Donde nacen los lirios

Capítulo 13: Los borrachos siempre dicen la verdad.

Capítulo 13: Los borrachos siempre dicen la verdad.

Sus dedos se movían veloces, girando las caras y encajando las piezas correctamente, hasta conseguir que el cubo Rubik estuviese armado a la perfección. Luego lo revolvía y de vuelta a comenzar. Una y otra vez. No tenía nada mejor que hacer. Era viernes por la noche y estaba aburrida, sin nada mejor que hacer que acostarse en su cama y jugar con el cubo. Se había vuelto muy aficionada a aquel artefacto.

Puffy, que había estado persiguiendo a un bicho, se cansó y brincó a la cama. Se acurrucó junto a su cuerpo. Ella dejó a un lado el cubo y se dedicó a acariciar su suave pelaje, percibiendo su calidez, y mientras lo hacia, su mente voló a los eventos en su vida de la ultima semana.

El rechazo de Keythan había sido demoledor. Tal vez no iba a morirse de amor pero sí dolia mucho, era un dolor real y físico, como si le encajaran una daga en el corazón. Sin embargo había comenzado a relacionarse más con Ian y con algunos de sus amigos, y debía reconocer que su compañía le estaba ayudando a no volverse loca. También se llevaba bien con algunos compañeros de clases, no al grado de ser amigos, pero ya tenía con quién hablar y los recesos no los pasaba sola.

Pero lo más sorprendente de todo era que cosas entre Sarah y ella habían dado un giro de ciento ochenta grados. Cuando se encontraban en los pasillos de la escuela se saludaban con una sonrisa e incluso habían entablado breves conversaciones, y en las ocasiones en que compartían la misma clase el ambiente entre ellas era de cordialidad, una cordialidad inusitada y refrescante.

Aun estaba un poco deprimida por lo sucedido con Keythan así que prefería no ir a tutorias. Moría por verlo y hablar con él, pero ya no quería torturarse de aquella forma, ilusionandose con alguien que no podría corresponderle y que encima de todo tenía novia. Además era una vergüenza tener que verlo a la cara después de darle a entender lo mucho que estaba enamorada de él. Lo mejor era olvidarlo o al menos hacer el intento porque dudaba poder lograrlo. Ni en una vida sería capaz de borrar su rostro de su memoria.

—Espera Megan, oye hueles mucho a cigarro—Ian la había detenido el día jueves, después del recreo.

—Ajá, es por el estrés de los examenes—Respondió con indiferencia.

Pero ella sabía que no. No fumaba por los examenes, era solo un pobre y mediocre pretexto para encubrir lo que le pasaba. Fumaba para aplacar su tristeza y coraje.

Se sentía tan cansada y débil, por primera vez su resolución de estar cerca de Keythan tambaleaba. Había estado actuando normal, como si por dentro no estuviese rota, pero era increible como aún sabiendo que él estaba fuera de su alcance, su corazón continuaba dando un vuelco cuando lo recordaba o miraba sus fotos. Un suspiro se le escapó. Keythan era un idiota con todas sus letras pero seguía amandolo con cada pedacito de su ser. Maldito, quería odiarle y desterrarlo de sus pensamientos, mandarlo muy lejos.

Lo positivo de todo aquel ebrollo era que había reafirmado su determinación de estudiar, como si refugiarse en los dificiles problemas de matematicas fuese un método para no pensar en sus propios sentimientos. En consecuencia, cómo había estado esforzandose en prestar atencion a clases y cumpliendo con todos sus deberes, sus calificaciones iban viento en popa. Estaba dando el mejor rendimiento escolar de toda su vida.

✿✽✿

Como toda pesona tenía días buenos, que antes solían ser mayoría, y días malos. Y este era su peor día. Conducía como un automata y las calles pasaban ante sus ojos sin ofrecerle ningun interés.

Estaba tocando fondo. Había pasado una semana completa sin ver a Megan y ella no dejaba de visitarle en sueños. Si a este paso no se había convertido ya el más miserable farsante sobre la faz de la Tierra no sabía que sería, porque había estado fingiendo estar muy bien delante de Juliette. Estaba sacando lo más bajo de si mismo.

El beso era un recuerdo constante. ¿Por qué algo que le remordía hasta la médula y le causaba malestar, se sintió tan exquisito? ¿Por qué cada una de sus terminaciones nerviosas se estremeció y su racionalidad colpasó con solo obtener un roce de los labios de Megan?

No había sido un beso curioso y explorativo. No. Fue vivo y poderoso, un despliegue de ansiedad que desató un inciendio en sus venas y dejo al descubierto toda su pasión latente. Porque ese beso era por lo que moría desde hace mucho, pero no había sido suficiente. Quería más. Megan había sido fuego y lava entre sus brazos y al constatar el fervor con el que respondía a sus besos casi perdió la cabeza. Casi.

Y al parecer, si terminaba con Juliette, no seria por que ella le pusiera los cuernos, sino porque él ya se los había puesto a ella, con el pensamiento, con sus intensiones, con sus actos, en sus sueños también.

Todo lo que creyó tener muy fácil ahora era enrevesado. No estaba seguro de nada, ni de amar tanto a Juliette, ni de querer solo la amistad de Megan, si es que aún existía la posibilidad de arreglar las cosas con ella.

Su relación con Juliette iba perfecta, perfectamente aburrida. Ella era muy detallista y cariñosa, aún cuando rechazó su propuesta de vivir juntos, no tardó en contentarse con él. Se veían todos los días y algunas noches se quedaba con ella, noches en las que no podía pegar el ojo sopesando la opción de confesarle la verdad. Los ultimos fines de semana había salido con sus amigos, pero no se emborrachaba, le parecía absurdo gastarse todo el dinero en alcohol que terminaría vomitando en la mañana siguiente. Juliette trataba de convencerlo de pasar con ella hasta el ultimo minuto de su tiempo libre, insinuaba que debía anteponer a sus amigos para quedarse con ella, y cuando no ganaba se enfadaba pero se le pasaba pronto y volvía a su faceta dulce.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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