NOTA IMPORTANTE: Este capítulo contiene lenguaje altisonante y fuerte. Por lo general no suelo escribir usando groserías, las evito dentro de lo posible, sin embargo en esta ocasión eran necesarias porque no me imagino otra forma en la que un personaje pueda expresarse en una circunstancia así.
Capítulo 23: Lo que no debería ocurrir. (Parte dos)
—Keythan..—Musitó, escondiendo el rostro entre su pecho y apegandose a él. Percibió su corazón latiendo a mil. Su aroma de inmediato le provocó una sensación de paz y de que todo estaría bien. Se sentía segura ahí entre sus brazos, era el único lugar del mundo donde quería estar.—Viniste.
Keythan se separó de ella despacio, sin dejar de sostenerla, se quitó su abrigo y lo puso encima de sus hombros. Megan tenía la mirada perdida y sus piernas y brazos flojos no aguantaban su propio peso. Su mandibula se tensó.
—¿Qué te hizo ese bastardo hijo de puta?!—Inquirió con voz endurecida. Su corazón estaba todavía muy acelerado por la carrera, sin embargo no era solo por eso. La furia atroz le nublaba la vista. Esperó por su respuesta que no llegó.
Miró a Kim, quien estaba sentada en la jardinera, y exigió que hablara.
—Al parecer le puso algo en una bebida...
Los ojos de Keythan se abrieron desmesuradamente y su cara se descompuso. Saber eso solo lo hizo mil veces peor. Sus manos comenzaron a temblar y las cerró en puños. Sus obscuras y angulosas cejas fruncidas le daban un aspecto amenazante y sus ojos eran fuego puro. La sangre latía en su cabeza, martilleando cada vez más fuerte, como si fuese una olla a presión. Su rabia hirvió, inmensa y poderosa.
—Oh, no, no, no...—Un gruñido gutural salió de su garganta—¡¡NO!! Maldita sea...¡¡Ese puto imbecil!! ¡Lo voy a matar! ¿Dime dónde carajos está ese pendejo?!
Kim tembló al ver su despliegue de rabia, pero habló con voz suave, tratando de tranquilizarlo.
—Ese idiota se largó en su auto. Creo que sabe lo que le espera. Ahora deberías ocuparte de tu chica. Supongo que necesita recostarse y descansar. O que la vea un medico. No lo sé. No sé que se hace en estos casos. No creo que le haya dado una dosis muy alta. De repente se queda como dormida y luego reacciona. He intentado mantenerla despierta.
En ese momento Keythan tuvo un flashazo y reconoció que ella era la chica de cabellos rojizos ondulados con la que Megan solía juntarse justo cuando la trató las primeras veces.
Tomó una honda respiración y cerró los ojos, controlándose. No podía salir como un loco corriendo a buscar a Ian y dejar a Megan ahí. Necesitaba calmarse.
—¿Qué haces aquí?—Clavó sus ojos en Kim.
—Es mi heroína. Me ayudó.—Canturreó Megan.
—¿Tu... la defendiste?—Preguntó Keythan sin dejar de mirar a Kim.
—Sí.
En las ocasiones en que la vio en el colegio la juzgó casi igual que hizo con Megan, como una adolescente desorientada, superficial y maleable, sin embargo se había equivocado. Él había dicho que ninguno de sus supuestos amigos se preocupaba por Megan, sin embargo no había sido así. Kim fue su salvación.
—¡Gracias! No sabes cómo te lo agradezco.
—No tienes por qué.
—Quiero irme de aquí—Pidió Megan—Vámonos.
—¿Te llevo a algún lado?—Pregunto Keythan a Kim, viéndola ahí sola.
—No, no. Vete. Yo volveré a la fiesta. Cuídala y avísame cualquier cosa. Mi numero está en su celular. Soy Kim.
—Gracias por todo, si necesitas algo, dímelo.
✿✽✿
Keythan pasó un brazo por debajo de las piernas de Megan y su cuello, la alzó con esfuerzo y cargó hasta su auto. Megan se dejó llevar, media inconsciente. La ayudó a sentarse, reclinó el asiento y le colocó el cinturón de seguridad. Debajo de su propio abrigo, que había puesto sobre sus hombros, notó que los primeros botones de la chaqueta que usaba estaban abiertos y los abrochó.
Condujo con la mente embotada en furia los primeros minutos, con las manos rígidas y apretadas con demasiada fuerza alrededor del volante, casi como si quisiera despedazarlo. Tenía tantas ganas de golpear algo. No, no a algo, a Ian. Hasta destruirlo y ver su sangre correr. Iba a explotar de odio, impotencia, dolor, indignación. Miles de emociones violentas le devoraban.
—¡AH! Joder maldita sea, ese hijo de su puta madre...—Frenó y golpeó el volante. No podía conducir en esas condiciones—Voy a matarlo. Ese cabrón no se va a salvar de mi—Prometió con voz dura—Esa basura va a desear nunca haber nacido. Le voy a cortar las pelotas. Voy a hacer que se arrodille y suplique piedad—Siguió vociferando y profirió una sarta de groserías.
Megan entre abrió los ojos.
—Me excita que seas un chico malo—Expresó con voz torpe y aletargada. Jamás lo había escuchado hablar así. Un pensamiento poco fuera de lógica se adueño de ella, le gustaba que no fuese el chico perfecto y siempre bien portado y controlado. Le gustaba mucho.—ME EN-CAN-TAS. Keythan, Castello. Sé mi chico. Te deseo.