Donde nacen los lirios

Capítulo 18: No ser suficiente.

—Hey, ¿qué pasa entre ustedes dos?—Inquirió Erick con escepticismo a sus dos amigos, Keythan y Zack, pasando la mirada de uno a otro simultáneamente. Hace rato que la consola de videojuegos habían dejado de resultarle tan interesante como lo que acontecía a su alrededor. Una sensación extraña e incómoda reinaba en la sala. La televisión estaba encendida y las bocinas moduladas a un buen nivel, sin embargo las voces enlatadas de los actores eran una simple distracción vacía. Por lo general cuando veían un programa de televisión lo divertido no era en sí mismo lo que pasaba en la pantalla sino la serie de bromas que se desarrollaban entre ellos, pasando a segundo plano todo lo demás. Pero esa tarde aquello indudablemente estaba siendo muy aburrido. Noah había salido a traer a su hermana menor y a su madre del centro comercial. Gustaf estaba enfermo y había preferido quedarse en su casa. Así que solo eran ellos tres sentados en los sillones de la sala, frente a una mesita llena de botanas y bebidas, y nadie decía nada.

Era distraído pero no tanto como para no darse cuenta de que 1) Keythan, pese al acostumbrado semblante despreocupado y sereno del que era poseedor no podía disimular su tensión aun con esa pose de brazos detrás de la cabeza 2) Zack aun siendo un pícaro y bromista sin remedio tampoco parecía muy contento de estar ahí y 3) Lo más preocupante de todo era la marca amoratada que Zack lucia en su mejilla derecha, parecía un golpe muy reciente pero él insistía en que se había caído de la cama hace cosa de tres días. Al no recibir ninguna respuesta repitió su pregunta:—¿Qué pasa?

—Eh, nada—repuso Zack restándole importancia al asunto, con la vista fija en la pantalla de la televisión.

Erick se burló.

—Nada—secundó Keythan con indiferencia, parecía muy concentrado en la trama de la película.

—Están como dos niñitos pequeños peleados.

—Si, como sea—Habló Keythan haciendo uso de una velada indolencia—Eso no sucedería si Zack dejara de ser tan caprichoso y de tratar de conseguir lo que está fuera de su alcance. Voy por más palomitas—finalizó levantándose para tomar el tazón de la mesita del centro y salió de allí, dando a notar que nunca le había importado lo que pasara en la televisión.

Erick se quedó mirando a Zack.

—¿Qué ocurre?

—Le dije que me gusta Sarah.

Erick arqueó las cejas exageradamente y rompió a reír con fuerza.

—Idiota—repuso cuando se hubo recuperado—¿Qué se te ha pasado por la mente? Igual dudo que a Noah le haga mucha gracia. Te has metido con lo más preciado para ellos. Ahora la cuidan mucho más que antes, después de todo lo que Sarah pasó.

Zack se tocó la mejilla derecha, justo donde lucía esa terrible marca levemente hinchada.

—Oh, no puede ser...Ahora entiendo—Una enorme sonrisa se plantó en el rostro de Erick—¡Noah te golpeó! Keythan no lo haría, pero Noah sí.

Zack refunfuñó.

—Noah es un salvaje violento. Es un loco. Los dos lo son. Cada uno con sus propias rarezas—Tuvo la certeza no solo de que Sarah era intocable, también de que si Noah pudiera pasaría de meterla en una cajita de cristal para encerrarla en una caja fuerte sellada, haría cualquier cosa con tal de ponerla lejos del alcance de todo hombre.

—Ellos nunca dejarán que te acerques a su pequeña protegida y mucho menos después de todo lo que ella pasó en su escuela, la tienen en la mira. ¿Qué pensabas? ¿Que podrías simplemente meter a Sarah a tu cama y que ellos no dirían nada? ¡Son unos sobreprotectores y ella es la niña de sus ojos. Bastardo.

Zack se puso repentinamente serio. Todo eso ya lo sabía. Lo sabía con tal certeza que dolía.

—No quiero meter a...

En ese momento la cerradura de la puerta principal sonó, indicando que la llave se accionaba, así que ambos terminaron abruptamente su conversación. Sarah ingresó acompañada de su madre, ambas llevaban varias bolsas de compra, y detrás de ellas iba Noah, cargando otro par en sus manos.

—Hola, chicos—La señora Eileen miró hacia la sala reparando con agrado en la presencia de los amigos de sus hijos mientras maniobraba para cerrar la puerta sin dejar caer sus compras al piso—¿Por qué tan solos? ¿Dónde está Key?

—Eh, fue a...Al baño—Aventuró Erick puesto que Keythan no daba rastros de presencia.

—Ah, bien. Haré la cena, se quedaran ¿no?—Propuso con una sonrisa gentil, yendo en apresuradamente en dirección a la cocina para dejar los paquetes de comida y demás compras. Era habitual que hiciera pequeñas reuniones al menos dos veces por mes y que invitara a todos los amigos de sus hijos, no siempre podía hacer tales eventos debido a su trabajo pero aun así era una buena anfitriona y cuando los muchachos estaban presentes no dudaba de preparar una rápida pero deliciosa comida para ellos.

Zack se rascó el cabello, apreciaba la generosidad de la señora Castello pero por primera vez desde que había puesto una pie en esa casa –que casi era su segundo hogar– no se sentía a gusto ahí, su mirada pasó de Sarah a Noah. Ella mostraba una expresión agradable pero repasaba con cierta inquietud su rostro, exactamente la zona de su mejilla que lucía amoratada, como si le preguntara con insistencia "¿qué te ha pasado?".



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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