Donde el azul sangró carmesí

Los ojos que te observan

"El amor verdadero se forja en la fragua de la tragedia, donde el alma se desnuda ante su destino"

—Carta de amor escondida en la biblioteca del Monasterio de Saint-Ravelle.

La fragancia de las flores esta noche es más dulce que nunca.

Lysander no suelta mi mano mientras paseamos bajo ellas, y la sonrisa no abandona mi rostro.

—¿A qué edad te mudaste de aquí? —pregunto, queriendo saber más de él también.

—A los dieciséis.

Su respuesta es escueta, pero no me desanima.

—¿Por qué? Tu tío era cura y tú fuiste novicio, ¿no querías seguir sus pasos?

Lysander se queda unos segundos en silencio, como si él también se preguntara cuánto está dispuesto a compartir de sus secretos conmigo.

—Al principio sí... hasta que fui testigo de la hipocresía de la iglesia.

—¿Te refieres al dinero con el que se llenan los bolsillos mientras rezan para que Dios alimente a los pobres?

—Me refiero a que la salvación solo es para los que ellos deciden. No hay perdón ni absolución real, solo intereses.

Mi ceño se frunce.

—¿Lo dices por tu tío?

Él asiente, pero algo me dice que no se refiere realmente a eso. A veces me frustra no entender a Lysander.

—¿Te llevabas mal con él?

—Sí. Nunca nos entendimos. Discutíamos cada vez que tratábamos de hablar y, después de que me fui, pasamos años sin comunicarnos.

Y aun así volvió. A este lugar que intuyo que odia. Para hacerle un funeral. Para investigar algo que ocurrió hace cinco años atrás y limpiar su nombre. Para darle paz a su alma.

El sentimiento que me invade ahora es muy familiar. Envidia. Yo nunca he tenido a nadie así. Podría morir mañana y a nadie le importaría. Nadie se daría cuenta, nadie me haría una tumba o dejaría azucenas rojas sobre ella porque son mis flores favoritas.

—¿A dónde fuiste después de irte?

—A muchos lugares. Siempre soñé con explorar el mundo y eso fue lo que hice.

Me detengo y me giro para quedar frente a él.

—Lysander... —su nombre sale por primera vez de mis labios con devoción—. ¿Eres ciego?

No sabría explicar por qué esta pregunta tiene tanto significado. Debería ser obvia la respuesta; ¿por qué, si no, llevaría esa venda como antifaz?

—Sí.

Esa simple sílaba parece reverberar por todo el jardín... y dentro de mí.

Levanto la mano y, con delicadeza, acaricio el encaje y seda de su antifaz.

—¿Por qué siento que me estás ocultando algo?

—¿Tú no me estás ocultando algo a mí?

Touché.

—Espera aquí —pide antes de retroceder y perderse en la bruma.

Dejo caer la mano y suelto una suave risa.

¿Realmente soy tan ilusa como para esperar un final feliz?

Cuando las primeras notas de música viajan por la puerta abierta de la terraza hasta donde estoy, vuelvo a reír.

"J'attendrai" es mi canción favorita. Porque eso es todo lo que he hecho toda mi vida: esperar.

Sonrío cuando él regresa, fascinada una vez más por esa conexión inexplicable que compartimos.

Jour et nuit, j'attendrai toujours ton retour

Ninguno de los dos dice nada.

Car l'oiseau qui s'est enfui...

Coloco mis manos sobre sus hombros mientras él posa las suyas sobre mi cintura.

...retourne chercher ce qu'il a laissé dans son nid

Y empezamos a balancearnos al compás de la música por todo el jardín.

Les fleurs pâlissent...

Le feu s'éteint...

L'ombre se glisse dans le jardin...

L'horloge s'en va... elle avance lentement...

Durante horas.

Horas en las que deje de estar atrapada en un mundo azul.

Esa noche fue un regalo que Lysander me dio.

Mon cœur bat à grands coups... et pourtant, j'attendrai ton retour.

🕯️

Lo malo de las noches mágicas es que el hechizo siempre se rompe con la luz.

Estoy completamente paralizada.

Mis ojos están abiertos, pero no puedo hablar. No puedo moverme.

El azul no solo me atrapa: me invade, me ahoga, me asfixia.

Quiero llorar, gritar, hacer algo. Pero no puedo.

Solo floto, con las extremidades extendidas, formando una cruz en el fondo de un lago.

Mis ojos apuntan hacia la superficie, pero no la distingo. No hay esperanza.

Mi cuerpo ya no me pertenece, y no hay manera de recuperarlo.

Este es mi purgatorio.

Sintiendo cada lágrima que no puedo dejar salir, me pregunto: ¿qué he hecho para merecer este castigo?

Entonces aparecen.

Los hilos rojos comienzan a surgir a mi alrededor, vibrando en la oscuridad líquida. En mi pecho se enciende la urgencia de alcanzarlos, porque sé que si pudiera tocarlos, escaparía de este lugar.

Pero no puedo moverme, y los hilos que se extienden hacia mí siempre parecen arrepentirse en el último momento, alejándose antes de tocarme. Desvaneciéndose en la nada.

Como si no fuera más que un juego retorcido.

¿POR QUÉ?

¿POR QUÉ ME TORTURAS?

Quiero gritarlo, pero solo puedo llorar en el silencio de mi alma.

🕯️

Al caer la noche, unos golpes resuenan en la puerta de roble.

Abro para encontrar a Paulette, reconocible por su maquillaje rojo.

—¿Qué ocurre? —pregunto, sorprendida de verla un miércoles en mi mansión.

Ella me mira de arriba abajo y luego trata de mirar sobre mi hombro sin disimulo.

—¿Está sola?

Recién levantada y tras varias pesadillas que ahora no puedo recordar, no tengo la paciencia para sutilezas.

—¿Tienes alguna razón para estar aquí o solo vienes a buscar chismes?

Avergonzada se detiene y agacha un poco la cabeza.

—En realidad venía a informarle de algo.

Enarco la ceja esperando mientras ella toma una enorme bocanada de aire, como si le faltase valor.

—¿Anoche salvaste a un hombre que fue atacado en un callejón? —pregunta, como si lo más increíble no fuera el ataque a alguien con un cuchillo, sino que yo lo ayudara.




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