Toso desesperadamente para expulsar el agua que invadió mis pulmones mientras estaba bajo el agua. Abro los ojos lentamente, por miedo a dañarlos con la luz del sol. Pequeños granitos rojizos se encuentran frente a mí. “El infierno es más bonito de lo que creía”, pienso. Pero pasado un rato logro entender que no me encuentro allí, sino en la orilla de la isla.
–Pero qué… –no logro terminar de hablar. Al mirar a mi alrededor veo a Nicole tendida en la arena, tal vez inconsciente. O quizá… No, no debo pensar negativamente.
–¡Nicole! –grito angustiado. No se mueve. Me arrastro hacia ella, sin ser capaz de ponerme de pie.
Al llegar a su lado apoyo mi oreja en su pecho para sentir sus latidos. Está viva. Decido hacer presión en él para sacarle el agua que está dentro de ella. Me cuesta hacerla reaccionar, pero finalmente comienza a toser y se sienta en la arena para botar el agua.
–¡Nicole! –grito aliviado, abrazándola fuertemente–. ¡Estas viva!
–Claro que si –tose– idiota. ¿Por qué no…? –y es incapaz de finalizar su pregunta, de seguro ya recordó la razón–. ¿Cómo es que estamos vivos? ¿Y por qué estamos secos?
–No lo sé, Nicole. Solo recuerdo haberte ido a salvar y haber visto una bestia cubierta de algas verdes. Y luego… –tampoco puedo terminar la frase. Una imagen viene a mi mente de golpe. ¿Qué era esa criatura? ¿ella nos salvó?
–¿Y luego…? –pregunta mi hermana, impaciente.
–Y luego me atrapó también al intentar salvarte. Quedé inconsciente, al igual que tu, pero antes de eso recuerdo haber visto a una figura alada con piel rojiza.
–Logan, debes dejar las drogas. Son malas para tu salud –dice burlonamente mientras se pone de pie– ¿Dónde estamos?
–Es enserio… –insisto, angustiado.
–Sí, claro. Te creo, hermanito. Es completamente normal ver una criatura alada en el fondo del mar, totalmente.
–¿Y tú crees que es normal que, al nadar tranquilamente por el mar, una bestia con tentáculos de alga intente ahogarte y convertirte en su cena?
–Por supuesto que no, pero… –al parecer se da cuenta de que no tiene argumentos–. Mejor responde a mi pregunta, ¿dónde rayos estamos?
Desde que desperté no había pensado en eso, así que no supe muy bien qué responderle.
–En la isla, supongo.
–Oh… –fue lo único que supo responder. Estaba literalmente con la boca abierta.
–Te entrarán moscas, hermanita –le digo, burlón.
–Como te gustaría, enano –me golpea en el brazo suavemente–. ¿Ya notaste como es este lugar?
Observo a mi alrededor, y la arena que está bajo mis pies es de color rojizo. También hay brillantes rocas azules distribuidas perfectamente a lo largo de la orilla y el pasto es de color esmeralda. Esto me deja bastante sorprendido, sobre todo por los gigantescos arboles: su tronco y ramas son color fucsia, sus hojas negras que al caer y tocar el suelo se transforman en mariposas, conservando sus colores originales.
–Es hermoso –es lo único que atino a decir. Nicole asiente.
–¿Crees que deberíamos llamar a mamá para decirle que llegamos bien? –me pregunta.
–Creo que sí, pero no estoy seguro de haber traído mi teléfono, o de si llegó bien.
–Búscalo, pues.
Observo a mi alrededor, buscándola. Pero no la veo por ningún lado.
–Un momento –digo, alarmado–. ¿Y mi mochila?
–¡Logan! –exclama–. ¡Tienes algo en la espalda! Creo que es… Si, lo es. ¡Tu mochila, estúpido!
Me sonrojo levemente, avergonzado. No había notado el peso que tenía en la espalda por estar pendiente de salvarle la vida a Nicole.
Busco rápidamente mi teléfono entre todas las cosas que había en mi mochila. Tardo un poco, pero finalmente lo encuentro y noto que está apagado. Intento encenderlo y fallo.
–Se habrá quedado sin batería –digo en voz baja.
–¿Qué ocurre? –pregunta Nicole, alarmada.
–Creo que se ha quedado sin batería –repito, esta vez en voz alta.
–Genial, y yo he dejado el mío en casa confiándome en que tú tenías el tuyo en buen estado.
Editado: 19.01.2019