“Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de lo que somos.” —Helen Keller
No fue el miedo lo que nos hizo huir.
Fue el silencio.
Ese que se instala entre las paredes de una casa donde no te preguntan cómo estás, sino en qué estás fallando.
Donde el amor tiene condiciones. Donde ser tú mismo se siente como una traición.
Yo era solo un muchacho de dieciocho años con una mochila medio vacía y el corazón lleno de heridas que no sabía nombrar.
Y él… Axel… era el fuego que había aprendido a vivir en ruinas sin apagarse.
Siempre estuvo ahí, desde que éramos niños, con las manos sucias y el alma limpia. Me enseñó a subir a los columpios, a saltar cercas, a decir "no" cuando todo dentro de mí decía "aguanta".
La noche en que lo elegí —no solo para escapar, sino para quedarme— el mundo se volvió distinto.
No más grande.
No más fácil.
Pero más verdadero.
Este no es solo un relato sobre dos chicos que se amaron en voz baja y luego gritaron juntos al mundo.
Es sobre un lugar que construimos con nuestras propias manos: una esquina del mundo donde nadie tiene que pedir permiso para existir.
Y si en algún momento te sentiste fuera de lugar, roto o invisible…
Libre también es tu historia.
—Yoon Yum Min