Luego de caminar y caminar nos encontramos frente a un gran cerro, que no dudamos ni un segundo en comenzar a escalar. En el camino vi muchos animales extraños, que deberían ser pequeños pero son grandes, o que deberían ser más grandes pero son de tamaño reducido. Nicole se quedó atrás varias veces, y la reprendí por ello recordándole lo que pasó la última vez que se retrasó más de lo debido.
Tras un largo camino, llegamos finalmente a la cima. Nos sorprendimos bastante con lo que hallamos en ella: una casa. Además, nos fijamos en que no era un cerro lo que escalamos, sino un volcán. Supusimos que estaba en inactividad, porque de lo contrario nadie estaría tan demente como para instalarse en su cráter.
¿Quién podría tener una casa en un volcán inactivo en una isla alejada de la civilización, desafiando a la naturaleza? Seguramente alguien que es bastante estúpido, o quizás huye de la ley por alguna razón, o tal vez se transformó en una especie de ermitaño tras haber vivido una experiencia traumática.
–¿Qué crees que deberíamos hacer? ¿Entrar? ¿Regresar? ¿Llamar a la puerta? –me pregunta Nicole, con clara preocupación en el rostro.
–No lo sé. Si entramos cabe la posibilidad de hallar a alguien en su interior que nos saque a patadas por entrar sin permiso. Si regresamos habremos perdido la oportunidad de conocer al demente que construyo su casa en este lugar, y nos quedaríamos con la duda. Si llamamos a la puerta puede que alguien nos abra, pero no es seguro que esté en casa. ¿Qué sería lo más conveniente en casos como este?
–En mi opinión deberíamos simplemente entrar, ya que esa persona no podría llamar a la policía por allanamiento de morada porque dudo que aquí haya policías, y no estaría de más arriesgarse.
–Entonces, ¿hagámoslo?
–Hagámoslo.
Así que entramos a inspeccionarla. Al abrir la puerta había frente a mis ojos sillas construidas con trozos de bambú, una mesa de tres patas hecha de un gran trozo de corteza y pequeños palos de bambú, y una hamaca improvisada con una red de pesca y dos grandes tubos de fierro que la sostenían. En fin, casi todos los elementos de esta exótica casa estaban construidos con elementos de la naturaleza, o al menos los que estaban en condiciones de ser manipulados por el ser humano.
Mientras sigo investigando cada rincón de la casa, Nicole se recuesta en la hamaca a descansar y revisar las fotos que sacó durante el camino. Nuevamente sentimos un leve temblor, y nos miramos asustados. ¿El volcán haría erupción? No, era una especie de ascensor que estaba subiendo, lo supimos cuando llegó arriba. Un momento, ¿escalamos este volcán cuando pudimos haber usado el ascensor? Crastou, debimos observar mejor el pie del volcán, quizás hubiéramos encontrado la puerta del ascensor y así habernos ahorrado todo lo que recorrimos. Aunque en parte fue para mejor, ya que así no nos perdimos los detalles que nos hubiésemos perdido al usarlo.
Cuando llega el ascensor y las puertas se abren, se presenta ante nosotros un chico de pelo corto, vestido con jeans y camisa manga corta con cuadros azules y blancos, tenia tatuajes en los brazos y piel morena. Apenas nos ve se sobresalta y lanza una exclamación de horror. Sin embargo, yo me asusto más por la expresión que tiene Nicole en el rostro, está literalmente con la boca abierta. Genial, lo único que me faltaba: una hermana tonta y un desconocido con voz de niña pequeña.
–¿¡Que hacen aquí!? ¿¡Como me encontraron!? ¡Quién les dijo que me estoy escondiendo aquí! –exclama alterado, con una voz demasiado fina y chillona. ¿Por qué hizo todas esas preguntas? ¿será que esconde algo malo? Sé que es malo juzgar sin conocer, pero este tipo acaba de generarme desconfianza. Miro a Nicole para saber si contestaría alguna cosa pero noto que se encuentra en completo estado de shock, así que comienzo diciendo:
–Mira, en primer lugar mi hermana aquí presente –apunto con mi dedo índice a Nicole– me trajo a esta isla a modo de regalo de cumpleaños, nos adentramos en ella, encontramos este volcán inactivo, lo escalamos y llegamos hasta esta casa. Y en segundo lugar, nadie nos dijo nada, no seas paranoico. ¿Cómo es eso que te estás escondiendo? ¿Por qué? ¿Qué hiciste? –el chico parece calmarse y dice:
–Oh está bien, tranquilo. Pensé que los carabineros los habían mandado a investigarme para llevarme preso. Me llamo Rodrigo, Rodrigo Cifuentes, ¿necesitan algo?
–Lo único que necesito en este momento es un vaso de agua para esta princesa que aún sigue en estado de shock por tu culpa, pero antes contéstame lo que te pregunte, ¿Por qué te estás escondiendo? ¿Asesinaste a alguien?
Editado: 19.01.2019