Donde Nadie Nos Encuentre

Capítulo 18: “La carta que me desató”

[Carta de Axel]

Yoon,
No sé si esta carta va a llegar a ti.
O si cuando lo haga, ya habrás dejado de esperarme.
Pero necesito escribirla porque hay cosas que nunca te dije, y que están pesando demasiado.

Te mentí sin querer.
Te hice creer que yo podía con todo.
Y la verdad es que muchas veces no podía con nada.
Me vestía de fuerza para que no sintieras culpa.
Pero cuando te fuiste, me quedé solo con un montón de cosas que escondí incluso de mí mismo.

La noche que llamaste y yo no respondí… fue una de las peores.
Y no te culpo por no haber estado.
Solo quiero que sepas que sobreviví.
Y que en parte lo hice porque recordé algo: tu risa cuando eras niño. Esa risa chiquita, contenida, que solo sacabas conmigo. Esa risa me salvó más veces de las que vos imaginás.

No sé si todavía soy tu hogar.
Pero tu sigues siendo el mío.

Y si alguna vez vuelves…
Solo te pido que me mires.
Y si todavía me ves ahí, donde solíamos estar,
entonces quizás podamos empezar de nuevo.
Sin armaduras. Sin promesas vacías. Solo con lo real.

Axel

Yoon leyó la carta en el avión.

No lloró. Pero sintió cómo algo se aflojaba en el pecho, como si llevara meses sosteniendo una respiración que al fin podía soltar.

Su reflejo en la ventana no era el mismo chico que se había ido:
El cabello le caía sobre los hombros, más suelto, sin miedo a lo que pensarían.
Sus manos, más firmes, conocían el peso de su esfuerzo.
Sus ojos… aún buscaban lo mismo: volver a donde dolía menos.

Al aterrizar, no llamó a nadie.

Solo agarró su mochila, la carta bien doblada en el bolsillo, y tomó el primer transporte hacia la costa.

El estudio Libre seguía en pie.

Más colorido. Más grande. Había un mural nuevo en una de las paredes, y niños pintando en el suelo.
Pero lo primero que vio Yoon fue a Axel.

Estaba colgando carteles nuevos frente al portón: frases de arte, fotos de los chicos, información de talleres.
El mismo Axel de siempre… y al mismo tiempo, distinto.

Más sereno.
Más presente.
Como alguien que por fin había aprendido a quedarse.

Yoon se quedó quieto unos segundos. Observando.
El viento le movía el cabello. El corazón, los recuerdos.

—Axel —llamó. Su voz era suave.
Axel no volteó.
—Axel —repitió, un poco más fuerte.

Esta vez, Axel giró.

Al principio no lo reconoció.
Pero cuando lo hizo… el tiempo se rompió.

El teléfono se le cayó de las manos.
No dijo nada.
Solo corrió.

Yoon abrió los brazos.

El abrazo fue rápido, torpe, urgente.
Como si quisieran asegurarse de que el otro no era un sueño.
Axel apoyó la frente en su cuello.
Yoon le acarició el cabello.

—Leí tu carta —susurró.

—No sabía si iba a tener el valor de enviártela.

—Me llegó igual. Justo cuando tenía que llegar.

Silencio. Respiración compartida.
El ruido de fondo de los niños. El mar a lo lejos. El olor a témpera.

—Volviste —dijo Axel.

—Volví —respondió Yoon—.
Y esta vez, no me pienso ir sin ti.

El sol caía despacio.
Y por primera vez en mucho tiempo, Libre no era solo un estudio…
Era el lugar donde un amor roto había aprendido a sostenerse de nuevo.



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En el texto hay: superacion union, romancejuveniel, lgbt+

Editado: 13.08.2025

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