Donde nacen los lirios

Capítulo 14: La verdad puede hacer pedazos un corazón.

Aviso: Este capítulo contiene varias palabras altisonantes. *groserías* Sé que no acostumbro poner muchas de esas, pero en este capítulo era necesario. Ya verán.

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Capítulo 14: La verdad puede hacer pedazos un corazón.

—Mi papá le era infiel a mi mamá.

—Todos tenemos un secreto oscuro, ¿no?—Zack no se alarmó, al contrario, parecía muy a gusto, siguiendole el juego—¿Y tu madre lo supo?

—No, maldita sea, el muy cabrón hijo de puta se llevó el secreto a la tumba—Dijo con una risa desdeñosa.

Zack casi se atragantó al oírle soltar esa palabrota. Keythan, su amigo siempre tan correcto, ¿Se había expresado así? En sus conversaciones habituales casi no hacia uso de ese tipo de vocabulario.

—No sé que me pasa, no debería hablar así.

Zack movió la cabeza y se destornilló de la risa.

—Tranquilo, don perfecto. ¿Alguna vez dices groserías sin preocuparte?

—No debería hablar así de un muerto—Repitió consternado.

—Solo desahógate, vamos que no estas en un confesionario. No soy un cura ni nada.

—Si, tienes razón, al diablo con todo—Y como una bomba, todo lo que llevaba dentro estalló:— No sabes cómo me frustra. Tu lo conociste, él era el tipo de hombre admirable, que se ganaba el cariño y el respeto de todos. Intachable. Buen vecino. Buen amigo. Buen hombre. Todos lo querían. Mi mamá lo adoraba, siempre creyó en él y aún sigue creyendo que él fue el esposo perfecto, fiel, honesto...Bla, bla―Los recuerdos le sobrevinieron e hizo una pausa. Su voz, en conjunto con el trasfondo desagradable del relato, era lenta y cansina. El efecto del alcohol había ido diluyendose y su mente era más nítida―Y se supone que yo nunca debí enterarme, ni meterme, ni nada, eran sus problemas de pareja. Pero lo supe y fue una jodida patada en las pelotas...»

«Un día fui a buscar a mi padre al despacho en el que trabajaba, entré a su oficina y lo descubrí en pleno acto. Sobre el escritorio. Sé que suena a un cliché, al más mediocre de todos, pero así sucedió. Ya sabes, la típica historia telenovelesca del jefe que se tira a su secretaria. Claro que en este caso no era la secretaria, era su hija.»

«Mi padre se enteró de que yo lo había visto y trato de convencerme para que no dijera nada. De todos modos nunca tuve el valor de decirle a mi mamá y me sentí pesimo por escondérselo. Tenía temores infantiles y estúpidos. No quería que mi familia se destrozara, creí que si yo le decía a mi mamá sería el culpable de su divorcio. O no sé. Ahora que lo pienso fue estupido sentirme tan responsable de un asunto que no tenía nada que ver conmigo. Esperaba que ella lo supiera por su propia cuenta pero nunca lo hizo.»

«Tampoco le dije nada a mis hermanos, ellos lo tenían en un pedestal y no tenía idea de cómo lo tomarían. Y lo peor de todo, lo que me torturaba, fue haber visto con quién le ponía el cuerno, esa chica era incluso menor que mi padre y eso que mi madre siempre se ha cuidado y se ha mantenido mucho más joven de lo que es. Su amante tendría como veinte años quizá. Eso quiero creer, a lo mejor un par de años menos. Me dio mucha rabia y me sigue dando de solo recordarlo. Mi madre es un ser de alma hermosa, tu lo sabes, siempre ha sido dulce, risueña y amorosa, no sé, tiene sus defectos como toda persona, pero sus cualidades los sobrepasan por mucho, ella es maravillosa, la clase de madre que está dispuesta a sacrificar todo y dar la vida por cualquiera de sus hijos y yo daría la mía por ella, pero nada de eso le bastó a él.»

«Por eso es que me veías peleando a cada rato con mi padre, era rebelde, le desobedecía y le mostraba mi rechazo abiertamente. Llegué a hacer muchas estupideces con el único afán de retarlo y verlo tan enfurecido como yo lo estaba con él. Es una de las razones por las que no me gusta la violencia. Yo mismo fui un ser lleno de ella. No quería evitarme problemas, los buscaba. No tenía autocontrol, fue mi etapa idiota. Era como una bestia salvaje, estallaba al más mínimo impulso para desquitar la rabia que llevaba por dentro.»

—Sí, me acuerdo perfectamente, te metías en un montón de peleas. Es un milagro que hayas salido intacto de ellas.

—En segundo de preparatoria golpee a un chico. Ni siquiera recuerdo bien por qué, estabamos en una fiesta y me emborraché, él comenzó a meterse conmigo de la nada, fue algo muy tonto; el caso es que no pude parar, perdí la cabeza y él terminó en el hospital porque le disloqué la nariz y era un rio de sangre.

—Ya sé, fue un escandalo. Yo y los chicos acabamos agarrandonos a golpes con los amigos de él, si hasta llegó la policia.

—Sí, me metieron a la cárcel por una noche y no es algo de lo que este orgulloso. Mi papá pagó la fianza y salí libre sin cargos gracias a sus influencias. Eso sí, no me salvé de un regaño épico, fue una de las peores discusiones que tuvimos, le grité lo mierda que había sido conmigo. Un montón de cosas que no puedo recordar ahora. Le dije lo mal tipo que era y que lo detestaba.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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