Donde nacen los lirios

Capítulo 4: Química innegable.

 

¡Hola! °/ no, no me he olvidado de esta historia, de hecho he estado trabajando muy duro en ella. Los primeros capítulos siempre me cuestan más, no sé, será porque son la base de toda la historia...En fin, no diré más. A leer.

Capítulo 4: Química Innegable.

Sus emociones eran un desastre. Y lo peor de todo era que no podía arrancárselo de la mente y ni del corazón. No importaba lo mucho que su parte racional trato de convencerla de apartarse de Keythan, por más insensato que pudiera sonar, su resolución de permanecer cerca de él seguía intacta. Había que remontarse al día en el que se volvieron a ver.

—Hey, hola, ¿cómo estás?—Él estaba sentado detrás del escritorio pero se puso de pie. Megan fantaseó por un momento en que la saludaría con un beso en la mejilla, pero él se dirigió hacia la ventana. Megan no se desanimó. Se valía soñar, ¿no?

—Bien. ¿Y tú?

—Muy bien, gracias—Respondió mirando a través del cristal. El cielo estaba despejado, cosa inusual, y el sol, en medio, destilaba rayos suaves—Bien, recapitulemos a cerca de todo tu desempeño durante la hora de tutorías.

Megan suspiró al oírle hablar de formalismos. Habría preferido que platicasen en un tono más amigable y relajado, como cuando estuvieron en el parque.

—¿A qué te dedicabas las últimas sesiones?

—A adelantar tareas y copiar la enciclopedia, ¿recuerdas?—Dijo de mala gana.

—Olvídate de la enciclopedia, no es necesario. Puedes estudiar para tus exámenes o lo que sea que tengas que hacer.

Megan fue a sentarse y ambos se dispusieron a realizar sus respectivas actividades. Ella sacó sus libretas y comenzó a hojear un libro desganada; De soslayo se fijó que Keythan navegaba en su laptop con un semblante muy absorto. Cielos, ¿qué tenía ese chico que podría admirarlo durante horas y horas? Y él ahí, sin prestarle atención.

Esa mañana había optado por un look más fresco pero le desilusionó un poco que él no reaccionara a ello, es más, ni se percató. Lo dejó pasar, al fin que primero quería verse y sentirse bonita para ella misma. Intentó leer la información de las páginas pero después de algunos minutos se aburrió y se le ocurrió una idea mejor.

—¿Podrías ayudarme con esto?

—¿Eh?—Keythan dejó de mirar la pantalla de su laptop—Estoy muy ocupado.

—Por favor—Pidió y añadió una pregunta irrelevante, aludiendo a que de verdad no entendía nada.

—Está bien—Keythan no pudo resistirse ante su rostro de súplica e inocencia. Además se lo había pedido de forma tan educada que hasta parecía ser otra chica.

Megan sonrió victoriosa. Sin embargo él no pareció muy a gusto cuando se sentó al lado a ella. Manteniendo una distancia prudente, sujetó su libro y comenzó a explicarle. Megan asentía a cada frase suya y le miraba muy atenta mientras que aspiraba la estela de su colonia que llegaba hasta su nariz.

—Espera, sacaré un lápiz para tomar apuntes—Se estiró para abrir su mochila. Ja, como si de verdad le interesara apuntar algo.

—Claro—Keythan esperó y sin poderlo evitar sus ojos volaron detrás de ella, que se inclinaba y rebuscaba entre sus cosas.

Se veía muy bonita esa mañana. Aprovechando el buen tiempo vestía una falda corta y cuando entró en el consultorio le fue imposible pasar por alto que iba sin medias aunque lo disimuló muy bien; Su vestuario inferior no concordaba con la parte de arriba. Iba muy tapada con un suéter. De hecho siempre llevaba prendas de manga larga. Tragó saliva y trato de no prestarle mucha atención. En fin, que tampoco era algo de otro mundo. Que importaba lo que ella llevaba puesto, se dijo tratando de obligar a sus ojos a apartarse de su figura y no detallar la piel tersa de sus piernas desnudas, pero estaba siendo una lucha perdida. Megan se enderezó y él, muy avergonzado por casi haber sido descubierto, devolvió rápidamente la mirada al libro. Sin embargo ella sí alcanzó a notar que estaba observándola y se sintió dichosa por ello. El sabor del triunfo era delicioso. Su corazón latió de prisa. Si él la había mirado así era porque existía la posibilidad de que se sintiera atraído hacia ella.

Keythan no volvió a mirarla, sepultando un poco sus hipótesis, y le explicó el tema a grandes rasgos, como si no quisiera demorarse más. Megan se mostraba de acuerdo con cada cosa que él decía, y luego fingía tomar notas, que en realidad eran garabatos ilegibles y sin sentido.

—¿Ves? Es fácil—Keythan dio por finalizado el tema, poniendo el libro sobre la mesa. Su cercanía le estaba poniendo demasiado nervioso.

—Sí, gracias—Megan le dio una de sus sonrisas más bonitas.

Keythan hizo ademán de ponerse de pie, pero ella dijo algo que lo detuvo:

—Oh, ¿Y eso?—Con tanta cercanía se percató de algo que antes no le había visto: en el cuello de Keythan lucía una cadena plateada. Estaba dentro de su camisa, pero aun así se notaba—¿Querías dar una imagen de chico rudo con estilo?



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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