Capitulo 14
El departamento de Sol-a se llenaba de acordes suaves mientras repasaba la melodía una y otra vez en su cabeza. La canción que componía junto a Jungkook estaba a punto de terminarse, y había algo en ella... una especie de carga emocional que se había colado sin permiso en cada estrofa.
Habían grabado juntos casi toda la semana. A veces en silencio, a veces con miradas que decían mucho más de lo que se atrevían a admitir.
Y ahora, esa tarde, estaban en la recta final.
-Desde el principio supe que tu voz iba a completar esta canción -le dijo Jungkook, desde su rincón en la cabina.
Sol-a le sonrió apenas, recogiendo su cabello detrás de la oreja. No solía dejarse halagar, pero con él... era distinto.
-Y desde el principio supe que esta canción iba a doler -respondió, mirando sus partituras.
El productor, Jiho, interrumpió el momento.
-Chicos, antes de que se vayan... quiero hablar contigo, Sol-a.
Ella frunció el ceño, cerrando su libreta.
-Claro.
Se acercó al control, mientras Jungkook se retiraba discretamente, aunque su mirada no se despegó de ella.
Jiho se acomodó los auriculares y la miró con seriedad.
-Escucha... he trabajado con muchos artistas en esta industria. Sé cuándo alguien tiene lo necesario para destacar... y tú no solo tienes talento, tienes algo que no se compra ni se entrena: presencia.
Sol-a parpadeó, sin saber qué decir.
-Quiero ofrecerte un contrato. Unirme a tu proyecto como productor oficial. Llamé a algunos contactos y con una buena estrategia, podríamos lanzar tu primer single como Sae en menos de tres meses.
El corazón de Sol-a se aceleró.
Era su oportunidad. Lo que había soñado desde siempre.
Pero... ¿estaba lista? ¿Podía hacerlo mientras lidiaba con el rechazo de sus padres, el caos emocional de estar tan cerca de alguien como Jungkook, y una carrera que apenas empezaba a gestarse?
-No tienes que decidir ahora -agregó Jiho-. Pero piénsalo. Las oportunidades no esperan a nadie.
Sol-a salió del estudio con la cabeza revuelta. Caminó hasta su apartamento, que quedaba a solo una puerta de la de Jungkook. Cuando llegó al pasillo, lo encontró casualmente, sentado en el suelo, con la espalda apoyada en su puerta, auriculares puestos y una botella de agua a medio acabar.
Levantó la mirada al verla.
-¿Todo bien?
Sol-a respiró hondo, dejando caer su bolso al suelo.
-Me ofrecieron producir mi primer single.
Jungkook asintió despacio, como si esa noticia no le sorprendiera en absoluto.
-Sabía que lo harían. No puedes esconder algo así.
Ella sonrió, cansada.
-No sé si estoy lista.
-Nadie lo está -dijo él, señalando su propio pecho-. Pero si no saltas ahora... te vas a arrepentir.
Se hizo un silencio breve.
-¿Puedo escucharte otra vez? -preguntó Jungkook de pronto.
Sol-a arqueó una ceja.
-¿Ahora?
-Ahora.
Ella sonrió de lado.
-Solo si tú cantas conmigo.
Y ahí, en ese pasillo, los dos vecinos cantaron en voz baja la última estrofa de su canción compartida. Sin micrófonos. Sin público. Sin presión.
Solo dos personas intentando que la música los salvara.