Capitulo 17
El teléfono de Sol-a sonó cuatro veces antes de que ella decidiera contestarlo.
Sabía quién era.
Lo había evitado toda la tarde.
Sabía que después de que el teaser se hiciera viral, esa llamada llegaría.
"Mamá" aparecía en la pantalla.
Respiró hondo y contestó.
- ¿Sí?
Del otro lado, la voz de su madre sonó fría, cortante.
- Sube al departamento. Ahora.
Cortó sin esperar respuesta.
Subir al penthouse de sus padres siempre había sido incómodo desde que tomó la decisión de mudarse. Pero esta vez, la tensión era otra. Era rabia contenida. Orgullo herido.
Apenas abrió la puerta, su padre estaba en la sala con una copa en la mano y su madre frente a una pantalla donde repetían en bucle el teaser.
- ¿Qué es esto, Kim Sol-a?
Usaron su nombre completo. Cuando eso pasaba, no había espacio para bromas.
Sol-a se cruzó de brazos.
- Una colaboración. Una oportunidad para mí.
Su madre se giró, señalando la pantalla.
- ¿Así vas a salir al mundo? ¿Así piensas arrastrar nuestro apellido en el ambiente de los idols? ¿Exponiéndote como una cualquiera en una industria que jamás te va a valorar por lo que eres, sino por lo que pueden sacar de ti?
El corazón de Sol-a se apretó, pero no bajó la mirada.
- No estoy arrastrando nada. Estoy haciendo lo que amo. Algo que jamás quise decirles porque ya sabía cómo iban a reaccionar.
Su padre se levantó, dejando la copa sobre la mesa.
- Te estamos ofreciendo la dirección de la empresa, todo este imperio que hemos construido para ti. Y prefieres... esto. Ir detrás de un escenario, detrás de un tipo con mala fama de mujeriego y con fans locas que van a destruirte en menos de un mes.
- No tiene nada que ver con Jungkook -contestó ella, dolida-. Esto es mío.
Su madre soltó una carcajada amarga.
- Eres egoísta. No piensas en la familia, no piensas en la imagen. Cuando te destrocen en redes, cuando fracases, no vuelvas aquí.
Sol-a apretó los labios, su pecho ardiendo.
- Nunca estuve aquí, mamá.
La habitación se quedó en silencio. Solo se escuchaba el teaser reproduciéndose de fondo, una y otra vez.
- Sol-a... -intentó su padre, pero ella ya había dado media vuelta-. No es el camino correcto.
Ella sonrió, esa sonrisa rota de quien se está acostumbrando a sangrar.
- Tal vez no... pero es el mío.
Salió del departamento sin mirar atrás.
Al llegar al ascensor, las lágrimas le quemaban los ojos, pero no iba a derramarlas. No ahí. No por ellos.
Al llegar a su apartamento, encendió las luces y dejó el abrigo sobre el sofá. Se miró al espejo.
Y por primera vez, se dijo a sí misma:
- Bienvenida al mundo, Sae.
A dos días del lanzamiento.
Y las verdaderas batallas apenas comenzaban.