–¿Cómo es cuando llueve? Es decir, ¿se moja todo aquí dentro? –pregunta Nicole con curiosidad apenas termina de comer. Hace un rato me pregunté lo mismo, pero como Rodrigo me desagrada no quise preguntarle.
En vez de contestar a su pregunta comienza a reírse desenfrenadamente. ¿Por qué se ríe? ¿Qué es tan gracioso? Cualquiera que hubiese venido se hubiera preguntado lo mismo. La rabia comienza a invadirme poco a poco. Su risa podía interpretarse como que se estaba burlando se ella, y solo yo puedo hacerlo. Maldito Rodrigo. Estuve a punto de regañarlo, pero algo me detuvo: comenzó a caer comida del cielo.
–¿Eso responde a tu pregunta, preciosa? –dice él, sonriendo coquetamente; Nicole se sonroja levemente.
Mientras miraba como la comida caía delicadamente hasta tocar el suelo, vigilaba atentamente los movimientos de Rodrigo: estaba sentado en la silla de bambú, mirando por la ventana hacia el balneario, apoyando su cabeza en la mano derecha. Nicole estaba balanceándose en la hamaca que está en una de las esquinas de la casa.
–Cada vez que llueve me abastezco de comida –dice Rodrigo–. Por alguna razón que desconozco siempre cae lo justo y necesario como para poder vivir en este lugar. Lo que me causa mucha curiosidad es que la comida no cae bruscamente, sino con la suficiente delicadeza como para que todo llegue sin ningún daño. Además, cae solo en la boca del volcán, lo que me hace pensar que en el interior hay una especie de imán que hace que caiga aquí y no en otro lugar, ¿qué opinan sobre esto?
–Opino que tu voz es un completo asco, que tienes ideas bastante estúpidas y que me caes pésimo –no logro contenerlo ni un segundo más. Nunca nadie me había desagradado tanto como él–.Te detesto, no me das ni una pizca de confianza.
–Pero que curioso, mi opinión coincide con la tuya –me contesta él, con la voz más chillona que nunca.
–¡Dejen de pelear! Logan, guárdate tus insultos, y Rodrigo, deja de seguirle el juego a mi hermano –dice Nicole, enojada. Hace mucho tiempo no la veía así, esto se pondrá feo.
–Tú no me dices que hacer, niña. Lo que tienes de hermosa y perfecta lo tienes de irritante y odiosa –frunce el ceño–. ¿Saben qué? Mejor lárguense de aquí, me están causando dolor de cabeza. Y además, mi casa no es un jardín infantil. ¿Se van ustedes por las buenas o los saco yo a empujones por las malas?
–Le tocas un solo pelo a mi hermana y te juro que desfiguraré esa cara de niño bueno que tienes. Aunque honestamente, no creo que haga falta que le toques algo para que te la rompa de una vez por todas –le digo con el tono de voz cada vez más agresivo.
–A mi no me vengas a gritar, enano. Perfectamente podría quebrarte un par de huesos y no podrías salir de aquí jamás.
–A ver, cálmate imbécil. Solo yo puedo decirle enano ¿Entendido? ¿O lo tengo que repetir para que tu mente de retrasado logre comprenderlo? No entiendo como un chico tan guapo como tú puede ser tan irritante.
–¿Cómo acabas de decirme, niña? ¿retrasado mental? ¿guapo? –responde Rodrigo a Nicole, manteniendo el tono de voz que usaba conmigo, pero esta vez con cierta picardía en sus palabras.
–Oh, bravo. Lograste comprenderlo. Ahora repite conmigo: “Nicole eres tan, pero tan hermosa, que puedes quedarte a dormir esta noche junto a tu hermano en mí casa”.
¿Qué estará planeando? Espero que esto acabe bien.
–Sueña perra, sueña. ¿Crees que luego de la agradable conversación que acabamos de tener podrán quedarse? ¿en mí casa? –dice Rodrigo con su estúpida voz chillona, burlón.
–Vuelve a decirle perra y te… –Nicole me tapa la boca con su mano izquierda y me guiña un ojo. Creo que estoy comenzando a captar su plan. Guardaré silencio por un rato, para saber cómo acabará esto sin mi intervención.
–Hagamos un trato –propone Nicole–. Nos dejas quedarnos esta noche a cambio de algo que tú decidas, ¿de acuerdo?
–¿De lo que yo quiera? –dice él, con una pequeña sonrisa maliciosa.
–Sí, de lo que quieras. Pero no te pases de los límites, ¿entendido? ¿o tendré que repetirlo para que tu mente de retrasado lo entienda?
–Mmm –duda–. Está bien. Quiero un beso tuyo, largo y espero que también inolvidable.
Alto. ¿Le acaba de pedir un beso? ¿A cambio de dejarnos dormir aquí? No. De ninguna manera ella sería capaz de aceptar una cosa tan estúpida como esa, ¿o sí? De todos modos, dudo que acepte su propuesta, y si es que llega a hacerlo me sorprendería de ella. Aunque en parte la admiraría, es una buena técnica para obtener lo que quiere.
Editado: 19.01.2019