.
-"Notas sin nombre..." -susurró, abriendo el bloc de notas de su celular.
Y al escribir esa frase, volvió a pensar en él. ¿Estaría pensando en ella también?
Jungkook también había amanecido inquieto.
Tenía una reunión con su productor por la tarde, pero se permitió una mañana libre. Casi nunca lo hacía. Se vistió con una chaqueta beige, jeans sueltos y gafas oscuras, intentando pasar desapercibido. Tomó su moto y fue directo a un pequeño café que solía visitar antes de cada comeback.
Pidió lo de siempre. Se sentó en la esquina, con la capucha puesta, y sacó su cuaderno negro.
> "No sé tu nombre,
pero tu voz aún me vibra en los huesos.
¿Quién eres, melodía de paso?"
Suspiró. Pasó la hoja.
En la radio del café comenzó a sonar una canción suave... y se detuvo.
La melodía era familiar.
No porque la hubiera escuchado antes.
Sino porque sonaba como ella.
-¿Quién canta esto? -le preguntó al camarero.
-Es una artista nueva... Sol-a, creo que es su nombre. Tiene pocas canciones en plataformas, pero compone y produce todo. Interesante, ¿eh?
Jungkook sintió un pequeño golpe en el pecho.
Sol-a.
El nombre le pareció poético. Fuerte. Suave.
Como su mirada.
Y aunque no estaba seguro aún, supo que esa melodía -esa vibra- era la misma que había sentido al verla. No había pruebas. Solo una intuición absurda. Pero fuerte.
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Esa misma tarde, Sol-a llegó al estudio donde grabaría una demo para un nuevo productor que estaba explorando talentos emergentes. El lugar era pequeño, con paneles de madera, luces tenues y olor a café tostado.
-Tu voz tiene algo especial. Muy íntima -dijo el productor mientras ella cantaba un verso-. ¿Te gustaría participar en un proyecto conjunto con otros artistas?
-¿Qué tipo de proyecto? -preguntó ella, curiosa.
-Una colaboración... aún no puedo decir nombres. Pero están buscando voces únicas. Y la tuya... vibra diferente.
Sol-a sonrió, sin imaginar que el destino ya estaba escribiendo esa conexión.
Una canción.
Una colaboración.
Una coincidencia.
O quizás... una historia de amor aún no contada.