Donde nacen los lirios

Capítulo 25:  Después de la tormenta. ¿La calma?

Capítulo 25: 

Después de la tormenta. ¿La calma?

Entró a la fiscalía sintiéndose con energía y fuerza, deseosa de comerse el mundo de un bocado; Salió con ganas de verlo arder y no saber más nada de policías, ni tramites, ni de las miradas. Oh, las miradas, como puñales afilados.

​El proceso de denuncia no fue como le habría gustado, más bien muy tedioso y extenuante. ¿Porqué la justicia no podía ser certera y rápida? Una mujer tecleó palabra por palabra textual de su declaración, el inspector la miró en todo momento atentamente con esos ojos astutos; era un hombre educado y muy formal, pero le ponía nerviosa, y de no haber estado con Keythan y tener el respaldo adicional de su madre, tanto como abogada, asesora y como una especie de figura materna, no habría tenido tanto valor de plantarse ahí.

Le informaron que el perito médico analizaría el examen toxicológico realizado en el hospital. Luego surgió el tema de los cortes en sus brazos vistos por la doctora durante las pruebas. Las marcas de los golpes se habían difuminado –gracias a dios, por qué en ese momento no tenía idea de cómo contarles la razón por la cual los tenía ni ganas de hacerlo por demás –, A veces has tenido tanto, que ya no quieres más. No pensar, no rebobinar, no remover las heridas, ni dejar brotar sangre que nadie ve.

Pero sus cicatrices eran por si mismas un grito a viva voz.

El fiscal achicó los ojos y los clavó en ella.

—Señorita, ¿Acostumbra consumir drogas para aliviar su tensión y problemas..ejem, depresivos?

—No—Fumaba tabaco, pero no era adicta y además lo estaba dejando. Así que no lo mencionó.

—¿Está segura?—Cuestionó. Ella hizo una mueca, ¿De verdad creía que no podría recordarlo? ¿O que tenía mala memoria?

El agente expulsó un suspiro hondo. La miraba de una forma que detestó. Mezcla de compasión y lastima, y al mismo tiempo con fastidio y desaprobación, como si pensara que estaba tan afectada que debería ser internada en un psiquiátrico y no haciéndole perder el tiempo.

—¿Ha pensado en recibir ayuda psicológica?

Megan lo confirmó. Sí, de hecho él lo pensaba.

—Eh, no le falte al respeto. No está loca y ha venido a denunciar un asalto sexual no a recibir asesoría mental—Keythan intervino como un tigre, con ojos fulminantes.

Pero luego la pregunta sobre sus responsables legales fue inevitable. Aquello no pudo ser más incomodo para ella, pero no lo demostró. Explicó con ese tono robótico, programado, como si no sintiera nada, que su madre estaba de viaje y que su padre se había separado de ella hace mucho y que vivía fuera, que no tenía mucho contacto con él y que su madre había ganado la custodia legal.

Cuando la llamaron la operadora indicaba que su numero se hallaba fuera de servicio. Así que de nuevo sucedía.

El celular de su padre ofrecía un mensaje aún más desolador: "El numero que usted marcó no existe". No tenía forma de saberlo, hace años que no hablaba con él.

¿Se suponía que eso debía ocurrir? ¿Qué eso era normal? ¿Qué los padres se olvidaran con tal facilidad de sus hijos? Que pudiesen seguir con su vida tan libre y desahogadamente como si...Como si jamás hubiese existido.

En tres meses cumpliría la mayoría de edad y según las leyes, tenía el derecho de realizar la denuncia sin la asistencia de su padres, mientras contara con un representante legal.

Durante su declaración Eileen estuvo todo el tiempo con ella, y lo agradeció infinitamente, jamás había conocido a una persona más elegante, inteligente y con aplomo y seguridad al hablar. Era un ejemplo a seguir para ella, –exceptuando lo de ser abogada, no le gustaban las leyes – era cómo la clase de mujer en la que le gustaría convertirse fuerte, bien preparada y con la capacidad de valerse por si misma.

No podía dejar de observarla asombrada. Su arreglo era pulcro y no por ello menos sofisticado. Pero la admiración también contenía una tristeza profunda.

¿Por qué no había tenido una madre así?

Como si eso pudiera elegirse.

La citaron dentro de siete días para esclarecer hechos, por medio de un careo con Ian, delante de un juez y bajo juramento de decir la verdad.

Cuando terminó todo el proceso aquel día tenía la cabeza a punto de estallar. Su noción del tiempo estaba atrofiada, era como si hubiese pasado siglos dentro de la comisaria y no unas cuantas horas. Todo era tan lento y desesperante. La cabeza le palpitaba con una terrible fuerza.

De repente era como si toda su vida hubiese dado un vuelco brutal. Como si todo lo que hubiese mantenido por años cubierto y a resguardo, para evitar la vergüenza y el dolor, acabara de filtrarse, cual monstruo que se escapa de una jaula y asoma su rostro horrible. Porque lo ocurrido con Ian era solo un bloque que componía todo ese eslabón.

Los ojos Keythan contenían mil inquietudes, se movía tenso y ansioso. Esperaba que también abarcara el tema de Sebastián, pero simplemente no fue capaz. Para ello tendría que abrirse otro proceso judicial porque aquellas cosas nunca eran simples y necesitaba prepararse para hablar de él y destapar toda esa basura en la cual estaba hundida hasta el fondo.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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