Noa había intentado hacer que todo volviera a la normalidad, pero la presencia de Ethan en el grupo lo complicaba todo. Desde el incidente en el evento de voluntariado, Ethan había estado insistiendo en acercarse más a él. Sin embargo, su manera de hacerlo no era la misma de antes. Antes, Ethan era espontáneo, bromista y relajado. Ahora, Noa notaba que cada contacto físico, cada palabra, cada acercamiento estaba cuidadosamente calculado. Y eso lo incomodaba.
El grupo también lo notaba. Jack y Max habían dejado claro que Ethan ya no era bienvenido. Dylan y Félix tampoco estaban cómodos con su presencia. Amanda y Leo eran más neutrales, pero tampoco hacían esfuerzos por incluirlo. La única razón por la que Ethan seguía rondando era porque Noa no había sido completamente tajante en apartarlo.
Un día, después de una salida grupal, Noa se encontró con Amanda y Leo en un café. Necesitaba hablar con alguien sobre lo que estaba sintiendo.
—¿Entonces Ethan sigue buscándote? —preguntó Leo, revolviendo su café.
—Sí... y no sé cómo ponerle un alto sin ser grosero —respondió Noa, suspirando.
—¿Y qué hay de Lucas? —intervino Amanda con una ceja alzada.
—¿Qué pasa con él? —preguntó Noa, fingiendo inocencia.
Amanda soltó el vaso de su frappé y lo miró directamente.
—¡No entiendes que le gustas a Lucas!, ¿¡verdad!?
Noa parpadeó, sorprendido. Claro, lo había pensado en varias ocasiones, pero siempre lo había dejado de lado. Ahora, escuchar a Amanda decirlo con tanta seguridad lo hacía sentir un nudo en el estómago.
—No sé qué hacer —admitió. —Lucas es mi mejor amigo. No quiero arruinar nuestra amistad si las cosas no funcionan.
Leo, que hasta el momento había estado escuchando con atención, intervino con su tono tranquilo.
—Las relaciones están basadas en la confianza. Si siempre piensas que van a terminar y que no podrán seguir siendo amigos, nunca van a llegar a nada. Si lo que sientes por él es real, vale la pena intentarlo.
Noa mordió su labio. Sabía que Leo tenía razón, pero el miedo seguía ahí.
—Míranos a nosotros —dijo Amanda, señalando a Leo y a ella misma. —Míralos a Jack y Max. Las relaciones no son perfectas, pero si ambos están comprometidos, pueden salir adelante. Además, ¿qué prefieres? ¿Quedarte con la duda para siempre o dar el paso?
Noa bajó la mirada. Sabía que tenía que hacer algo, pero no estaba listo para enfrentar sus propios sentimientos. Lo que sí tenía claro era que debía poner límites con Ethan. No solo por respeto a Lucas, sino porque él mismo ya no se sentía cómodo con su presencia.
—Gracias, chicos —dijo finalmente.
Amanda sonrió y le dio un leve golpe en la cabeza.
—¡Fuerza, león!. Piensa bien en todo lo que te dijimos.
Noa rió levemente. Amanda siempre tenía una forma peculiar de animarlo.
Cuando llegó a casa esa noche, se quedó mirando el techo de su habitación. Su corazón latía con fuerza. Sabía que el siguiente paso era hablar con Ethan y dejar todo en claro. Pero, más importante aún, sabía que tarde o temprano también tendría que enfrentar sus sentimientos por Lucas. Y eso lo asustaba más que cualquier otra cosa.