Donde nacen los lirios

Capítulo dos: Lirios y orquídeas.

Capítulo dos:

Lirios y orquídeas.

Llegó antes de la hora acordada, como si así pudiese estar mejor preparado. Se fijó en su vestimenta en los cristales del café antes de entrar. Pantalones negros, su chaqueta de cuero favorita sobre su camisa a cuadros y botas. Era su atuendo de siempre pero esa noche se interesó un poco más en ello. Después de la ojeada consideró que lucía bien. Más relajado y desenfadado de lo que en verdad estaba.

No quería demostrarlo pero por dentro era un mar nervios, pensaba sin parar en lo que pasaría cuando se topara frente a frente con Juliette, en cuál sería su reacción. Tampoco era mucho el tiempo que llevaban sin verse pero lo sentía como una eternidad. Miro alrededor, el café en el que iban a encontrarse era un pequeño y tranquilo, con vistas a la calle. Los ramos de flores, repartidos por todo el lugar expedían un aroma intenso. Tenía un estilo como muy vintage. Se estaba muy bien ahí.

Juliette y él iban ahí con frecuencia a beber un café y charlar de trivialidades, del tiempo, de sus planes y sueños. Les gustaba mucho. No había mucha gente y eligió un lugar junto a la ventana. Se sentó y, aunque al principio no le dio importancia, luego se percató de que sobre la mesa reposaba un florero con orquídeas y lirios. Chasqueó la lengua al verlo. Qué pésima combinación. Horrible.

Se dedicó a mirar por la ventana. Una leve llovizna humedecía las calles. Tamborileó los dedos en el filo de la mesa. Había anochecido muy rápido y la tarde en el parque junto a Megan era ahora un recuerdo almacenado en su mente. Un recuerdo que no podría olvidar con facilidad. Sacudió la cabeza y frunció las cejas.

No se suponía que se convirtiera en amigo de la chica que molestaba a su hermana menor y mucho menos se suponía que se sintiera atraído hacia ella. Pero sucedió y gracias a eso era un manojo de emociones contradictorias. Sentía algo muy extraño en la boca del estómago al pensar en ello, como una leve opresión, un malestar que le impedía respirar tan en paz como siempre.

Cuando vio llegar a Juliette se le borraron de la mente todas esas ideas. Sonrió por inercia y se puso de pie para recibirla. Iba vestida para matar y sospechó que a propósito. Ella sabía el efecto que causaba en él. Su cabello dorado hacia un juego increíble con el tono esmeralda de sus ojos. No le hacía falta ningún accesorio, su vestido, elegante y al mismo tiempo seductor, era todo lo que necesitaba para verse deslumbrante. Poseía el tipo de belleza clásica que haría voltear cabezas, incluso la de él. Estaba hermosa de pies a cabeza pero sus ojos parecían nostálgicos.

—Hola—dijo ella como si se tratara de un reencuentro muy esperado.

—Hola, ¿cómo estás?

—Ahora que te veo, mejor que nunca.

—Estás hermosa.

—Gracias—Juliette agitó su cabello, halagada. Fue hacia a él y lo saludo con un beso en la mejilla que poco a poco fue avanzando hasta llegar a la comisura de su boca para fundirse en un beso lleno de urgencia y anhelo. Enredó una mano en su cuello y la otra la hundió en su cabellera obscura, acariciándolo.

Keythan cerró los ojos y se dejó llevar. Estaba agotado, cansado de todo. No quería preocuparse más, ni sentir esa sensación de presión en su estómago, solo disfrutar, así que simplemente se abandonó a saborear las sensaciones que ella le provocaba. Era muy placentero abrazarla, sentir su cuerpo, llenar sus pulmones de su aroma y estar con ella de nuevo. Los problemas entre ellos no se arreglarían con un beso, por más exquisito que fuera, pero para comenzar estaba bien.

Sin embargo una pequeña parte de él no estaba del todo cómoda.

Ese beso no le cayó por completo bien. Le sabía un poco a traición. Desde que cortaron, aunque solo transcurrieron tres días, estuvo con una chica y deseó hacerlo con Megan. No había sido infidelidad, porque no estaban juntos, pero aun así se sentía raro, él no era así y no sabía en qué se estaba convirtiendo. Estaba como irreconocible. Amaba a Juliette y estaba seguro de ello, o eso creía, así que no podía explicarse por qué se sentía tan atraído hacia Megan al mismo tiempo. Eran muy diferentes y ambas le encantaban, cada una en su propia forma.

Megan. Pensar en ella mandó a paseo su deleite por el beso.

Cuando Juliette se separó de él evitó mirarla a los ojos. Centró su atención en el florero de la mesa. Lirios y orquídeas. Fastidiado apartó la mirada. Relegó todas sus incertidumbres al fondo de su mente y se decidió a disfrutar del momento.

De pronto tuvo las cosas muy claras y tomó una decisión. Quería a Juliette como novia y a Megan como amiga.

—¿Quieres sentarte?—Juliette afirmó y él jaló su silla, cuando ella se sentó la empujó hacia adelante con suavidad. Luego se acomodó en frente. El mesero acudió a su mesa y pidieron bebidas.

—Te extrañe mucho—dijo él cuando el mesero se retiró.

—Yo también.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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