Capitulo 18
La madrugada había caído sobre Seúl como un manto pesado.
El reloj marcaba las 2:13 a.m., pero Sol-a no podía dormir.
Seguía escuchando en su cabeza las palabras de su madre, el tono decepcionado de su padre.
"Nunca estuve aquí, mamá."
Se repetía una y otra vez.
Encendió una pequeña lámpara de luz cálida y tomó su cuaderno de letras.
Se sentó en el suelo, descalza, con una guitarra acústica que había comprado en su adolescencia. Era la misma guitarra con la que había compuesto su primera canción a los 16, escondida en la azotea de su casa.
Rasgueó algunas cuerdas, sin ritmo, solo para calmar la ansiedad.
- ¿De verdad vale la pena? -se preguntó en voz baja.
Las lágrimas, por fin, se deslizaron sin permiso.
Pero siguió tocando.
Sus dedos comenzaron a improvisar una melodía suave, triste.
Como un lamento disfrazado de canción.
Entre susurró palabras en coreano y en español, como había hecho siempre cuando nadie la escuchaba.
Ese rincón era suyo, y solo suyo.
Tocó hasta que el cielo empezó a aclararse.
Mientras tanto, en el apartamento vecino, Jungkook terminaba de revisar los mensajes de su productor y de HYBE. Todos emocionados, las cifras del teaser habían superado los 7 millones de visualizaciones en menos de 12 horas.
Pero a él, por alguna razón, no le importaba mucho en ese momento.
Había notado a Sol-a llegar unas horas antes, la había visto desde su ventana, con los ojos rojos y el paso cansado. No sabía qué había pasado, pero su expresión le había dolido de una forma que no entendía.
Él conocía esa mirada.
La había tenido también. Cuando los años de debut eran pesados, cuando la soledad le pesaba más que los focos.
Tomó una gorra, una chaqueta ligera.
No sabía qué iba a decirle, pero no quería dejarla así.
Se detuvo frente a su puerta. Dudó.
- ¿Y si no quiere que me meta? -pensó.
Pero entonces, a través de la delgada pared, escuchó una guitarra.
Y su voz.
Cerró los ojos y se apoyó en la pared, escuchándola en silencio.
Había algo en la forma en que ella cantaba que le partía el pecho.
No interrumpió. No tocó. No habló.
Solo se quedó ahí, hasta que la canción se desvaneció.
Y se prometió que cuando todo esto pasara, quería conocer realmente a la persona detrás de esa voz.
10:00 a.m.
El gran día.
Las cuentas oficiales de HYBE, de BTS y de Sae habían publicado simultáneamente:
"[Now Streaming]
JK X Sae - Lost in Echoes
Available on all platforms."
La canción ya estaba disponible.
Un video sencillo los mostraba en un estudio, en blanco y negro, grabando la canción. Sin maquillaje, sin vestuario ostentoso. Solo ellos, un micrófono y la música.
La canción era una balada con toques de pop, minimalista, íntima.
Jungkook iniciaba con su voz grave y melancólica, y luego entraba Sae con una voz suave, limpia, casi etérea.
Los comentarios no tardaron en llegar:
- La mejor colaboración de este año.
- La letra duele, pero es hermosa.
- ¿Por qué siento que cantan para alguien más?
- Sae... necesito saber todo de ella.
La canción subió al #1 en Melon, Genie y Spotify Corea en menos de una hora.
Las visualizaciones superaban los 10 millones en YouTube.
Los medios no tardaron en lanzar notas:
"La hija de Lumina Beauty, ahora estrella musical"
"JK y Sae, ¿química en estudio y fuera de él?"
Algunas positivas, otras intentando escarbar drama.
Sol-a recibió una llamada de HYBE para felicitarla. Su productor emocionado.
Pero su teléfono personal seguía en silencio.
Ningún mensaje de sus padres.
Y eso dolía más que cualquier titular.
Esa noche, Jungkook tocó por fin a su puerta.
Ella abrió, con el rostro limpio, sin maquillaje, sin máscaras.
- Vi el video... -dijo él.
- ¿Y? -respondió ella, levantando la barbilla.
Jungkook sonrió apenas.
- Me gustó. Pero... me gustó más la canción que tocabas anoche.
Los ojos de Sol-a se abrieron sorprendidos.
Iba a preguntar cómo lo sabía, pero algo en la mirada de Jungkook le dijo que había estado cerca.
Por primera vez en semanas, Sol-a sonrió, aunque pequeña, sincera.
- Gracias, Jeon.
Y cerraron la puerta sin decir más.
Pero en ambos, algo se había movido.
Y lo sabían.