Donde nacen los lirios

Capítulo 24: Su apellido es problema (Parte 1)

 

Capítulo 24: Su apellido es problema (Parte 1)

The Cranberries - OdeTo My Family

La cargó hasta su cama y la acostó. Se sentó en la orilla y la miró mientras dormía profundamente. Al menos ella estaba bien. Tenía los labios entreabiertos, la piel cetrina, descolorida, y el cabello revuelto, como un estropajo de tallar pisos. Su boca estaba babeando. Y seguía pareciéndole hermosa. Acarició su mejilla con suavidad y cerró su boca para que dejara de mojar su almohada. Chica problema. Cuando comenzó a llamarla así jamás imagino que, de hecho, su apellido era precisamente ese: Problema.

Su vida de pronto era una tómbola de sorpresas girando toda velocidad. Le habían pasado demasiadas cosas en un corto periodo.

Vinieron a su mente los eventos más recientes. Cómo en tan poco tiempo había pasado de estar con Juliette, confundido, a enterarse de su infidelidad, y luego a entablar una relación mucho más intima y física con Megan, tal como siempre deseó. Solo para enterarse de que su vida no era precisamente un camino de pétalos de rosas. Y ahora esto.

Megan era como un tornado, arrasando y devastando todo a su paso, a él.

Echó un vistazo a la cómoda junto a su cama, donde había colocado el celular de Megan. Eran las 4 am y ninguna llamada de su mamá o papá, ni un mensaje, nada. ¿Qué clase de padres tenía?

Se retiró de ahí y salió de la casa. No podía mantenerse en paz, estaba frenético, frustrado y estresado. El vecindario estaba desierto y los árboles se agitaban con al viento. La fría madrugada refrescó su atribulada mente. Con la cabeza gacha, fija en el pavimento, las manos metidas en los bolsillos y la espalda encorvada, caminó durante minutos que se sintieron como horas, sumido en sus cavilaciones. No tuvo miedo, ni siquiera cuando se alejó de la zona donde vivía que era muy tranquila, una de las más seguras de la ciudad, y se aproximó hacia la zona céntrica de la ciudad, un grupo de hombres que bebían en una esquina. Ellos se quedaron observándolo mientras pasó pero no hicieron nada.

Por primera vez entendió lo que quiso decirle Megan en la ocasión en la que muy temprano por la mañana la vio caminando sola y le dio un aventón. Ella dijo que no tenía miedo. Que ya nada la asustaba. Para ella los monstruos que aguardaban dentro de algunas casas eran peores que cualquier delincuente que pudiera encontrarse.

Escuchó el motor de un auto en la noche silenciosa luego los faros arrojaron su luz sobre él. El auto se detuvo a pocos metros.

—Hey, Keythan.

Una sombra lo alcanzó.

—¿Qué haces aquí?

—Pensé que irías...Nada. Caminemos, si quieres—Noah lo acompañó. Keythan entendió que pese a su carácter desapegado y hosco estaba preocupado por él y había ido a cerciorarse de su paradero.

—¿Querías saber si voy a buscar a ese imbécil?

—Sí.

—Estaba tratando de aguantarme, pero sí a eso voy—No dejaba de pensar en cobrarle cuentas personalmente a Ian. Lo estaba deseando con todas sus fuerzas.

La venganza era un parasito alojado en su interior, escarbando más y más profundo, segundo a segundo, hasta comerse su alma. Si no la sacaba terminaría por acabar completamente con él, en pocas horas. El odio le estaba infectando como un virus letal.

—Vamos.

No fue difícil rastrearlo, preguntaron a algunos jóvenes de la escuela y se enteraron que después del baile muchos habían decidido seguir la fiesta en la casa de un tal Dylan. El lugar era enorme y estaba lleno de adolescentes borrachos. Lo encontraron bebiendo cerveza y platicando. Keythan lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró afuera.

Noah se mantuvo a unos cuantos metros, vigilante. Para venir de Keythan, alguien a quien no le gustaba armar escándalos públicos, era bastante radical.

—¿Pensabas que te ibas a salir con la tuya maldito hijo de puta?! ¡Te dije que no te atrevieras a tocarle un solo cabello!

—Carajo,—Ian dio un sorbo a la lata de cerveza que sostenía en una mano—¿Qué quieres, viejo, vienes a vengar a tu puta y recuperar su dignidad?

Noah movió la cabeza y se preparó para el inminente caos. Ian con su pose provocadora solo había hundido el dedo en la llaga, escarbando para sacar lo peor de Keythan.

Era tan estúpido como azuzar a un perro con rabia.

—¡¿Cómo la llamaste cabrón?!

—Pu-ta—Pronunció alargando las silabas—Las que son como ella solo para eso sirven para revocarse como zorras en brama. Debiste escuchar cómo gritaba y pedía más.

—¡¡¡TE VOY A MATAR!!!

—Vete a la mierda—Puso en blanco los ojos, envalentonado por el alcohol en sus venas.

—Hijo de tu puta madre, ¡te voy a borrar a punta de madrazos esa jodida sonrisa de la cara!—La mente se le nubló. Le lanzó un golpe en la mejilla, Ian lo esquivó por poco y la lata de cerveza salió volando.

Una horda de gente se junto a su alrededor. Todo fue muy confuso, gritos histéricos y jaloneos por doquier. Adolescentes espantados y otros tantos que con sus celulares grababan el disturbio, hinchados de morbo.



#95 en Joven Adulto
#2119 en Novela romántica

En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.