Capítulo 16: El corazón siempre manda. (Parte 1)
Despertó con el brillo de los rayos del sol hiriendo sus ojos. Por unos segundos no fue capaz de pensar en nada, pero entonces como una oleada, las imágenes le sobrevinieron descontroladas y revivió de lo sucedido la noche anterior. Se preguntó si todo había sido real o un sueño escalofriante. La punzada de dolor que se instaló en su pecho le dio la respuesta. Un caudal de recuerdos estaban vivos en él.
Cuando fue a ver a Juliette a su departamento, con la firme intensión a cortar con ella, sabía que era la decisión correcta, pero no auguraba nada bueno. Las despedidas siempre son un poco traumáticas o desagradables, pero no se esperó descubrir que ella se acostara todo ese tiempo con Gustaf y que encima afirmara amarlo a él con total devoción. Había sido uno de los golpes más duros y humillantes que había recibido.
La impresión de lo ocurrido le noqueó y fue difícil de aceptar y digerir. Esa noche regresó a casa con el corazón resquebrajado y la mente hecha un caos. A esas alturas en su vida se preguntó que más podría pasarle, qué podría ser peor que descubrir que su novia le era infiel con su mejor amigo. Era una clase de malestar que nunca antes experimentó y que le abrumaba.
Se sentía traicionado no solo por su novia sino también por uno de sus mejores amigos. Le estaba costando asimilarlo, pero estaba de más mortificarse por ello. Prefería saber quién era realmente su enemigo y no convivir con lobos vestidos de ovejas. Además ahora más que nunca valoraba la lealtad entre él y Zack, o la camarería sincera con Erick, y el respaldo de su hermano Noah. Contar con un amigo verdadero en esos días era un verdadero milagro.
No tenía ánimos para presentarse al instituto y realizar su servicio social, ya tenía bastante con sus obligaciones de la universidad, pues estaba en la recta final, así que se comunicó con el director y le informó que estaba enfermo, para su fortuna, él fue muy comprensivo y le dijo que se tomara los días necesarios hasta que se repusiera. Ansiaba ver a Megan pero en su estado eso no sería lo mejor, necesitaba dejar descansar su mente.
Al día siguiente Juliette le mandó mensajes pidiéndole que hablaran, que quería aclarar las cosas, e insistió durante un buen rato por el resto de la semana, pero él la mandó a volar, no estaba dispuesto a ceder, por más que extrañara los buenos momentos con ella el coraje y la decepción eran más grandes. Le respondió diciéndole que no volviera a molestarlo y finalmente la bloqueó de todas sus redes y eliminó una por una las fotos junto a ella. También se deshizo de los regalos que ella le dio en el transcurso de su relación, ya no había nada que rescatar.
Sus memorias sobre ella habían quedado manchadas y ya nunca volverían a ser lo mismo. Dos años compartidos no eran fáciles de borrar, y lo cierto era que la mayoría de los momentos eran positivos, y no se arrepentía de haber estado con ella, pero eso no cambiaba que la forma en que terminaron fue deprimente y hasta traumática. Lo que más quería era dejar todo eso atrás, pasar la hoja lo más pronto posible y no permitir que ese mal trago le amargara.
Sin embargo no todo era malo, debía admitir que se había quitado un peso de encima. No sentía ya ni una pizca de culpa a raíz de lo sucedido con Megan o de sus sentimientos por ella. Juliette y él habían quedado a mano. Inclusive sentía que él perdió más. Pero era una forma tonta de ver las cosas. No tenía sentido encerrarse en rencores y en los por qués.
Aun había una espina incrustada en su alma, pero confiaba en que pronto podría sacarla de él. El tiempo haría su trabajo y curaría las heridas. Esperaba que más pronto de lo que pensaba. Encontraba absurdo el estar deprimido por una persona que demostró que no valía la pena.
No hubo forma de que ocultara lo que estaba sucediéndole; Entre semana, trataba de estar en casa el menor tiempo posible, temprano se iba en su auto y conducía a lugares alejados de la ciudad, y por la tarde iba a la universidad; No levantó demasiadas sospechas, pero el fin de semana ya era muy evidente, su madre se preocupó, Sarah no dejaba de mirarle con dudas y Noah hacía hipótesis a cerca de cuál era el origen de su cara de muerto andante.
El domingo estuvo durante toda la mañana ausente, y a la hora del almuerzo, Noah y Sarah ya no se contuvieron y le acribillaron a preguntas respecto a su pésima apariencia.
—He tenido demasiados trabajos de la Uni—Comentó para zafarse mientras revolvía su café con una cuchara.
—¿Y ese golpe?—Preguntó Noah apuntándolo con un dedo y mirándolo con recelo.
Solo entonces recordó la pequeña herida hinchada en su mejilla, producto del golpe que Gustaf le propinó. Solo dolía si la tocaba, por lo que no había reparado en ella, además ya casi había desaparecido.
—Eh, creo que me caí de la cama—Contestó rogando que le dejaran en paz.
Sarah y Noah, no parecieron satisfechos con su respuesta y le miraron mal.