Noa había decidido que era momento de hablar con Ethan sobre los límites que debían establecer en su amistad. No quería dar lugar a confusiones, sobre todo con lo que Amanda y Leo le habían dicho sobre Lucas. Aunque le costara admitirlo, su corazón se aceleraba cada vez que pensaba en su mejor amigo.
Cuando finalmente se encontraron, Ethan lo recibió con su sonrisa habitual. Era una tarde tranquila, con una ligera brisa que refrescaba el ambiente.
—Quiero hablar contigo sobre algo importante —dijo Noa con seriedad.
Ethan asintió, invitándolo a continuar.
—Creo que últimamente hemos estado cruzando ciertos límites en nuestra amistad… y quiero ser claro contigo. No quiero que haya malentendidos ni confusiones entre nosotros.
Ethan suspiró y asintió lentamente.
—Lo entiendo, Noa. Lamento si te hice sentir incómodo en algún momento. Solo es que… —hizo una pausa, rascándose la nuca—, es difícil porque me importas mucho.
Noa sintió un nudo en el estómago. No quería lastimar a Ethan, pero tampoco quería darle esperanzas falsas.
—Sigamos siendo amigos, pero con límites —dijo con firmeza.
Ethan sonrió con resignación.
—De acuerdo. Entonces, para empezar bien, ¿qué te parece si vamos a la feria que abrieron? Podemos tomar un café y relajarnos un poco.
Noa dudó por un momento, pero luego aceptó. Después de todo, seguían siendo amigos y no había nada de malo en compartir un rato juntos.
La feria estaba llena de luces brillantes y risas. Jugaron algunos juegos, comieron dulces y disfrutaron del ambiente animado. En un momento de calma, Noa suspiró con satisfacción.
—Es bonito pasar tiempo así —dijo sonriendo.
Ethan lo miró con ternura y susurró:
—Yo soy la mejor opción para ti.
Noa lo escuchó, pero decidió hacerse el desentendido. No quería abrir un tema que ya habían discutido.
Mientras caminaban por la feria, Ethan de repente señaló hacia una dirección.
—Mira, es Lucas. ¿Nos unimos a ellos?
Noa miró en la dirección que Ethan señalaba y vio a Lucas conversando con una chica muy bonita. Por un instante pensó que debía ser una amiga, pero entonces la vio acercarse demasiado a Lucas. Su corazón se detuvo por un segundo.
—Vamos a saludarlos —dijo Noa, tratando de mantener la calma.
—Lucas! —gritó Noa con entusiasmo.
Cuando estaban a punto de acercarse, la chica besó a Lucas. Noa sintió cómo su mente se quedaba en blanco. Todo ruido a su alrededor pareció desvanecerse.
Ethan, que había notado su reacción, le puso una mano en el hombro.
—Mejor no los interrumpamos —dijo en voz baja.
Noa asintió automáticamente, sin saber exactamente qué estaba haciendo. Su pecho se sentía pesado, su respiración entrecortada. No entendía por qué se sentía así. ¿No le gustaba Lucas? ¿O sí? ¿Había llegado demasiado tarde?
El resto del paseo se sintió vacío. Ethan intentó animarlo, pero Noa apenas respondía. Cuando finalmente regresó a casa, se dejó caer sobre su cama, mirando el techo. Su corazón dolía. Las palabras de Amanda y Leo resonaban en su mente.
—¿Yo no le gustaba?
Se cubrió el rostro con las manos, sintiendo cómo las lágrimas caían sin control. El pensamiento de Lucas con otra persona le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir.