Donde nacen los lirios

Capítulo 9: Era inevitable.

Capítulo 9: Era inevitable.

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Mejores amigos. La etiqueta no sonaba mal pero tampoco era la expectativa más alentadora. Era lunes y mientras caminaba en dirección al consultorio pensó en ello. Decidió que no tenía caso darle vueltas....Porque, en lo más secreto de su ser, ella se conformaría con cualquier cosa con tal de poder estar cerca de él y ser su amiga ya era muchísimo más de lo que aspiraba a conseguir.

Al aproximarse al consultorio, en vez del silencio habitual, percibió un murmullo. La puerta estaba cerrada, pero aun así, al acercarse a la madera distinguió una pegajosa y estridente canción que provenía de adentro. Pero había algo más sobresaliendo por encima del bullicio: Una voz de hombre. El corazón le dio un vuelco y un caudal de escalofríos recorrieron su columna vertebral.

Keythan estaba cantando para su total asombro y embeleso. No consideró muy necesario tocar, él sabía que era el horario de las tutorías y la puerta no tenía seguro, así que no lo pensó dos veces, demasiado intrigada como para anunciar su llegada, y gobernada por la apremiante necesidad de constatar con sus ojos lo que acababa de escuchar, abrió con cuidado, temiendo que si irrumpía con demasiada brusquedad rompería esa especie de extraño hechizo que dominaba la estancia.

Entró con suavidad. Adentro el estruendo de la melodía era mucho más envolvente. Lo primero que sus ojos enfocaron fue a Keythan y automáticamente al verlo los segundos se ralentizaron, como en una película en cámara lenta.

A través de la ventana el cielo limpio y despejado de primavera parecía más luminoso que de costumbre. Los rayos traslucidos del sol se filtraban e iluminaban con su luz dorada la silueta masculina. Su cabello negro resplandecía.

Él estaba de perfil, sentado en uno de los sillones, en una postura de relajamiento total, con los brazos estirados a los lados en el respaldo. Sus ojos estaban cerrados, y ladeaba su cabeza y su pie al ritmo de la canción, cuya letra repetía, a viva voz, destilando energía y alegría.

Era la primera vez que lo escuchaba cantar en vivo y era sin duda mil veces mejor que escucharlo en un video. Era la voz masculina más hermosa que hubiese escuchado jamás, con ese timbre jovial y aterciopelado que le cautivaba.

Bien, exageraba.

Probablemente todo lo ella pensaba referente a él fuese mucho mejor de lo que en verdad era. Lo veía a través de unas gafas que magnificaban sus virtudes y empequeñecían sus defectos.

Sea como fuere su voz era la única que le gustaría que le despertara todas las mañanas susurrando en su oído. Porque era él. Su Keythan y estaba completa e irremediablemente enamorada de él. Su respiración se aceleró y le observó enmudecida. Embargada en una niebla de gozo y emoción. La escena parecía irreal, casi como una ilusión, un sueño hermoso.

Keythan lucía muy desinhibido y daba la impresión haberse abandonado al placer del momento, tanto que no reaccionó a su intromisión, también debido a que la música -a un volumen alto- aplacaba cualquier otro sonido. Se quedó quieta, recargada en la pared, entre el ángulo que formaba el librero y la pared.

Keythan había alzado sus brazos y la tela de su camisa se recogió descubriendo la parte baja su abdomen. Bastó con divisar ese tramo de su piel desnuda para que las mejillas de Megan enrojecieran. Ese hombre le alteraba los sentidos de un modo irrazonable. Se sintió rara contemplándolo así, cuando él ignoraba su presencia, pero se tranquilizó diciéndose que tampoco hacía nada malo.

Desvió su atención, serenándose, y se concentró en la canción que emergía de las bocinas de la laptop sobre la mesita del centro. Reconoció en seguida la voz sedosa y grave del vocalista y los rasgueos estrepitosos y potentes de la guitarra eléctrica, sincronizados con los redobles de la batería.

Imaginó que él tendría otra clase de gustos musicales, incluso sin saber por qué creyó que él escuchaba música clásica o alguna cosa así, más pasiva, pero esa canción de rock ruidosa le pegaba muy bien. Se le antojó muy guapo. Claro que su vestimenta, corbata, pantalones de vestir y camisa, no concordaba para nada en el cuadro, pero su expresión facial y sus gestos le atribuían un toque de rebeldía que lo complementaba.

La canción terminó y comenzó a sonar I Can't Get No Satisfaction; Keythan se puso de pie de un brinco y Megan creyó que la descubriría pero estaba tan absorto que ni reparó en su figura.

Él dobló sus dedos como si tuviese una guitarra imaginaria, imitando el riff inicial. Megan le observó boquiabierta mientras él repetía con exagerada gesticulación:

"I can't get no satisfaction,
I can't get no satisfaction,
'cause I try and I try and I try and I try,
I can't get no, I can't get no"

Cantaba al tiempo que se contoneaba, como si estuviese encima de un escenario, agitaba su cabello y cerraba sus ojos en señal de gran concentración y pasión. Luego ejecutó una especie de baile, balanceando sus caderas hacia adelante y atrás en un lento y sensual movimiento, que de no haber sido una situación de lo más natural y espontánea, podría caer en lo erótico.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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