Donde nacen los lirios

Capítulo 10: Amigos (parte 2)

Se lanzó a la cama, extendiendo sus brazos y piernas en todo el espacio mullido, mientras contenía la respiración. Su cabello obscuro desparramado en la almohada. Sus ojos azules inexpresivos. Por fin se había quedado sola en la enorme casa, ahora silenciosa. En esos breves momentos de relativa tranquilidad no solía hacer nada más que mirar al techo y perderse en cada grieta, en cada detalle de la bombilla apagada, en el recorrido del cuadro de luz que ingresaba por la ventana y que se iba extinguiendo conforme el atardecer moría, dejando que obscuridad se apoderara de todo.

El rostro de Keythan pasó fugazmente por su mente. Se preguntó qué estaría haciendo él en esos momentos, ¿estaría tan solo como ella? No, podía imaginarlo rodeado de gente, riendo y distrayéndose. Él era esa clase de chico. Lo supuso desde el principio.

Se abofeteó mentalmente. No, no debía reparar en él.

Keythan era fuerza y energía.

Ella era obscuridad. Completa y devoradora obscuridad.

Pertenecían a dos mundos totalmente opuestos.

Se estiró y tomó las tijeras que se hallaban en su mesita de noche. Las giró un momento entre sus manos, examinándolas. Luego se arremangó la manga del suéter, descubriendo la pálida piel de su muñeca. Aún se podían ver las marcas antiguas, líneas delgadas y rosáceas, muy bien perfiladas, destacando como una especie de tatuaje hecho a base de cicatrices.

Siempre se aseguraba de llevar prendas que la taparan por completo, que ocultaran no solo eso, sino también los hematomas...

Un estallido de rabia la sacudió.

(***)

La madre de Keythan se despidió de los muchachos, recomendándoles que fueran buenos chicos y que no llegaran muy tarde, todos los amigos de sus dos hijos asintieron como niños pequeños, pues en el fondo sentían gran simpatía por ella, ya que Eileen era una mujer muy agradable y sensata.

Se subieron al auto, empujándose y haciéndose bromas pesadas, Noah se lanzó al asiento del conductor y en seguida conectó una usb en el estéreo, para poner su repertorio de canciones favoritas de David Guetta a un volumen que sobrepasaba los decibeles permitidos.

Una especie de neblina gris con aroma a tabaco se concentró en el espacio cerrado, debido a que Gustaf aprovechó el estar lejos de la mirada de la figura materna para encender un nuevo cigarro y daba largas caladas, sin importarle asfixiarlos, por lo que abrieron las ventanas. El viento que entraba en el auto se encargó de refrescar el ambiente. Noah conducía sin poner mucho cuidado al pasar los topes, pisando el acelerador deliberadamente, camino hacia su destino.

El vehículo, empequeñecido por los cuerpos de cinco hombres, y el escándalo que creaban con sus chistes y consecuentes carcajadas se volvió hilarante cuando un timbre telefónico comenzó a sonar con tanta insistencia que incluso irrumpió la música que resonaba fuertemente por las bocinas. Todos se callaron y voltearon a mirar con riña a Keythan, en el asiento del copiloto, quien compuso una sonrisa culpable, y extrajo su celular del bolsillo, echando un rápido vistazo a la pantalla antes de contestar.

−Hola, linda, ¿cómo estás?

−Hola amor, ¿interrumpo algo?−El timbre fino de su novia vibró en sus oídos, y pudo reconocer cierto enfado en ella.

−No, ¿por qué dices eso?−Dijo extendiendo la mano que tenía libre para bajar el volumen de la radio. Mientras hablaba sus amigos hacían muecas tontas y lo imitaban. Keythan sonrió, alzando la mirada hacia arriba y los ignoró.

−Como sonabas tan ocupado y oigo tanto ruido de fondo...

−Ah, sí eso, es que estoy con los chicos.

−Oh, ya veo... Sabes, te llame por qué justo estaba pensando en ti y extrañándote, y me preguntaba si querrías venir a mi departamento, niño bonito...Estoy tan sola ahora...−Insinuó ella.

−¡Vaya! Eso suena genial−dijo comenzando a sentirse entusiasmado por la expectativa, sin embargo también quería estar con sus amigos, puesto que las últimas semanas no habían tenido oportunidad de salir juntos y tampoco pensaba dejarlos plantados, no estaba tan urgido por una noche al lado de ella, además recientemente había estado muy estresado con la universidad y quería divertirse sin complicaciones. Las mujeres podían ser muy dramáticas−Me has dejado sin palabras preciosa,... pero ahora estamos de camino a tomar algo y si cancelo creo que aquí mismo van a matarme.

−¿En serio no harías un intento por mí? Escápate. ¿O acaso no quieres estar conmigo?−La voz de su novia se volvió sensual y susurrante, ante lo cual él se desconcentró.

−Claro que quiero. ¿Sabes? Hagamos algo, pasaré un rato con ellos y después voy para tu casa, ¿qué te parece?

−¿No puedes venir ya?−Preguntó, no muy convencida.

−Es que quede con los chicos desde hace días y no quieres que me golpeen, ¿verdad?−bromeó con ella. Sus amigos eran parte esencial de su vida. Si había un buen partido de futbol o una salida prometedora no se la perdía por nada.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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