¿dónde me encuentro? #1 Bajo el mismo círculo

EL COMIENZO DE TODO

Siempre he vivido bajo los comentarios que hacían mi familia hacia mí, siempre me comparaban con mi hermana pequeña. Nunca me dieron la oportunidad de mejorar y ni siquiera de ver el esfuerzo que hago para que me vean, para que no sea invisible para ellos.

—Emma, cariño, ¿qué tal la escuela?

—Bien, pero ahora estoy un poco cansada.

—Me alegro, bueno cariño descansa.

Yo estaba presente, pero mi madre solo me echa una mirada de desprecio.

—Yo también bien madre —digo, no recibo ninguna respuesta, solo silencio.

Me voy a mi cuarto cabizbajo. Subo las escaleras y me encuentro a mi hermana, pero no me dice nada, solo me mira como si le diera asco.

Entro en mi cuarto, dejo mi mochila, saco las cosas de ella y me pongo a estudiar o intento mejor dicho.

—Hola Dedrick, podrías ayudarme a hacer una cosa —dice mi hermana

—Sabes que no soy la persona adecuada para resolverte tus dudas y si vienes solo para decirme que soy un inepto, mejor lárgate.

—Es que lo eres. Bueno al grano, solo venía a preguntarte una cosa.

—Déjame en paz pesada.

—No quiero, si no, ¿a quién le contaría mis logros?

—Pues a mamá y a papá, ellos te escucharán siempre.

—Sabes, estás celoso de mí, porque siempre te tratan como un hijo no deseado, uno que no tiene futuro y uno que no se esfuerza para hacer las cosas bien en esta familia y tienen razón.

—Cállate ahora mismo. No tienes ni puta idea de mi vida. Y además, te recuerdo que siempre fuiste el plan B de los papás y solo te quieren porque al menos eres un poco menos retrasada que yo, pero solo un poco —entrecierro los ojos y le indico la cantidad con los dedos.

—Sabes, al menos no nací defectuosa y al menos ellos me quieren tal y como soy —que inocente era, ojala se diera cuenta que ella no es quiej cree, solo es una versión creada por las papás—. No quiero. Quiero seguir. Y que sepas que sé lo suficiente para arruinarte cada vez más, hasta que desaparezcas de mi vida. 

—Sabes mejor cállate antes de que sea tarde hermanita —digo con tono enfadado.

—¿A sí? ¿Qué me vas a hacer perdedor de mierda? —en ese momento apreto los puños e intento contenerme—. Ya veo, ¿ahora todo lo resuelves con violencia?

—Sabes es mejor que te largues de mí habitación. 

Todos vosotros creeréis que cuando pasas un mal momento en tu vida, tu hermana o hermano va a estar ahí para apoyarte en los momentos donde más apoyo necesitas. Eso solo les pasan a los demás, pero a mí, es todo lo contrario, es un infierno vivir en esta casa. 

Mis padres me odian, me ven como un perdedor que ya se rindió hace tiempo y sabes a lo mejor tenían razón cuando decían: 

—Nunca vas a alcanzar el nivel que tiene tu hermana. 

—Los que son perderos son perdedores para toda la vida. 

—Nadie en Bacharach te va a querer y aceptar por como eres. 

—Te hemos criado y educado para que nos salgas maleducado y desgraciado, pues menudo hijo tenemos, hubiera sido mejor darte en adopción y quedarnos con Emma.

—Sabes estuvimos pesndo algunas veces de echarte de casa, pero al final nos dabas tanta pena que no queríamos dejarte solo, porque si no toda nuestra reputación se iría a la mierda. 

—Bueno siempre que el plan A salga mal podremos recurrir al B ya que siempre salen mejor que los primeros. 

Y sí, esas palabras me dolían, pero era la realidad y como dicen algunos:

Tienes que hacerle frente y no ser cobarde. 

Llevo 17 años bajo la misma mierda. Nunca han cambiado. Nadie ha cambiado. Siempre he pensado que esta sociedad nos crea una versión de lo que no somos en realidad, pero al final aceptan esa versión y se olvidan de como eran.

De pequeño, mis padres siempre me presionaban con que tenía que ser perfecto, me refiero a que tenía que sacar siempre buenas notas, pero nunca las sacaba, lo intentaba, pero llego un día en el que mis padres se cansaron que optaron por engendrar a una chica.

En Bacharach, todo era muy estricto, si lo incumplias siempre te esperaba un casrigo, aunque, bueno, he de decir que gracias al paso de los años la gente ha abierto más su mente y ahora no tenemos que vestirnos como pijos, es decir, con una camisa blanca, pantalones largos de buena tela, unos zapatos negros que siemore tenían que estar relucientes, porqie si no la escuela te castigaba y por último tener el pelo muy bien peinado, no admitían que se saliese ningún pelo; los chicos teneíamos que peinarnos el pelo hacía atrás y para eso teníamos que ponerle mucha gomina y las chicas tenían que llevar el pelo sujeto con una coleta media y si alguna lo llevaba suelto, eran castigadas por el gobierno. Mi abuelo siempre me conto que las vendían o las violaban y nadie se quejaba, pero eso ya se quedó en el pasado, ahora un nuevo alcaldey gracias a él las cosas han cambiado muchísimo.

En realidad, después de unos cuantos años viviendo en Bacharach me a hecho ver que vivimos como siningún ciudadano de este pueblo tuviera problemas y como si todo fuese perfecto en nuestras vidas. Este pueblo hacía que las personas tuvieran la mente cerrada, mejor dicho que se cerraran a aceptar quienes son de verdad. 

Siempre ha habido reglas en Bacharach y son las únicas que no se pueden incumplir. Porque si las incumplías eras nombrado como el leproso y una de ellas era lo que había dicho de la vestimente, pero eso ya quedo en el pasado.

En algunas ocasiones me gustaría salir de esta prisión de pueblo, para saber como es el exterior. Saber si...ahí donde yo fuera, me aceptarían tal como soy y no por lo que la gente pide que seamos. Pero sé que será difícil salir de aquí. No conocemos nada del exterior, no conocemos nada de los otros, de lo que hay detrás del gran bosque que nos rodea y del río. 

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