Donde nacen los lirios

Capítulo 3: Desconocido insolente.

una imagen de Keythan.

Los días transcurrieron, con constantes lluvias, y pronto estaban en la mitad de la semana siguiente y ella seguía teniendo pleitos con la maestra de artes, quien nuevamente la había enviado a la oficina del director así que Megan caminaba por el ...

Los días transcurrieron, con constantes lluvias, y pronto estaban en la mitad de la semana siguiente y ella seguía teniendo pleitos con la maestra de artes, quien nuevamente la había enviado a la oficina del director así que Megan caminaba por el pasillo yendo hacia allá. A esa hora la mayoría de los alumnos estaban en clases y prácticamente la escuela se mantenía en silencio. Eso le gustaba ya que no era muy afecta a estar entre muchas personas, en cambio Kim, su mejor amiga era una chica que fácilmente se rodeaba de amigos gracias a su personalidad atrevida y abierta. Megan no tenía nada de eso así que a veces era raro que formara parte del grupo de los populares. Su frivolidad alejaba a quienes quisieran congeniar con ella.

El director la recibió sin una pizca de asombro, era un hombre calvo y de expresión malhumorada; estaba acostumbrado a tenerla en su oficina y prefería no hacer corajes, después de todo estaba a punto de jubilarse y los problemas que armara una chiquilla como ella no eran su mayor preocupación.

−¿No has estado aquí suficientes veces este año?−se acomodó las gafas de vidrio grueso que habían resbalado por su nariz.

−No lo sé.

−Me das mucho qué pensar, no sé qué hacer contigo−comentó pensativamente mientras le ofrecía asiento.

A sus oídos llegaban rumores de los maltratos a los que sometía a otros alumnos, se decía que era la responsable de haberle tirado todos los libros en plena plaza principal a una chica primer grado y de haberle dislocado el tabique nasal a un chico mayor que ella, al parecer sin importar las consecuencias que eso le acarrearía en la dirección, pero en realidad ninguno había ido a quejarse, así que seguían siendo eso: Rumores.

Archivó su reporte y prosiguió a darle una breve charla acerca de por qué debía dejar de aparecer por ahí y una de las razones que apoyaba su argumento era que solo así recibiría su carta de buena conducta, no obstante sólo lo hacía como parte del rutinario protocolo porque en el fondo sospechaba que la chica sentada frente a él no daría su brazo a torcer, y optó por despedirla rápidamente.

−Regresa a la hora de la salida,−La detuvo en cuanto se levantó del sillón− la maestra Eugene quiere hablar contigo también.

Megan soltó un suspiro de exasperación, eso era último que le faltaba, tener que soportar ahora a la exagerada profesora. Salió fuera del edificio. Parte de su segunda clase ya había sido interrumpida así que decidió que en vez de asistir podría descansar. Así, despreocupadamente, atravesó la plaza. Ese día por fin el mal tiempo había hecho una tregua, y el sol asomaba tímidamente, llevándose las frías ventiscas, así que afuera había más alumnos de los que rondaban por adentro, era normal que quisieran recostarse en el pasto fresco de los jardines bajo la sombra de los árboles y distraerse. En el transcurso se encontró con varios que la conocían y la saludaban.

−¿Otra vez fuera de clases?–el que salió a su encuentro era Dylan.

−Igual que tú.

−La diferencia es que yo sí tengo permiso.

Megan lo miró con un signo de interrogación implícito en sus ojos.

−Por mi entrenamiento de futbol−se explicó Dylan, echando para atrás sus musculosos hombros−¿Y tú por qué estas fuera?

−Es mejor que estar soportando a la profesora Eugene.

Dylan se rió.

−¿Te ha mandado a la dirección?

−Para variar.

−¿Y esta vez que por qué fue?

−No hice el estúpido trabajo.

−Espero que no te vayas a negar a la fiesta que daré este fin de semana, eso te despejara la mente–Le entrego la fotocopia de una invitación hecha a computadora, con una nota al margen: "¡trae toda la bebida que quieras y diviértete!"−Mis padres saldrán, así que la casa es mía. Nos la pasaremos genial.

−Déjame ver si puedo ir−Dylan era amable al tomarla en cuenta cada vez que organizaba una de sus fiestas y ella había asistido en muy pocas ocasiones, cosa que le había hecho acreedora de muchos reclamos de parte de su grupo de amigos.

−¡Vamos! ¿No estarás pensando en faltar?−A diferencia de Ian él era bien conocido por su terca insistencia.

−Está bien, haré mi mayor esfuerzo por ir.

−¡Ponte algo lindo nena! Aun tienes tiempo para conseguirlo.

Esta vez quien se rió fue ella.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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