Donde nacen los lirios

Capítulo 21: Ser una chica normal.

Capítulo 21: Ser una chica normal. 

Su furia creció cuando al fin lo encontró, estaba platicando con sus amigos, de forma despreocupada y relajada. Cada cierto tiempo uno de ellos soltaba un comentario bobo y todos prorrumpían en fuertes carcajadas. Respiró profundamente y trató de calmarse.

—Hola chicos. Ian, ¿Puedo hablar contigo?—Se paró frente a él con firmeza y le clavó los ojos.

Al verla Ian puso su atención en ella. Sus amigos se miraron burlonamente entre sí.

—Oh claro,—Afirmó extrañado. Ella no solía buscarlo por la escuela. En sus ojos había una extraña resolución y una especie de rabia callada. Se apartó de sus amigos y caminaron a un rincón alejado—¿Qué ocurre?

—Cómo has podido ir a decirle a Keythan cosas sobre mi vida—Reclamó apretando los puños. Eres un...—Reprimió el insulto que quería brotar de sus labios.

—Oye tranquila, ¿De quién me hablas?—Preguntó con amabilidad, dándole una mirada confundida y haciéndose el desentendido. Megan parecía descompuesta y alterada, metida en aquellas ropas mojadas. No tenía buen aspecto, su piel era de un tono azulado, sus labios tenían una coloración casi violácea y su cabello había adquirido una enorme carga electroestática. Su curiosidad se avivó.

—No te hagas el tonto Ian, sabes bien a quién me refiero.

—Eh, baja ese tono. Ah, ya sé, el tipo grandulón. ¿Es tu novio cierto?

—No es...—No finalizó la frase. No era de su incumbencia—Eso es lo de menos.

Que tontería. Keythan pensando que Ian era su novio e Ian pensando que Keythan lo era. O bueno, que ya no lo era más.

Ian sonrió por dentro. Así que hasta entonces la bomba de tiempo que sembró había estallado. Había tardado bastante.

—Sí, yo le mencioné algo al respecto. Pero eso fue hace tiempo, mucho antes de que nos hiciéramos amigos. Lo siento. Estaba molesto. Quería que abrieras los ojos y le dijeras a alguien lo que sucedía—Explicó mostrando las palmas de sus manos e intentando convencerla de su inocencia. —y bueno, como vi que te llevabas tan bien con él pensé que él te enfrentaría, que se interesaba por ti y que tu le contarías lo que te pasa, pero al parecer eso no sucedió.

—¿Lo que me pasa? No me pasa nada.

—Vamos, no tienes que tener miedo. Puedes confiar en mi. No se lo diré a nadie, yo recuerdo con claridad lo que vi.

—No tenías ningún derecho a ir a esparcir nada de lo que crees que viste. Olvídalo. Ya no me importa.

Megan perdió la determinación, ¿Qué sentido tenia reclamarle a Ian? Keythan se había enterado de todos modos y estaba airado y dolido porque ella había sido una cobarde que no tuvo el valor de contarle sobre su vida. Lo había descubierto de la peor forma en el peor momento posible. Había arruinado todo.

—No me culpes, yo solo me preocupaba por ti. Yo... siempre te he amado, siempre me he preocupado por ti, ¿Sabes que? Yo haría lo que fuera por ti.

—Ian, yo no...

—Shh, tranquila. No traes buena cara, ¿Cortaron, verdad?

Megan no respondió, dos lágrimas traicioneras se escaparon de sus ojos y brillaron como cristales. Ian se aproximó y las limpió con su pulgar, luego acarició sus mejillas y se dirigió a la comisura de sus labios. Megan se apartó, frunciendo las cejas.

—Lo amo. Y eso no va a cambiar—Dijo con lentitud y firmeza.

Ian suspiró y miró hacia el techo. Un rictus amargo apareció en sus labios.

—Puedo ser muy paciente— Afirmó con convicción—No sabes cuanto. Ahora por favor hagamos de cuenta que no ha pasado nada, olvida todo, continuemos siendo buenos amigos y mañana vayamos al baile juntos. Lo pasaremos genial. ¿Está bien? ¿Siguen en pie nuestros planes?

—Está bien, pero no quiero que confundas las cosas.

—Descuida, no sucederá. Solo quiero estar cerca de ti, que me des la oportunidad de tener tu compañía—Hizo una pausa—Deberías quitarte ese abrigo mojado—Se despojó de su propio suéter y se lo tendió.

—No, estoy bien, de verdad.

—Vamos, sé que quieres, estas casi morada por el frío.

Megan se rindió.

La prenda de tela suave era tan tentadora. La aceptó y se la puso de prisa. Era fácil deducir por qué Ian le gustaba a las chicas, era lindo y encantador. Sabía como tratar a las mujeres con dulzura y amabilidad. Pero no surtía efecto con ella, porque su corazón ya estaba más que ocupado y entregado.

✿✽✿

Entró al baño y fue directo a los lavabos. Se arrojó agua en el rostro. En el espejo los ojos obscuros le devolvieron la mirada, parecían cansados y confundidos. No sabía ni que pensar, ni que sentir. Le dolía y le consternaba haber descubierto la verdad sobre Megan. Era más descarnada de lo que jamás imaginó.

Cuando la conoció ella tenía esa imagen de una chica caprichosa y superficial, de una niña rica y mimada que solo se preocupa por divertirse y a la cual no le importa nada. Y no. No era nada de eso. Daba falsas impresiones. Era muy diferente, su vida era una cosa increíble que ni siquiera sabía como calificar. Era como una especie de antesala del infierno o algo así.



#95 en Joven Adulto
#2119 en Novela romántica

En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.